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Overlord vol. 12 novela ligera |
Traducción jpn-ing: NigelTraducción ing-esp: RawiCorrección: . . .
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Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Pronto la versión 4.0.
Overlord Volumen 12: La Paladín del Reino Santo | Parte I
Capítulo 3: Iniciando el Contraataque
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Parte 4
Tanto la recuperación de la ciudad, como la liberación de sus ciudadanos, era algo trivial ante el poder del Rey Hechicero.
Los paladines y reclutas atacantes estaban prácticamente ilesos y, aunque algunos de los residentes encarcelados perdieron la vida en el caos, fue una cantidad sorprendentemente pequeña.
Este resultado solo fue posible gracias a la presencia del Rey Hechicero, hasta el punto en que algunos pensaron, si solo le hubiéramos dejado todo a él desde el principio, no habríamos tenido que perder a nadie.
Todos sonreían mientras Neia y el Rey Hechicero caminaban por la calle. Ya sea que se regocijaran por ser liberados o derramaran lágrimas sobre un plato de sopa caliente.
Aunque se les había dicho que su libertad era gracias a la ayuda del Rey Hechicero, una vez que lo vieron moviéndose en persona, los ojos de los residentes estaban llenos de conmoción, confusión y temor, pero eso no se podía evitar.
Por supuesto, si Neia podía aceptar este estado de la situación era totalmente diferente. Aunque ella quería hacer algo en caso de que el Rey Hechicero estuviera disgustado, parecía que al hombre no le importaba. Siendo así, sería muy descortés por parte de Neia hacer algo por su cuenta.
Neia se dirigió a la espalda del Rey Hechicero, que caminaba delante de ella.
"Su Majestad, ¿adónde vamos ahora?"
El Rey Hechicero miraba sus palmas y no miró a Neia.
"Umu. Me dirijo a un gran edificio en el centro de la ciudad. Si es una base enemiga, tendré que investigarlo lo antes posible. Los paladines están todos atados con tareas como liberar a los residentes capturados, distribuir comida, tratar a los heridos, encarcelar a los semi-humanos capturados y otras cosas."
Neia asintió ligeramente.
"Ese edificio es bastante grande. Si los paladines estimaron que era una base, ¿no deberían haberlo investigado ya?"
Mientras que el Rey Hechicero fue el que había conquistado la ciudad, las muchas tareas variadas después de eso, se entregaron a los soldados-civiles y a los paladines para completarlas. En ese caso, seguramente habrían inspeccionado el edificio que era el objetivo del Rey Hechicero.
El Rey Hechicero dejó de caminar un momento y luego miró intensamente a Neia. Luego se encogió de hombros y siguió caminando.
"Ah, umu. En realidad, puse a mis subordinados fuera para asegurarme de que los paladines no se acercaran. Así que, dudo que ya lo hayan comprobado."
"¿Eh? Entonces, lo que dijo antes..."
"—Em Baraja-san. Te he dicho muchas cosas hasta ahora, pero, de vez en cuando sería mejor que consideraras las cosas por tu cuenta. Por ejemplo, la razón por la que somos nosotros los que vamos a investigar el edificio."
"¡Ah! ¡Sí, Su Majestad!"
El Rey Hechicero volvió a mirar la palma de su mano. Dentro de ella, había un ítem que una vez usó aquel semi-humano — el difunto Buser. El Rey Hechicero estaba evaluando el ítem mientras caminaba, usando el poder de la magia para examinarlo cuidadosamente.
Por lo que el Rey Hechicero dijo, la espada se llamaba "Lanzador de Arena", la armadura se conocía como "Caparazón Tortuga", el escudo se llamaba "Mérito del Lancero", las cubiertas de cuerno se llamaban "Carga sin Vacilación", los anillos eran "Anillo del Segundo Ojo" y "Anillo de Correr", mientras que la capa se llamaba el "Manto de Protección".
También parecía haber otros ítems mágicos como collares y similares. Aunque él dijo que ninguno de ellos poseía encantos impresionantes, el Rey Hechicero parecía muy contento con ellos.
Neia desvió la mirada de la espalda del Rey Hechicero hacia el suelo y entonces ella hizo lo que el Rey Hechicero dijo, que era considerar la razón por la cual el Rey Hechicero tuvo que investigar personalmente ese edificio. Sin embargo, no llegó a ninguna respuesta que la hiciera pensar, ¡Eso es!
Sin embargo, si ella le pidiera al Rey Hechicero la respuesta por esa razón, seguramente se quedaría sin palabras. El solo pensamiento de tener al Rey Hechicero decepcionado con ella y rechazándola de su lado, era demasiado aterrador.
Mientras intentaba desesperadamente encontrar la respuesta, el edificio ya había aparecido ante sus ojos.
Dos seres no-muertos — Altos Espectros — estaban en la entrada del edificio.
Al acercarse el Rey Hechicero, se apartaron para permitir que pasaran el Rey Hechicero y Neia.
"Esta… parece ser la residencia del antiguo señor de la ciudad."
Neia no estaba muy segura de qué noble había gobernado esta ciudad. Sin embargo, dado el tamaño de la ciudad, debe haber sido más que un barón, pero menos que un conde.
"Sí. Pero, ni siquiera los no-muertos han entrado en este lugar. Así que, ten cuidado. Podría haber más semi-humanos que aún no han sido sometidos."
"¡¿Eh?! ¡Su Majestad! Entonces—"
Dudó sobre si debía decir "Señor deberíamos parar", pero, la otra Neia en su interior, dijo en voz baja que estaría bien si fuera el Rey Hechicero.
"Tengo que estar aquí. Este es el cuartel general enemigo y podría ser la guarida del líder semi-humano. Mientras que la única razón para esa conclusión es porque este edificio es muy grande — podría haber un ser poderoso a la par de Buser delante de nosotros. Quiero atar todos los cabos sueltos de esta ciudad."
"¡Ah!"
Después de conocer la respuesta a la pregunta de hace un momento, Neia, de repente se golpeó la cabeza al darse cuenta. Al mismo tiempo, la gratitud fluía en su corazón por la compasión del Rey Hechicero.
¡No dejó que los paladines se acercaran porque podría haber enemigos poderosos dentro! A diferencia de lo que acaba de decir ahora, ¿podría ser que no estuviera dispuesto a contarme esto porque se sentía avergonzado de pelear como el protector de otra persona?
Aunque Neia sabía que, pensar de esta manera sobre el Rey Hechicero, era muy descortés, por alguna razón, sentía que el Rey Hechicero era un poco bonito.
"... ¿Y bien? ¿Lo entiendes?"
El Rey Hechicero le miró a la cara a Neia mientras hacía esa pregunta. Neia asintió con la cabeza y el Rey Hechicero parecía feliz al responder "Ah, eso es bueno".
De hecho, realmente está feliz de que pueda entenderlo... que gentil y amable es.
"¡Su escudera entiende por qué Su Majestad no desea llamar la atención de los demás!"
"... ¿Hm? Ah... exactamente. Entonces... lo entiendes, ¿verdad? No quiero destacar demasiado."
"¡Entendido!"
El Rey Hechicero parecía que estaba pensando en algo. Por alguna razón, eso también parecía muy adorable.
"... Ah— vamos entonces."
"¡Sí!"
Como escudera, sentía que estaba mal dejar que el Rey Hechicero saliera al frente, pero el Rey Hechicero no permitió que Neia caminara delante de él. Neia miró con admiración a la espalda de la generosa y magnánima persona que tenía ante ella. Mirar a un rey guiar desde el frente, era realmente una visión para hacer que su corazón se hinchara.
Después de pasar por la amplia entrada, Neia hizo una pregunta.
"¿Dónde empezaremos a buscar? No parece haber ninguna señal de otros alrededor..."
"Mm... tu vista y oído son muy agudos, Baraja-san, pero ¿qué tal tu sentido del olfato?"
"Sinceramente, no estoy muy confiada en mi sentido del olfato. Sin embargo, creo que soy mejor que la mayoría en ese campo. En cuanto al gusto, creo que el mío es un poco mediocre. Sin embargo, nunca antes había probado veneno, así que, no puedo ser una experta en venenos ni nada..."
"En serio. Entonces, ¿puedes detectar el olor de la muerte y el odio?"
