Overlord Volumen 12, Capítulo 3 Parte 2

Lee la novela ligera de Overlord volumen 12, capítulo 3 parte 2 en español.
Raruk Berg

Overlord novela ligera vol. 12
Overlord vol. 12 novela ligera
Traducción jpn-ing: Nigel
Traducción ing-esp: Rawi
Corrección: . . .

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Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Pronto la versión 4.0.

Overlord Volumen 12: La Paladín del Reino Santo | Parte I

Capítulo 3: Iniciando el Contraataque

Overlord volumen 12 Cap 3

Parte 2

Un grupo de personas se dirigió durante la noche hacia un campo de concentración.

Habían decidido adoptar la sugerencia del Rey Hechicero de atacar el campo de prisioneros por la orilla lo más lejos posible de su base. Sería más fácil esconder sus huellas junto al mar y, dada la distancia, podrían ganar algún tiempo antes de que el enemigo confirmara la ubicación del Ejército de Liberación tras el ataque.

Sin embargo, había un problema.

Si estaban demasiado lejos, las posibilidades de ser descubiertos por exploradores enemigos eran muy altas.

Por lo tanto, decidieron atacar el campo de prisioneros más lejano dentro de su alcance de desplazamiento.

Neia le hizo una pregunta al Rey Hechicero, que montaba a caballo junto a ella.

"Su Majestad, nos acercaremos a caballo hasta llegar al pueblo. ¿Todos los preparativos estarán completos?"

"Ah, por supuesto. Sin embargo... no he oído mucho sobre los detalles de la operación. ¿Qué tipo de tácticas usarán? Lo espero ansiosamente."

"¿Lo espera ansiosamente?"

"Kuku, podré ver algunas de las tácticas del Reino Santo en acción. ¿Qué habilidades usarán para romper las puertas? ¿O volarán sobre las murallas y se infiltrarán por el aire? Dudo que no estén dispuestos a dejarme ver eso... La idea de que puedan tener una habilidad que no he encontrado me excita."

El Rey Hechicero seguramente se decepcionará, pensó Neia con inquietud.

La táctica básica de asedio del Reino Santo, era lanzar un ataque de dos puntas con ángeles desde el aire e infantería desde la tierra. Probablemente harían lo mismo esta vez. O, mejor dicho, no tenían la mano de obra para hacer otra cosa.

Neia miró a Remedios.

Prácticamente todo el poder de combate del Ejército de Liberación estaba avanzando. 

La Capitana levantó su lanza, de la que la bandera del Reino Santo ondeaba al viento.

"¡Adelante!"

"¡Ohhh!"

La Capitana espoleó a su caballo, que comenzó a moverse y los paladines la siguieron. Todavía estaban a cierta distancia del pueblo, por lo que no podían ir al galope, sino al trote.

"Los paladines llevan leños recién cortados; ¿planean atacar con arietes?"

"Sí. Nuestro Ejército de Liberación solo tiene paladines y sacerdotes. Nadie es hábil en abrir puertas o posee otras habilidades de infiltración. Por lo tanto, todo lo que podemos hacer es montar un ataque frontal. Nuestra capitana es una hábil espadachina, pero, para derribar puertas, herramientas como esas serían más rápidas."

"¿Así que no están usando magia, sino que buscan romperla físicamente con un ariete? ¿No van a usar escaleras o algo así? ¿Puede la magia de los paladines hacerlos subir por las murallas?"

Había varios tipos amplios de hechizos: arcanos, divinos, espirituales y otros y la magia que los paladines usaban, caía en la categoría de "otros" y típicamente lanzaban hechizos en forma de bendiciones. Los caballeros oscuros, que eran paladines caídos, también usaban hechizos de bendición.

Por lo que Neia había visto y oído, no había hechizos que les permitieran hacer escaleras.

"Me disculpo, pero nunca antes había oído hablar de tal magia."

"Ni yo tampoco. Aunque, hay algunos hechizos de paladín que les permiten volar, aunque son de un nivel bastante alto."

"¿De verdad? Incluso sabe de los hechizos de paladines..."

Verdaderamente, él era el Rey Hechicero. Era conocedor incluso de hechizos que no podía lanzar.

"Eso es porque el enemigo podría usarlos. Hizo falta mucho esfuerzo para memorizar cada hechizo que había. Como no tenía talento, tuve que compensarlo con trabajo duro. Cuanto más sabes, más cerca estás de la victoria, aunque eso fue lo que me dijo un amigo, hmm."

Ella no podía creer lo que él dijo sobre no tener talento. Sin embargo, ella tenía una prioridad más alta que eso.

"Su Majestad, si tiene alguna estrategia que recomendar, se la transmitiré a nuestra Capitana."

Era muy probable que alguien tan capaz como el Rey Hechicero ya hubiera ideado un plan más efectivo que el que tenía el Ejército de Liberación. Por eso actuaba así.

"¿Eh? No, no, no debería. Ah, bueno... sobre eso. Liberar este campo de concentración no es mi trabajo, sino el suyo. Atacar estos campos de prisioneros es el primer paso para encontrar una mejor manera de hacer las cosas. Necesitan darse cuenta de eso por sí mismos. Por eso hay que hacerlo de esta manera."

Sin embargo, solo por hoy, Neia quería tomar prestada el poder del Rey Hechicero. Eso se debía a que su guerra se libró para salvar a las masas que sufrían y ella quería elegir un camino que fuera más rápido y que pudiera salvar a más gente.