Mientras decía "muerte y odio", su aura real de poder se envolvía a su alrededor.
"¿Muerte y odio?"
"—Por aquí."
El Rey Hechicero partió. No había rastro de vacilación en sus pasos. Caminó como si estuviera familiarizado con este lugar y con lo que tenía por delante.
Muerte y odio... estas cosas no deben tener olor... ¿o puede ser que Su Majestad, que es un no-muerto, pueda distinguir tales olores? ¡Eso significa que quien esté produciendo ese olor está esperando aquí!
Neia agarró el arco que le había dado el Rey Hechicero. Dependiendo de las circunstancias, ella tendría que servir como el escudo del Rey Hechicero y dar un paso al frente para disparar su arco. Sin embargo, no había podido hacer nada durante la batalla con Buser. Si no se hiciera más útil, no habría razón para que ella estuviera aquí.
No se encontraron con ningún semi-humano a lo largo del camino y en poco tiempo llegaron a una puerta del mismo tamaño que la que habían pasado antes. Era de acero y hierro y, por lo tanto, parecía muy robusta.
Había lo que parecía una puerta de prisión en medio de la residencia de un noble normal. Esta combinación llenó a Neia de una poderosa sensación de premonición. Era como si la hubieran lanzado a un lugar desconocido y escalofriante.
"Esto es..."
"Este es el lugar... puedes quedarte fuera si quieres, ¿lo sabes?"
Esa elección ni siquiera existía para Neia. Después de ver a Neia sacudir la cabeza, el Rey Hechicero se encogió de hombros y abrió la puerta.
La fuerza del Rey Hechicero abrió la puerta de hierro con facilidad. Sin embargo, era sorprendentemente gruesa, así que, debe haber sido hecha especialmente.
El Rey Hechicero entró en la habitación.
¡Oh no! ¡No puedo creer que dejé que Su Majestad entrara primero en ese lugar desconocido! ¡Soy una idiota!
Neia también entró apresuradamente en la habitación.
Mientras que la pesada puerta le había dado una idea de lo que podía esperar, el interior de la habitación parecía extraño. Le dio la impresión de ser una cámara de tortura — aunque solo había oído las descripciones de ellas.
Para empezar, no había ventanas.
Había clavos en la pared que brillaban con una tenue luz roja. Esto no era un incidente natural, sino una creación mágica.
Había una mesa y dos sillas de madera. Más adentro había otra puerta, también de hierro.
El Rey Hechicero estaba en el centro de la habitación, inspeccionando cuidadosamente cada uno de sus rincones. Fue entonces cuando Neia notó algo en la mesa.
"... Su Majestad. Esto parece un pedazo de papel, pero, ¿qué está escrito en él?"
El pedazo de papel que Neia recogió, estaba cubierto de caracteres ilegibles. Ciertamente no fueron escritas en el alfabeto del Reino Santo.
"Mmm... parecen estar escritas en letras del lenguaje demoníaco."
El Rey Hechicero sacó un monóculo de su bolsillo. Quizás había notado la mirada sorprendida en la cara de Neia, pero luego procedió a explicarle.
"Este es un ítem mágico que puede descifrar lenguajes escritos. Debido a que drena una gran cantidad de maná, Baraja-san, ¿sabes de algún humano que pueda descifrar estos caracteres?"
"¿Alguien con capacidad de comprender idiomas?"
"Efectivamente. O, al menos, alguien que sepa lo que son estas letras. También... cualquier ser humano que tenga un talento que le permita descifrar lenguajes."
"Mis más sinceras disculpas, no sé sobre eso..."
Neia era simplemente una escudera de la orden de paladines. No había tenido la oportunidad de entrar en contacto con información sobre gente como esa.
Cierto, ella había oído algunos rumores de sus amigos escuderos. Por ejemplo, "Mi amigo tiene un talento que le permite saber exactamente qué tan caliente está el agua. Por supuesto, nadie sabe la temperatura exacta", o "Mi pariente es un capitán de barco que puede caminar cinco pasos sobre el agua, pero, más que eso y se hundirá" y así sucesivamente. La mayoría de ellas eran habilidades que hacían que la gente suspirara y se callara. No había información sobre la gente que poseía habilidades de las que el Rey Hechicero quería saber.
"¿De verdad? Qué pena. ¿Crees que la capitana Custodio lo sabría?"
Seguramente la capitana de la orden de paladines habría entrado en contacto con todo tipo de inteligencia. Sin embargo, Neia no sabía qué pensar de Remedios. ¿Realmente asignaría la Capitana algún espacio en su cabeza para retener esa información?
"... Tampoco estoy segura de eso. Sin embargo, creo que sería mejor preguntarle al Vice-capitán."
"Bueno, eso es verdad. Si se lo pregunto..."
El Rey Hechicero probablemente tropezaba con sus palabras por la misma razón que Neia.
"Sin embargo, ¿qué piensa hacer si tal persona no existe?"
"¿Hmm? No tenía la intención de hacer nada. Pero, si hubiera alguien que pudiera descifrar la inteligencia que Jaldabaoth dejó atrás, nuestros futuros planes cambiarían, ¿no?"
Era una pregunta obvia que podría haber comprendido si hubiese pensado un poco, pero que necesitaba que el Rey Hechicero se lo explicara. Neia estaba casi insoportablemente avergonzada de hacer una pregunta tan estúpida porque ni siquiera había pensado en ella.
"Si no hay nadie que pueda traducir esto, entonces, tendré que gastar maná para descifrarlo. Sin embargo, al hacerlo, llegaría a un estado de desventaja en el que tendría que tener más cuidado con Jaldabaoth. Si me encontrara con Jaldabaoth después de gastar una gran cantidad de maná, mi única opción sería huir... aunque, esto me hace sentir curiosidad. Si es solo un pedazo de papel, lo leeré."
"¿Estará todo bien?"
"Sí. Solo necesito prestar más atención a mis reservas de maná."
El Rey Hechicero se puso su monóculo y miró el papel. Aunque no había signos visibles de activación, debería haber surtido efecto. El Rey Hechicero parecía que lo estaba descifrando ahora. Dicho esto, el Rey Hechicero no tenía ojos, así que, simplemente parecía que lo estaba leyendo.
Después de un rato, se quitó el monóculo.
"Después de todo, fue más maná del que esperaba."
Neia había visto a los sacerdotes tambalearse agitadamente después de usar una gran cantidad de maná, pero no vio señales de ello en el Rey Hechicero. Sin embargo, comparar al Rey Hechicero con un lanzador de magia promedio, era el colmo de la descortesía. Sí, debe haber sido porque tenía enormes reservas de maná.
Mientras Neia contemplaba esto, el Rey Hechicero se acercó a la puerta más adentro y suavemente abrió la abertura para ver.
Neia escuchó muchos sonidos débiles de respiración desde dentro y su nariz captó el olor de la sangre.
Agarró con fuerza su arco, pensando en escurrirse entre el Rey Hechicero y la puerta, pero, el Rey Hechicero la detuvo con su mano.
Significaba, no vengas aquí.
"Mm… Baraja-san. Los seres que usaban esta habitación no eran semi-humanos, sino demonios. La razón por la cual digo esto es porque este papel contiene detalles sobre los experimentos que los demonios estaban realizando."
"... ¿Experimentos demoníacos?"
Incluso sin más explicaciones, estaba segura de que estos experimentos no eran decentes ni apropiados por ningún motivo.
"Sí. Parecían haber hecho cosas como cortar los brazos y luego volver a unirlos a otras criaturas o cortar los abdómenes de los sujetos e intercambiar los órganos internos dentro de ellos. Empezaron con parientes consanguíneos como un grupo de control y se ramificaron en combinaciones de humanos y otras formas de vida — no solo semi-humanos, sino también animales — y luego los curaron con magia para ver qué cambios ocurrían."
"¡Qué experimentos tan horripilantes! Sobre todo, ese intercambio de órganos entre parientes consanguíneos y el intercambio de partes del cuerpo entre especies, ¿cómo alguien cuerdo puede pensar en ese tipo de cosas?"
"... Está bien. Después de llevar a cabo estos experimentos, es natural que quieran que sus sujetos de prueba vivan. En particular, querrán mantenerlos vivos el mayor tiempo posible hasta que averigüen por qué mueren."
Diciendo eso, el Rey Hechicero se giró a espaldas de la puerta. Entonces, indicó la puerta que estaba detrás de él sobre su hombro con el pulgar. Por alguna razón, Neia sabía lo que vendría después.
"Algunos de esos sujetos de prueba están ahí dentro. Siguen vivos a pesar de que les abrieron las entrañas."
Ella había anticipado esto, pero, la cruel realidad, tiñó la mente de Neia por un instante. Después de eso, ardió con odio hacia los demonios que habían llevado a cabo tales experimentos inhumanos.
"Em. ¡Baraja-san! Llama a los sacerdotes de inmediato. ¡Trae a la capitana Custodio también! ¡Deprisa!"
"¡Entendido!"
No había necesidad de cuestionar la razón por la que debían ser llamados. Neia corrió con todas sus fuerzas.
En un rincón de su mente, oyó una voz que le preguntaba ¿está realmente bien dejar solo a Su Majestad en este lugar?, pero esta fue una orden de un hombre poderoso que era a la vez digno de confianza y sabio. No había necesidad de preocuparse. Él no se equivocaría. La voz desapareció en un instante.
♦ ♦ ♦
Los sacerdotes abrieron la puerta y entraron en la habitación. La forma en que sus hombros temblaban por un instante, ilustraba las horribles condiciones dentro de las celdas mejor que las palabras.
Frente a ella, el Rey Hechicero le mostró el papel a Remedios y Gustav.
"Echa un vistazo a esto. Este papel contiene los nombres de las personas que están allí y lo que les ocurrió. Además, hay otros documentos con detalles similares escritas en ellos o, tal vez otras cosas, los planes de Jaldabaoth, por ejemplo. No estoy muy seguro de eso. ¿Podéis entender lo que está escrito en este papel?"
Remedios miró el papel y arrugó sus cejas e inmediatamente se lo entregó a Gustav.
Gustav también agitó la cabeza.
"No tengo idea. Pero Su Majestad lo entiende, ¿verdad?"
"Ah, sí, usando el poder de este ítem mágico. Sin embargo, este ítem drena una tremenda cantidad de maná. Ese maná debe conservarse para poder luchar con Jaldabaoth. Y lo que quiero saber es, ¿alguno de vosotros conoce a alguien que sepa leer estos caracteres? Cualquiera que tenga la oportunidad de entenderlo, serviría."
"No, no conozco a nadie así. Aunque siento que podría haber alguien como ellos entre los nobles del sur... pero creo que la posibilidad de eso es muy baja."
"Ya veo... entonces, ¿cómo vamos a manejar esto? Espero que os esforcéis más por descifrar esos textos."
"¿No podemos tomar prestado el ítem mágico de Su Majestad?"
"Me niego. Este es un tesoro de mi nación. Es igual a como no prestarías fácilmente la espada sagrada en tu cintura. Y para los lanzadores de magia como yo, estos ítems mágicos valen más que las espadas."
Remedios y Gustav se miraron una vez más.
"Lo entiendo. Entonces, trabajemos arduamente para resolverlo. Además... tenemos un nuevo problema. Parece que hay un grupo de Orcos cautivos. ¿Qué debemos hacer con ellos?"
Parecería que los Orcos no habían atacado el Reino Santo por voluntad propia, pero fueron traídos por Jaldabaoth. No proporcionaron ninguna información útil cuando fueron interrogados y la orden de paladines no sabía cómo tratarlos.
"Mm... lo entiendo. ¿Puedes decirme dónde están? ¿Puedes dejármelos a mí?"
"Sí. Gracias por las molestias."
Gustav menciono un lugar escabroso. Pero, como la ciudad no era muy grande, probablemente no se perderían.
Después de bosquejar un áspero mapa en su mente, la puerta de la celda se abrió y apareció un sacerdote que parecía totalmente exhausto.
"¡Ohhhh! ¡¿Qué pasó?! ¿Y la condición de la gente que está dentro?"
"Empezamos usando magia curativa en los supervivientes. Como esta es la primera vez que tratamos de curar a sujetos de experimentos tan inhumanos, nos quedaremos aquí y los observaremos. Si están bien, los sacaremos fuera. Al menos, eso es lo que pienso."
"Entendido. Luego, enviaremos paladines y milicianos para ayudarles a sacar a esta gente."
"Entendido, Capitana Custodio. Entonces, me iré, Su Majestad."
El sacerdote abrió la puerta de nuevo y volvió a entrar en la celda.
Después de ver salir al sacerdote y concluir que no quedaba nada por hacer, los cuatro fueron a sus respectivos destinos.
Naturalmente, el Rey Hechicero y Neia se separaron de los otros dos y se dirigieron a la ubicación de los Orcos.
"Dicho esto, puesto que hay demonios alrededor, sería bueno si tuviéramos a alguien que pudiera ver las formas originales de los metamorfos," dijo el Rey Hechicero mientras caminaba.
Mientras que no podían verificar la presencia de demonios en esta ciudad, el pedazo de papel con caracteres demoníacos en él, sugería la posibilidad de que podría haber demonios alrededor o que podría haber habido demonios aquí recientemente.
"¿Pueden transformarse los demonios?"
"Ahh, demonios como esos existen. Pueden transformarse en hombres, mujeres o incluso animales."
"Ya veo... Alguien con la habilidad de ver a través de los metamorfos — o un talento similar Mis más profundas disculpas. No he oído hablar de nadie con estas habilidades. Ah, no, he oído leyendas sobre esas cosas. Recuerdo haber leído sobre ellos en un libro. Sin embargo, si me preguntase si había alguno de ellos por aquí ahora..."
"… Parece que lo mejor sería volver a discutir este asunto con la capitana Custodio."
"¿Los metamorfos usan alguna forma de ilusión? Estoy más familiarizada con trucos insignificantes como ilusiones."
"Para empezar, el metamorfo usa un sistema muy diferente de las ilusiones, pero explicar eso llevará mucho tiempo, así que me lo saltaré por ahora. Sin embargo, despreciar las ilusiones es muy peligroso, ¿sabes? Las ilusiones son un tipo de hechizo que se vuelve más espantoso cuanto más hábil es el lanzador. Además, hay algunos ilusionistas que no están satisfechos con un entendimiento superficial y eligen especializarse en ese camino."
"¿Así que, se especializan?"
"Ahh, sí. Por ejemplo, hay hechizos como「Ilusión Perfecta」que pueden desafiar los cinco sentidos. Y más allá de eso, hay quienes han refinado sus ilusiones hasta el límite máximo, quienes pueden usar cierta habilidad una vez cada pocos días para engañar al mundo mismo."
Una ilusión que podría engañar al mundo estaba más allá de su capacidad de imaginar.
"Ah, ¿cómo funciona exactamente esa ilusión mundial?"
"Por lo que sé, es un hechizo que te permite reescribir cualquier aspecto del mundo, creo. Bueno, simplemente hablando, usando una ilusión como esa podrías traer a los muertos de vuelta a la vida."
"¡¿Eh?! Hablamos de una ilusión, ¿verdad?"
"Oh sí. Una ilusión que engaña al mundo — el máximo secreto de esta habilidad. Al engañar al mundo mismo, una ilusión puede hacerse realidad."
Todo lo que pudo pensar fue Wahhh~ Incluso si uno dijera que el pináculo de la ilusión podía hacer tal cosa, era tan increíble que ella no entendía lo que él estaba diciendo.
"Entonces, ¿nadie administra los Talentos Innatos de este país?"
"No, nunca he oído hablar de ello antes. ¿El reino Hechicero hace tales cosas?"
"Mi país tampoco tiene esa práctica. Planeo hacerlo en el futuro, pero eso requerirá un esfuerzo considerable... podría terminar siendo una cuestión de diez o más años en el futuro."
El Rey Hechicero ya había previsto en su mente los acontecimientos de los próximos diez años. Esta era la diferencia entre un rey y un plebeyo.
En otras palabras, una diferencia tremenda.
♦ ♦ ♦
Los Orcos se encontraban en un edificio cuyas ventanas estaban cerradas desde el exterior. Era una estructura bastante grande, probablemente la segunda o tercera más grande de la ciudad.
Había muchos paladines reunidos en la entrada. Parecería que estaban en guardia contra lo que había dentro.
Después de ver al Rey Hechicero acercarse, los paladines se postraron ante él para expresar su respeto.
"He oído de la Capitana Custodio que los Orcos están en este edificio. ¿Puedo entrar?"
"¡Sí! ¡Por supuesto que puede, Su Majestad!"
"Entonces, deberías salir de este lugar y volver a lo que debas hacer."
Los paladines miraron hacia arriba.
"Pero la Capitana nos ordenó estar estacionados aquí. No podemos dejar nuestros puestos."
"... Si ella lo hizo entonces. Retiro mis palabras anteriores."
Dicho esto, el Rey Hechicero pasó entre los paladines y abrió la puerta. Naturalmente, Neia lo seguía.
Había un olor amargo en el aire que quemaba la nariz de Neia. Esto no era gas venenoso, pero el olor le recordaba a Neia cuando una vez había seguido a un paladín a la cárcel. Además, había otros olores mezclados con él — olores que la hacían querer vomitar.
"Esto es...
Cuando escuchó a la Capitana mencionarlo antes, había pensado que por qué los Orcos habían sido traídos especialmente.
Neia sabía que estaba a punto de aprender la verdad, pero, al mismo tiempo, desplegó las alas de su imaginación. Si esto no fuera solo un problema al que se enfrentaron los Orcos, si hubiera una gran alianza contra Jaldabaoth, ¿los semi-humanos que querían luchar contra él, se unirían a su estandarte?
Mientras Neia pensaba todo esto, el Rey Hechicero seguía abriendo puertas mientras avanzaba. Se podría decir que dejar al Rey Hechicero ir primero, era una cuestión de rutina ahora.
Cruzaron habitaciones y pasaron por pasillos.
Caminando, se dio cuenta de que este lugar era más sucio que una cárcel.
El lugar estaba sucio con sangre, vómito y otros desechos. Las condiciones aquí eran tan terribles que no había forma de imaginar lo que había ocurrido.
Los Orcos eran semi-humanos del tamaño de un hombre, con rasgos faciales de un cerdo. Se decía que eran una especie que amaba la limpieza. No estarían felices de vivir en un lugar así.
Neia observó el dobladillo del manto del Rey Hechicero. Mientras ella estaba preocupada por cómo se manchaban sus magníficas prendas, no podía decirle que esperara afuera tampoco. Después de todo, nadie podría hablar por el sabio Rey Hechicero.
Pronto, los agudos sentidos de Neia captaron rastros de muchas criaturas que respiraban y se movían delante de ella y también lo que sonaba como niños llorando y madres tratando de consolarlos.
¿Orcos...? ¿No humanos?
Neia estaba confundida. Ella nunca había considerado la posibilidad de que los Orcos pudieran tener familias y criar hijos. Los Orcos que vinieron al Reino Santo eran invasores. Eran enemigos odiados. Por lo tanto, había dejado de pensar en ellos en cualquier otro sentido.
Cuando Neia se hundió en la confusión, el Rey Hechicero abrió la puerta.
El asqueroso olor se intensificó y hubo varios gritos.
"¡Un no-muerto!"
"¡Es un esqueleto! ¡¿Por qué?!"
"¡Esos bastardos humanos! ¡Nos vendieron a los no-muertos!"
"¡Realmente están usando no-muertos! ¡Esos asquerosos humanos!"
"¡Mamá—! Sálvame—"
"¡¡Mi hijo—!!"
El Rey Hechicero se detuvo en la entrada. Seguramente hasta el Rey Hechicero estaría desconcertado por esto.
"¡Ah... ejem! ¡Silencio!"
Después de que el Rey Hechicero gritó su orden, la ruidosa habitación se calló. Por supuesto, eso fue solo por un momento. Inmediatamente se llenó de nuevo con un ruido que era varias veces más fuerte que antes. Lloraban por las mismas cosas. No, parecía haber más voces que lamentaban su suerte y rogaban misericordia para sus hijos, independientemente de lo que les pasara a ellos.
"... Haaah."
El Rey Hechicero suspiró, como si estuviera cansado. Después de eso... golpeó la puerta. Sus manos huesudas y blancas poseían un poder increíble y la puerta rebotó, balanceándose hacia afuera hasta que golpeó la pared con un sonido increíble. Los semi-humanos se quedaron en silencio inmediatamente.
"Cállense. El próximo que hable sin permiso será mejor que esté listo para morir."
El Rey Hechicero dio un paso hacia una habitación que parecía haber quedado congelada en silencio — con algunos padres intentando desesperadamente cubrir la boca de sus hijos — y los semi-humanos se alejaron de él.
"No vine aquí para mataros. Al contrario, estoy aquí para salvaros."
Por lo general, Neia, la humana, tendría mucha dificultad tratando de leer el rostro de un semi-humano como un Orco. Sin embargo, esta vez, Neia tenía absoluta confianza en sí misma.
Cada uno de ellos estaba mirando como, "De ninguna manera".
"Explicároslo a todos a la vez es problemático. Enviad un representante."
Un momento después, un Orco parecía que estaba a punto de levantarse, pero el Orco que estaba junto a él lo detuvo. Sin embargo, aun así, dio un paso adelante.
Podría haber sido un Orco flaco, pero una vez había poseído un cuerpo fuerte.
"... ¿Puedo asumir que tú eres el representante?"
El Orco no dijo nada y simplemente asintió.
"... ¿Qué pasa? ¿Por qué no hablas?"
"Ah, ¿tal vez sea porque Su Majestad les ordenó que se callaran hace un momento?"
"Aunque sentí que había dado mi permiso, parece que nadie lo entendió así. Orco, tú que te has acercado, te permito hablar. Empieza por decir tu nombre."
"Soy Dyel de la tribu Gan Zu — Dyel Gan Zu."
"—Dyel, entonces. Esta es mi primera pregunta. ¿Hay gente aquí que no conozcas o cuyas personalidades hayan cambiado drásticamente?"
"No, no hay nadie así."
"Siguiente, dime por qué fuiste encarcelado aquí."
"... Conoces a ese demonio llamado Jaldabaoth, ¿verdad?"
"Por supuesto que sí. Él es mi enemigo. Más bien, podrías decir que vine aquí — al Reino Santo — para matarlo."
Sus rostros seguían decían "De ninguna manera", como se esperaba. De hecho, Neia pudo haber pensado lo mismo antes de llegar a entender al Rey Hechicero. Sin embargo, Neia era diferente ahora.
Neia miró el perfil del Rey Hechicero y luego habló.
"Es como dice Su Majestad. Soy una persona de este país. En ese caso, deberían ser capaces de entenderle, ¿no? Jaldabaoth lideró un ejército aliado de semi-humanos para invadir el Reino Santo."
La cara de Dyel cambió ligeramente.
"Espera, un humano... probablemente, mujer."
¿Qué querían decir con ‘probablemente’?, pensó, pero, para Neia, juzgar el sexo de un Orco sería muy difícil. Probablemente sería lo mismo para ellos también.
"No atacamos este país. Nadie de las tribus orcas debería haber ayudado a Jaldabaoth. Por eso nos trajo, quienes lo desafiaron, a este lugar."
"¿Y qué hizo Jaldabaoth después de traerlos aquí?"
La pregunta del Rey Hechicero parecía suscitar una poderosa reacción de Dyel y los otros Orcos. Los Orcos que parecían madres, abrazaron a sus hijos con fuerza. Después de eso, hubo sonidos de gemidos y vómitos."
"... ¿Qué ha pasado aquí, es grave?" El Rey Hechicero no pudo evitar decirlo.
"Ah, parece que hice una pregunta que no debí haber hecho. ¿Les traigo un poco de agua? ¿O quieren algo más?"
La actitud del Rey Hechicero parecía haber cambiado. Por alguna razón, parecía muy nervioso. Tal vez se sintió culpable por preguntar a los Orcos sobre una pregunta que había desenterrado malos recuerdos. Aunque podría ser un poco descortés pensar en él de esa manera, el Rey Hechicero parecía un padre tratando de consolar a otro niño que su propia descendencia había llevado a las lágrimas.
Esto es algo que solo un rey que consideraba humanos y semi-humanos como sus ciudadanos, puede hacer.
Para el pueblo del Reino Santo, los semi-humanos eran el enemigo. Por lo tanto, bajo circunstancias idénticas, no dirían nada amable o reconfortante.
"No queremos nada más. Pero, te rogamos que no nos preguntes qué pasó. Te disgustaría oírlo y fue un infierno para nosotros. Si nos ordena que hablemos de ello lo haremos, pero ruego que lo haga lejos de los demás. Por favor."
Después de escuchar los sollozos y el llanto de las orcas femeninas, Neia empezó a sentir un poco de miedo por lo que les había pasado.
"... Qué incómodo" El Rey Hechicero murmuró para sí mismo, pero había pasado tanto que Neia no sabía a qué se refería.
"Ah, erm, bueno. Ya que parecéis ser enemigos de Jaldabaoth, ¿por qué no discutís el asunto de unir fuerzas con nosotros, ya que, tenemos un enemigo común?"
Dyel movió su mirada hacia abajo.
"Una vez habíamos pensado en pelear, pero ahora ya no pensamos en esas cosas. Nos han quebrado las cosas desalmadas que pasaron aquí. Ya no tenemos la voluntad de luchar."
"Entonces, si te libero, ¿qué harás?"
"Si es posible, nos gustaría volver a nuestros pueblos. Si todavía hay gente que está a salvo allí, nos gustaría llevarlos y correr lejos, lejos, hasta que encontremos un lugar donde Jaldabaoth no pueda alcanzarnos."
El Rey Hechicero asintió.
"Entonces, vengan al dominio que yo gobierno— "
"—¡Por favor, permítanos negarnos! Soy muy consciente de que esto le molestará, pero, aunque estemos de acuerdo en esto, seguramente huiremos una vez que lleguemos a un lugar donde podamos escapar. Sin embargo, la traición es un acto bajo y vil. Entonces, debemos negarnos aquí, ya que, lo que nos espera es una muerte que no será tan agonizante."
"Qué…"
El Rey Hechicero, probablemente estaba un poco desconcertado por este rechazo incondicional. Sin embargo, Neia entendió muy bien lo que Dyel estaba pensando. Eso fue porque hasta que conoció al Rey Hechicero, Neia había sentido que los no-muertos eran el enemigo de todos los que vivían.
"... No, pero, mi dominio no es un lugar temible, ¿sabes? Hay muchos semi-humanos que viven allí."
"¡Estás mintiendo! ¡Suena como una mentira! ¡Nosotros, no seremos engañados! Estás hablando de no-muertos semi-humanos, ¿no?"
Dyel parecía haberse vuelto loco, pero él era como ella en el pasado. Entonces, como alguien que tenía alguna experiencia en estos asuntos, debería contarle sobre el verdadero rostro del Reino Hechicero.
"Su Majestad está diciendo la verdad. Él es un gran hombre que, siendo no-muerto, posee también un corazón lleno de compasión por todos los seres vivos. Él ama a los niños, gobierna a los semi-humanos justamente y recibe el respeto de sus subordinados. Como prueba de eso, incluso han construido enormes estatuas que asombran a todos los que las ven..."
"—Em. ¡Baraja-san! En serio, eso es suficiente..."
"¡Pero, Su Majestad!"
"Por favor... no digas más..."
Como él había dicho "por favor", ella no tenía más remedio que callarse.
"¡Humana!, ¿te han lavado el cerebro?"
"Claro que no. He visto el reino de Su Majestad con mis propios ojos. El primer semi-humano que vi fue un naga."
Los semi-humanos se miraban el uno al otro en medio de un alboroto. Hubo voces preguntando "¿Qué es un naga?", pero fueron ignoradas.
"Además, vi un semi-humano parecido a un conejo. No soy ciudadana del Reino Hechicero. Por lo tanto, mi tiempo allí fue corto. Aun así, me bastó para entender lo que estaba pasando. La gente que vivía allí no tenía en sus rostros miradas doloridas y asustadas como tú. Y, por supuesto, ninguno de ellos estaba cubierto de cortes y moretones como tú."
Los semi-humanos miraron a sus cuerpos delgados como palos. Sus músculos se habían marchitado y eran poco más que piel y hueso.
"Es como dice Baraja-san. Sin embargo, aunque diga eso, probablemente no me creeréis. Sin embargo, una vez que os convirtáis en mis vasallos, no permitiré que volváis a sufrir tanta crueldad. Os los juro bajo mi nombre, Ainz Ooal Gown. La razón de eso es porque todo lo que gobierno me pertenece a mí. Si se daña, es lo mismo que dañar mi propiedad. Y podéis estar tranquilos. Si no queréis aceptar mi reino, no os obligaré a hacerlo. Vivid como queráis. En cualquier caso, me prepararé para enviaros de vuelta a vuestras casas."
"... ¿Por qué estás siendo tan amable con nosotros?"
Era la primera vez que Dyel había dejado de lado sus ideas preconcebidas. Neia podía sentir que miraba al mismísimo Rey Hechicero.
"Kuku... Deseo derrotar a Jaldabaoth. Por lo tanto, los semi-humanos que están bajo su mando son bastante problemáticos. Tenerlos de vuelta a sus pueblos también erosiona su poder."
"¿Qué quieres decir?"
"A diferencia de Jaldabaoth, yo soy un rey misericordioso. Si corres la voz por mí, eso, seguramente esparcirá el descontento entre sus fuerzas e incluso podría haber quienes decidan revelarse y apoyarnos, ¿no crees?"
"Ya veo, así que, así es como es."
Era difícil para la gente poner su fe en los beneficios que se les ofrecían sin condiciones, pero una transacción mutuamente beneficiosa era más digna de confianza. Parecería que la misma lógica aplicaba a los semi-humanos.
"Sin embargo, ¿no crees que eso será difícil? Muchos de los vasallos de Jaldabaoth son maníacos sedientos de sangre. Aunque propagáramos la palabra en nuestros pueblos, no tendría mucho efecto."
"Eso también está bien. Tengo la intención de usar todo lo que pueda usar. Y si Jaldabaoth lleva a cabo un reino de terror, podría haber semi-humanos que también lo traicionen. Hablando de eso, ¿no me ayudarás a luchar contra Jaldabaoth?"
"... No podemos. Te lo hemos dicho antes, ¿verdad? No tenemos la voluntad para eso ahora."
"Hah. Es una pena. ¿Y todavía no desean venir al Reino Hechicero?"
"De hecho, sería bueno vivir bajo la protección de un ser poderoso como usted. Sin embargo, esta no es una decisión que pueda tomar solo. Dependiendo del resultado de mi discusión con los demás, podríamos acabar confiando en ti."
"¡Dyel!"
"Donbass. Sé lo que quieres decir. Sin embargo, con la aparición de Jaldabaoth, un demonio contra el que estamos indefensos, no podemos proteger nuestros pueblos por nosotros mismos. Al final, esto es lo que será de nosotros".
El Orco llamado Donbass se mordió el labio y miró hacia abajo. También entendió ese punto.
"¿Es eso cierto? Si vienen a mi país, entonces, yo, el Rey Hechicero, les ofreceré todo mi apoyo. Muchas especies viven en mi tierra. En ese momento, espero que trabajéis con ellos, que viváis con ellos como gente de mi país."
El tono del Rey Hechicero se suavizó.
Los semi-humanos eran vistos como enemigos en el Reino Santo, pero, en el Reino Hechicero eran vistos como seres con los que se podía coexistir. ¿De dónde surgió esta enorme diferencia? Cuando Neia lo pensó, inmediatamente encontró la respuesta.
Es por Su Majestad, ¿eh? Porque Su Majestad posee un poder increíble. Como pensaba... el poder es lo que importa, ¿eh?
"De acuerdo, entonces, después de esto, os daré las raciones que necesitaréis hasta que regreséis a vuestras aldeas. Además, yo os daré soldados para que os defiendan. Volver a casa con esos cuerpos vuestros requerirá mucho tiempo y esfuerzo."
"¿Irías tan lejos por nosotros?"
"Claro que lo haría. Llorad y gemid con gran llanto por la generosidad y magnanimidad del Reino hechicero y difundid mi nombre. Después de esto, Baraja-san, ¿podría molestarte en pedir que salgas de la habitación? Estoy a punto de usar un secreto nacional del Reino Hechicero que no pretendo dejar ver a nadie de otro país."
"Entendido".
Neia salió de la habitación después de contestar y se sintió un poco sola. Las palabras del Rey Hechicero tenían sentido y, aunque podía entenderlas, no podía aceptarlas.
Mientras ella estaba fuera de la puerta rota, los ruidos respiratorios de los Orcos desde dentro de la habitación empezaron a disminuir. Era como si se estuvieran desvaneciendo de la habitación, pero, en realidad, ese era probablemente el caso.
El Rey Hechicero dijo una vez que, mientras recordara un lugar, podría teletransportarse a él. Debe haber usado un hechizo así.
Pronto, la habitación estaba en silencio. Un momento después, el sonido de los pasos se acercó a Neia. Mientras su mente registraba ese hecho, vio que, la única persona al otro lado de la puerta, era el Rey Hechicero.
"Perdona la larga espera."
"No, no pasó mucho tiempo."
La habitación estaba vacía. Debe haber usado magia más fuerte de lo que Neia podía imaginar para teletransportar a todos los Orcos. O quizás había utilizado otros medios y los había teletransportado con algún ítem.
"Entonces, vamos a reunirnos con la Capitana Custodio y escuchar sobre nuestros futuros planes."
"¡Sí! ¡Su escudera lo entiende!"
♦ ♦ ♦
Después de salir del campamento de los Orcos, los dos le preguntaron a un paladín que conocieron en el camino sobre la ubicación de Remedios. No había rastro de ella en el edificio al que fueron dirigidos, pero Gustav estaba allí.
"¡Ohhhhhh! ¡Su Majestad! Estábamos a punto de invitarle."
Gustav parecía completamente diferente de cuando lo conocieron. Era vivaz, como si la luz de la esperanza se hubiera derramado sobre él y su voz también se había animado. ¿Había aparecido algo que hubiera cambiado la situación actual? Tal vez el Rey Hechicero tenía la misma pregunta en su corazón y entonces preguntó.
"¿Qué ha pasado? ¿Recibiste buenas noticias?"
"¡Sí! Hay una persona muy importante que debe ver. Vamos, por aquí."
Si querían presentarle a alguien, debía ser un noble poderoso o alguien relacionado con la familia real.
El Rey Hechicero — seguido por Neia por alguna razón — fue guiado a cierta habitación por Gustav.
Contenía varias sillas de madera simples. Remedios estaba sentada allí, al igual que un hombre delgado.
Los dos se giraron para mirar al Rey Hechicero mientras entraba y ambos se levantaron para darles la bienvenida.
"Este es el hermano real en cuyas venas corre la sangre de nuestra Rey Santo, Caspond-sama."
De hecho, su rostro se asemejaba al perfil del segundo Rey Santo que adornaba las monedas de oro del Reino Santo. Neia parpadeó ante el hecho de que alguien así había sido encarcelado aquí.
"Caspond-sama. Este es el rey del Reino Hechicero, Ainz Ooal Gown, Su Majestad Ainz Ooal Gown, ha venido a ayudar a nuestra nación."
"¡Ohhhh! Las palabras no pueden expresar mi gratitud, Su Majestad. Es un honor conocerle. Como otros han dicho, soy el hermano que fue eclipsado por mi extraordinaria hermanita."
Como miembro de la realeza, dijo algo a lo que era muy difícil responder, Remedios tenía una mirada puesta en su cara que parecía decir, ¿te estás burlando de ella? Aun así, él era el siguiente sucesor para la posición de la fallecida Reina Santa, así que, ella no podía poner la misma actitud que había tenido todo este tiempo. Así, Remedios simplemente lanzó sus ojos hacia abajo.
"Ahhhh, ya veo. Un honor conocerle, Hermano Real-dono."
Entonces, sus ojos se encontraron de nuevo.
Neia miró y se preguntó qué estaban haciendo y, un momento después, el Rey Hechicero extendió su mano, la cual tomó Caspond.
Darse la mano era una práctica que nació entre los que tenían un estatus de importancia en la sociedad.
Cuando uno comparaba a un hombre que estaba simplemente en la línea de sucesión al trono con alguien que gobernaba un país propio, por muy pequeño que fuera, este último tendría un estatus más alto. El hecho de que este último también estuviera ayudando al país del primero solo servía para acentuar su importancia. El hecho de que el Rey Hechicero no hubiera extendido inmediatamente su mano, era probablemente una señal de respeto al otro lado.
En verdad, es un hombre considerado y generoso.
Eso convenció a Neia. Por el rabillo de su ojo, vio que Caspond también asintió con la cabeza y hacía ruidos de aprobación.
"Su Majestad, pido disculpas por saludarle con este atuendo de mala muerte. Hubiera estado bien si me hubiera cambiado antes de su llegada, pero..."
"No hay nada de qué avergonzarse. La ropa no puede degradar a un hombre de clase. Debe estar exhausto de su prolongada prisión. ¿No se sentará antes de hablar?"
"Agradezco su amabilidad. Entonces, por favor, permítame hacer uso de su buena voluntad."
El Rey Hechicero fue el primero en soltar su apretón de manos y Caspond se sentó después de hacerlo.
"En cualquier caso, me alegra ver que Su Alteza se encuentra sano y salvo. Pero, ¿cómo es que lo encarcelaron aquí?"
"Eso fue porque huí aquí. El barón Bagnen me cuidó muy bien. ¿Cómo está él? Capitana Custodio. Creo que te lo llevaste después de hablar conmigo."
"Las heridas del barón Bagnen no son graves y su vida no corre peligro. Sin embargo, debido a su pobre condición física y gran agotamiento, aún está dormido."
"¿No pueden los sacerdotes usar su magia para ayudarlo? Ahora es el momento de hacer uso de su intelecto, ¿no?"
"Los sacerdotes han agotado su maná restante para curar a los heridos y están descansando. Me disculpo sinceramente, pero, si la situación no es crítica, creo que es mejor dejar que conserven su maná."
"Si ese es el caso, entonces, no se puede evitar, Capitana. Sin embargo, él fue quien me trajo aquí y luchó desesperadamente para protegerme. Si es posible, por favor... Entiendes lo que estoy diciendo, ¿verdad?"
No fue Remedios, sino Gustav quien asintió profundamente.
"De acuerdo, entonces, hay una cosa que debo comprobar primero. ¿Hay alguien en este país que pueda ver a través de los metamorfos o ilusiones?"
"¿Por qué lo pregunta, Su Majestad?"
"Eso es porque me preocupa que los demonios usen magia para esconderse entre la gente encarcelada."
Caspond miró a Remedios.
"Capitana, ¿puede responder a la pregunta de Su Majestad?"
"Ah, mis disculpas. Por favor, responda en mi nombre, Vice-capitán. No recuerdo a nadie así."
El Rey Hechicero respondió con un "Mm—" y se hundió en contemplación. Caspond entonces le hizo otra pregunta a Remedios.
"Si preocupa tanto al Rey Hechicero, eso indica claramente que esta debe ser una cuestión vital. Se lo preguntaré de nuevo. ¿Puedes jurar a los dioses de que no lo sabes?"
Los dos paladines asintieron y, luego, la mirada de Caspond se volvió hacia Neia. Seguro que no conocería a una escudera como ella, ¿verdad? Mientras Neia pensaba eso, ella también asintió apresuradamente.
"Así que, ni siquiera la escudera Baraja lo sabe... ¿qué pasa? Pareces desconcertada. He oído tu nombre de la Capitana. Estoy muy agradecido de que pueda servir al lado de Su Majestad."
"¡Mi más profundo agradecimiento!"
Neia se inclinó rápidamente ante Caspond.
"Pues sí. Ella es excepcional. Me gustaría una seguidora así."
"Qué, seguramente, debe estar bromeando..."
La voz de Neia temblaba. Mientras la veían en ese estado, el Rey Hechicero y Caspond se rieron alegremente. Luego, reanudaron su — aunque el Rey Hechicero no tenía expresiones faciales, por supuesto — aspecto serio.
"Aunque me avergüence admitir mi ignorancia, ¿tienen los demonios el poder de transformarse en otras personas?"
"Los demonios pueden tomar forma humana para pasar inadvertidos entre la gente, pero eso no significa que puedan transformarse en otros. Es simplemente que pueden tomar la forma de humanos, no que pueden imitar las apariencias de cualquiera. Por lo tanto... si la gente encarcelada no es conocida, habrá que tener cuidado."
"En ese caso, necesitaremos que la gente que fue capturada responda por los demás..."
"Ahora, las ilusiones son más molestas. Con ilusiones, uno puede asumir los rostros de otros. Por ejemplo..."
El Rey Hechicero lanzó un hechizo y su rostro esquelético se transformó en el de Caspond.
"Esto es una ilusión. Sin embargo, ilusiones de bajo nivel como esta podrían cambiar el aspecto, pero no la voz. Además, no pueden imitar los recuerdos y pensamientos, naturalmente. Por lo tanto, serán inmediatamente expuestos si alguien cercano al sujeto les habla."
La cara del Rey Hechicero retomó su forma esquelética.
"Hay muchas maneras de disfrazar la ropa y la voz. Por lo tanto, la mejor manera es hablarles y comprobar si existe alguna incoherencia."
Sus preguntas a los Orcos deben haber sido para protegerse de eso, meditó Neia.
Como se esperaba de Su Majestad. Sus consideraciones son sorprendentemente minuciosas.
"Ya veo... bueno, has oído eso, ¿no? Ve a comprobarlo inmediatamente."
"Un momento, por favor. También hay que considerar la posibilidad de que un demonio se vuelva loco una vez expuesto. ¿No crees que sería mejor dejar que una persona poderosa como la Capitana Custodio se quede a su lado para protegerlo?"
"Ya veo. Lo entiendo. Realizaré investigaciones con la Capitana como testigo."
Gustav inclinó la cabeza.
"Hermano Real-dono. Eso es todo lo que quería comprobar. Si tienes más que decir, entonces, adelante."
"Entonces... Su Majestad. En cuanto a nuestros planes futuros, creo que es necesario que nos dirijamos al sur, nos unamos a las fuerzas locales y luego lancemos un ataque a gran escala. Eso es porque había varios nobles encarcelados conmigo y quiero pedirles que vean quién puede prestarnos su poder. Ese es el plan que pretendo adoptar."
"Mm. No entiendo a los nobles de este país, así que, si te parece lo mejor, por supuesto... Pero, ¿no atacarás los otros campos de prisioneros y rescatarás a los prisioneros allí?"
"Aún no es el momento para eso. Llevar a muchas personas a las zonas controladas por Jaldabaoth es muy llamativo y nuestro ritmo de avance será muy lento. Deseo evitar un resultado donde perdamos más de lo que ganemos ayudando a otros."
"... ¿Por qué no dejar que los civiles huyan al sur mientras nosotros atacamos los campos de prisioneros?"
"Capitana Custodio. Se le permitió estar presente, pero no pedí su opinión."
Caspond hablaba en un tono completamente diferente al de su discurso ante el Rey Hechicero.
Remedios apretó los dientes mientras reprimía su ira.
"También apruebo la opinión del Hermano Real... no, Caspond-dono. Sin embargo, ya han tomado varios campos de prisioneros, incluyendo este lugar. Imagino que pueden seguir aplicando hábilmente la experiencia adquirida aquí, ¿no?"
"No haremos nada", —Caspond se encogió de hombros— "No creo que podamos recuperar esta tierra sin muertos ni heridos. El número de bajas aumentará de decenas, a cientos y a miles. Hay algo más que es más importante que esto."
Mientras escuchaban sus palabras, que desechaban al pueblo, Neia vio miradas de conmoción en las caras de Remedios y Gustav. En cuanto a Neia, todo lo que ella pensaba era, eso es todo a lo que se reduce la realeza ordinaria.
"Caspond-sama, usted ha cambiado. En el pasado, era un gran hombre tan amable con las masas como Su Majestad Santa."
"¿Qué es esto, Capitana Custodio? ¿Estás decepcionada? ¡Hmph!"
La cara de Caspond se retorció. Sus labios se rizaron, mostrando sus dientes. Su mirada afilada como una navaja estaba llena de burla.
"Tu corazón sería tan retorcido como el mío si hubieras probado el mismo infierno que yo. Ya no puedo hablar más de cosas triviales como antes. Fue asqueroso... lo que nos hicieron... supongo que aún no lo has oído. Entonces, ve a buscar a alguien y pregúntale. Así sabrás exactamente lo malvados y blasfemos que son los demonios."
Era como una persona completamente diferente o, quizás sería más preciso decir que su personalidad reparada a la fuerza había resurgido de nuevo.
"Si es posible, me gustaría matar a todos esos semi-humanos..."
Miró al Rey Hechicero, que se encogió de hombros y respondió.
"Puedes hacer lo que quieras después de interrogarlos. Ya he liberado a los Orcos."
"Eso no se puede evitar, entonces. Qué pena. Bueno, los Orcos saborearon la miseria a nuestro lado... aunque, ¿podrías entregármelos a cambio de la espada sagrada?"
"Soy un lanzador de magia. ¿Qué haría yo con una espada aunque me la dieras?"
Caspond se rio entre dientes ante la juguetona respuesta del Rey Hechicero.
Por otro lado, el rostro en blanco inexpresivo de Remedios contrastaba con los pálidos rasgos de Gustav.
Sonaba como una broma, pero Caspond, probablemente hablaba en serio.
El cuerpo de Neia temblaba. Pensar que odiaba tanto a los semi-humanos encarcelados que estaba dispuesto a entregar un tesoro nacional solo para tenerlos en sus manos... ¿qué demonios le había pasado?
"¿Así que, abandonarás esta ciudad?"
"Me gustaría si pudiera. Pero, antes de eso, quiero entrevistar a algunos de los prisioneros y enviar mensajeros al sur. Creo que eso tomará una semana como mucho. Cuando recuperemos esta tierra, le ofreceré una recompensa que corresponde a su amabilidad, además de lo que la Capitana Custodio ya haya arreglado."
"Lo espero con ansias."
♦ ♦ ♦
El Rey Hechicero se fue con Neia un minuto después. Entonces Caspond dijo: "Está bien. Como el Rey Hechicero ya se ha ido, vayamos al evento principal."
"Sí. Proteger a tantas personas a la vez será muy difícil. Si es posible, creo que necesitaremos que nos presten refuerzos del sur o quizás consigamos algún tipo de transporte como caballos y carruajes."
Caspond sonrió fríamente mientras escuchaba la sugerencia de Gustav.
"¿Qué tonterías estás diciendo? ¿Quién dijo que estamos hablando de eso?"
"¿No se supone que debemos considerar cómo movernos al sur?"
"Déjame hablar claro. No huiremos al sur de inmediato. Lucharemos con el ejército de Jaldabaoth aquí."
"¡Eso es demasiado precipitado!"
Mientras escuchaba las palabras de Gustav, Remedios continuó hablando.
"Mientras tengamos las murallas de la ciudad, acabaremos cuando estemos rodeados y la comida se acabe. Soportar un asedio sería una tontería sin refuerzos con los que contar."
Aunque Remedios puede que no sea muy buena para pensar, ella era muy confiable cuando se trataba de la batalla. Gustav asintió mientras escuchaba las confiadas palabras de su capitana.
"Aun así, debemos luchar aquí."
Mientras los dos se volvían para interrogarlo, Caspond sonrió fríamente y se explicó.
"Tú también lo oíste, ¿verdad? El Rey Hechicero está conservando su maná para la batalla con Jaldabaoth..."
Después de ver a Gustav asentir, Caspond continuó.
"Eso sería problemático. Después de derrotar a Jaldabaoth y llevarse a las doncellas, el Rey Hechicero regresará al Reino Hechicero. Antes de eso, necesitamos que disminuya la cantidad de semi-humanos que han invadido esta nación. Por lo tanto, debemos ponernos en una situación desesperada."
"Pero, nuestro acuerdo con el Rey Hechicero..."
"Cada vez que el Rey Hechicero mata con su magia a varios semi-humanos, menos gente del Reino Santo se perderá, ¿no? ¿Cuál elegirás? ¿Tu pacto con los no-muertos o las vidas de civiles inocentes del Reino Santo?"
Gustav tenía una mirada amarga en la cara, mientras que Remedios respondió.
"Los inocentes del Reino Santo, por supuesto."
"Así es como es, Capitana. Por lo tanto, debemos hacer que el Rey Hechicero luche. Como hemos llegado a un acuerdo, no podrá romperlo tan fácilmente ahora que estamos a mitad del camino."
"¿Y tenemos que luchar contra el ejército de Jaldabaoth por eso?"
"Correcto. O, mejor dicho, comenzamos nuestro trabajo para huir hacia el sur, pero, como nos tomamos más tiempo del que esperábamos, fuimos rodeados por el ejército de Jaldabaoth. Sin opciones, no nos quedara más remedio que buscar el poder del Rey Hechicero. ¿Qué les parece?"
Tiene razón, los ojos de Remedios y Gustav parecían decirse el uno al otro. Sin embargo...
"Tengo una pregunta. ¿Y si el maná que gasta el Rey Hechicero se convierte en una desventaja durante la batalla con Jaldabaoth?"
"He oído decir que el maná puede recuperarse rápidamente, ¿no?"
"Mi hermana también lo dijo."
La hermana menor de Remedios era sacerdotisa. Si ella decía "Lo escuché de ella", nadie podía refutarlo.
"Liberaremos a algunos semi-humanos a propósito y atraeremos al ejército de Jaldabaoth aquí. Tenemos que hacerlo antes de que se nos acaben las raciones, recordadlo."
"... Pero, ¿cuántos hombres de Jaldabaoth vendrán?"
Los tres ya habían compartido lo que sabían. Después de una serie de batallas, el ejército de Jaldabaoth tenía menos de cien mil efectivos.
El ejército estaba formado por doce especies, así como otras seis especies que no eran lo suficientemente numerosas para calificarlas como ejércitos por derecho propio, para un total de dieciocho especies.
Las doce razas eran.
Hombres Serpiente — semi-humanos con cabeza de serpiente, considerados parientes cercanos de los hombres lagarto.
Armatts — una especie bípeda parecida a una rata con pieles de hierro. Eran considerados parientes cercanos de los quagoas.
Cabens — se parecían a simios que eran un poco más grandes que los seres humanos, cuyos ojos se habían atrofiado.
Zerns — una especie similar a los slimes cuyos cuerpos superiores eran como anguilas con brazos y cuyos cuerpos inferiores viscosos eran como gusanos de color azul. Algunas personas se preguntaban ¿estáis seguros de que no son heteromorfos? Pero se vieron afectados por hechizos que funcionaban con los semi-humanos, por lo que fueron clasificados como semi-humanos.
Bladers — una especie de insectos con uñas que crecían como a cuchillos y cuyos cuerpos estaban protegidos por un exoesqueleto similar a una armadura. Al igual que los Zerns, también se vieron afectados por hechizos que funcionaban con los semi-humanos, por lo que fueron clasificados como tal.
Horuners — semi-humanos con piernas parecidas a caballos que eran expertos en correr. Podían andar por largos períodos de tiempo sin descansar y poseían una movilidad sorprendente.
Spidans — semi-humanos parecidos a arañas con cuatro brazos y piernas largas y delgadas que se parecían a las arañas. Podían escupir todo tipo de seda de sus bocas y hacer todo tipo de ropa y artículos con esa seda. La ropa de seda que hacían de esta manera era tan dura como el acero.
Devoradores de Rocas — armados con armas crudas, su rasgo más aterrador era su habilidad para escupir las rocas que comían. Los fragmentos de piedra que podían escupir con facilidad por encima de los cien metros de altura podían fácilmente abollar las armaduras metálicas. Sin embargo, solo podían hacerlo un número limitado de veces, así que, si uno podía soportar las primeras ráfagas, no había nada que temer.
Orthrous — eran una versión de los centauros cuyos cuerpos inferiores fueron reemplazados por los de bestias carnívoras. Tenían mejor poder de combate que los centauros, pero, a la inversa, eran menos móviles.
Magelos — nacidos con la habilidad de usar hechizos de hasta el cuarto nivel. Los hechizos que podían usar aparecían en sus cuerpos como tatuajes. Sus miembros más poderosos estaban cubiertos enteramente de tatuajes. A veces había individuos que podían desarrollar habilidades como lanzadores de magia y se rumoreaba que eran capaces de lanzar hechizos de hasta el quinto nivel. Podrían ser entidades a nivel de señor.
Pteropus — una especie que vivía en acantilados, que eran muy hábiles en el vuelo de larga distancia. Mientras que podían volar, parecía que necesitaban mucha fuerza, así que, solo podían volar por un tiempo cada día y, después de eso, ni siquiera podían planear. Si ellos no volaban, podían crear una armadura con el viento, así que, tratar con ellos era muy difícil. Eran una especie que era fuerte mientras podía volar.
Y luego, estaban los Bafolks.
Las seis razas restantes no eran particularmente numerosas, pero cada una de ellas era bastante poderosa.
Ogros, ya presentado.
Puri Uns — una raza de ogros con el poder de controlar la tierra que podría ser considerada una especie superior. Poseían habilidades especiales asociadas con la tierra.
Vah Uns — Similar a los Buri Uns, eran seres que controlaban el agua. Tenían habilidades especiales relacionadas con el agua.
Naga Rajas — parecían serpientes con cuerpos y brazos escamosos. Eran una especie completamente diferente a los nagas y no se llevaban bien con estos últimos. Nacieron con la habilidad de lanzar muchos hechizos y, a veces, incluso se equipaban con espadas y armaduras.
Spriggans — una especie que podría cambiar libremente su tamaño de pequeño a grande. Eran fundamentalmente una especie buena y los spriggans malvados eran muy raros. Dicho esto, tanto los buenos como los malos spriggans, eran inmanejables cuando se volvían locos.
Zoastia — carnívoros con la mitad del cuerpo superior de hombres bestia. Eran parientes de los centauros y de los orthrous. Llevaban armaduras y escudos redondos. No tenían habilidades especiales, pero eran una caballería pesada con el poder y la fuerza de las bestias salvajes. Solo uno de ellos era muy poderoso y, los orthrous, a menudo dependían de ellos. Aparentemente era una relación como la que existe entre duendes y Hobgoblins. Sin embargo, debido a su falta de habilidades especiales, no eran enemigos muy fuertes contra los aventureros que podían lanzar el hechizo 「Volar」. Sin embargo, en un enfrentamiento frontal, incluso los aventureros de rango oricalco tendrían dificultades.
♦ ♦ ♦
"Según el Rey Hechicero, esta base podría estar bajo vigilancia, ¿no? Entonces, si saben cuántas tropas tenemos, quizá no envíen demasiadas. Eso nos beneficia. Sin embargo, hay un problema."
"Comida."
"Sí. Mientras que los sacerdotes pueden hacer comida, solo pueden hacer muy poca después de agotar su maná. Tampoco podemos alimentarnos como semi-humanos."
Remedios y Gustav tenían caras de desagrado. Los tres sabían que los semi-humanos se alimentaban de humanos.
Por lo tanto, incluso si trataban de matar de hambre a los semi-humanos invasores, todos sabían que al final perderían. Esto se debía a que, los campos de concentración de los semi-humanos, podían ser considerados como una zona de alimentación para ellos.
"Hay que averiguar cuánto tiempo puede aguantar nuestra comida..."
"Ya lo estamos comprobando. Además, estamos buscando a cualquier herrero que pueda ser capaz de modificar el equipo semi-humano para uso humano."
"No esperaba menos de usted, Capitana."
Los tres siguieron discutiendo sus preparativos para el asedio. Después de otra hora, llegaron a una conclusión que todos ellos podían aceptar y los tres sonrieron.
"De acuerdo, entonces, preparémonos para el asedio."
♦ ♦ ♦
Una semana más tarde, a medida que sus suministros de alimentos disminuían y ya era hora de que se movieran, el ejército semi-humano apareció por el horizonte.
Sin embargo, era un ejército masivo cuya escala superaba con creces sus expectativas.