"Estoy totalmente de acuerdo en que, lo que Su Majestad dice, es correcto. Sin embargo, le ruego que nos eche una mano."

Inmediatamente supo que estaba siendo muy descortés. Sin embargo, Neia aún inclinó la cabeza y suplicó al Rey Hechicero de todos modos.

El Rey Hechicero esperó un rato antes de volver a hablar.

"Umu... Neia Baraja. No me hagas repetirlo tantas veces. El fracaso es la madre del éxito. Las consecuencias de no confiar en mí y pensar por ti misma, aunque acaben siendo un fracaso, no deben ser temidas, sino abrazadas. Esto es porque los fracasos son necesarios para el éxito."

Las palabras del Rey Hechicero apuñalaron el corazón de Neia. No podía seguir pidiéndole ayuda al Rey Hechicero. El Rey Hechicero decía que las consecuencias de planear la recuperación de su nación, eran un sacrificio necesario.

De hecho, era como dijo Su Majestad.

Pero, con el poder del Rey Hechicero, podrían salvar más vidas.

¿Sacrificarlos por el bien de aprender sería justo?

¿Qué era la justicia?

¿Podría salvar más vidas, siendo justa? O...

Sus pensamientos cayeron en un círculo vicioso y no pudo encontrar una respuesta.

"Ahora, entonces, esperemos ansiosos sus habilidades."

Ahora mismo, Neia simplemente estaba rezando para que los muchos sacrificios que harían no se desperdiciaran. 

El grupo avanzó en línea recta hacia el campo de concentración.

El terreno ante la aldea, estaba inclinado, pero había torres de vigilancia. Si se acercaban por delante, los divisarían. Sin embargo, también era un hecho que era la única forma de atacar.

Pronto, vieron el pueblo.

Parecía que había centinelas en la torre de vigilancia sobre la puerta. Golpearon las campanas de alarma y surgió una conmoción desde dentro del pueblo.

Neia entrecerró los ojos y miró fijamente a la torre de vigilancia.

Los semi-humanos de allí, parecían cabras bípedas, con cotas de malla y grandes lanzas.

Si Neia los recordaba correctamente, esos semi-humanos eran conocidos como Bafolks.

Eran una especie semi-humana que vivía en regiones montañosas y sus patas eran tan capaces como una cabra de monte, convirtiéndose en temibles guerreros que podían escalar hasta el más mínimo sendero o depresión. Además, su pelaje se enredaba en las espadas cortantes y sus bordes se desgastaban constantemente, así que, después de matar a uno, era importante quitar el pelaje de la espada, o eso le había enseñado su padre.

Las lanzas de los Bafolks eran lo suficientemente largas como para apuñalar a la gente que pasaba por debajo desde arriba.

Ella reflexionó que aquello sería problemático si de inmediato fortalecieran su defensa. Sin embargo, no parecían tan bien entrenados, corriendo salvajemente por ahí, lo que le dio a su equipo bastante tiempo.

Los sacerdotes desmontaron e inmediatamente llamaron a los ángeles.

Los paladines también desmontaron y levantaron sus escudos. Probablemente para proteger a las personas que llevaban los arietes para las puertas.

Sin embargo, no todos los paladines eran así. Alrededor de diez personas permanecieron montadas y empezaron a dar vueltas alrededor de la aldea.

"Baraja-san, ¿confío en que la dispersión de algunas tropas por la zona sea para impedir a los semi-humanos escapar con seguridad de esta batalla? Si alguien se escapa, incluso si ganan la batalla, será una pérdida a largo plazo."

"¡Sí, así es! ¡Es como usted dice!"

Había visto a través de las tácticas de los paladines con tanta facilidad. Lo único que Neia podía decir de él, era que era increíble.

Aun así, eso la hizo pensar. ¿De dónde había aprendido el Rey Hechicero tales tácticas?

Un ser con la piel dura de un semi-humano, no llevaría armadura encima. Con garras afiladas, uno no necesitaría espadas. Los humanos llevaban armadura y portaban espadas por sus frágiles cuerpos.

Si no hubiera necesidad de confiar en el ingenio, entonces, las tácticas serían naturalmente innecesarias también. ¿Por qué conocía el Rey Hechicero, un ser abrumadoramente poderoso, las tácticas de asedio?

"Su Majestad, ¿puedo preguntar de dónde adquirió ese conocimiento?"

"¿Hmm? Por conocimiento quieres decir... ¡ah! ¿Mis predicciones de ahora mismo? Umu. Esas tácticas vinieron de la larga influencia de uno de los amigos que mencioné antes. Después de eso, las probé en combate en vivo. Bueno, hay una gran cantidad de tácticas, pero no esperaba que fueran prácticas aquí."

"... Ya que era amigo de Su Majestad, seguramente también debía haber sido muy fuerte."

"Oh sí. Bueno, su poder no consistía en el combate cuerpo a cuerpo o la magia, sino en otro campo. En ese sentido, aún no he alcanzado su nivel de poder."

Juju, el Rey Hechicero se rio alegremente. Era el tipo de risa que uno tenía cuando recordaba el pasado. 

En este momento, parecía un ser humano.

¿Podría ser que el Rey Hechicero alguna vez fue humano...?

Quizás se había transformado en un no-muerto, pero eso sería un asunto sorprendente. Eso no debería haber sido posible. Según el conocimiento de Neia, los no-muertos no eran cosas que ocurrían naturalmente. Sin embargo...

El mundo es grande, después de todo.

El viaje de Neia con la delegación de embajadores le permitió darse cuenta de lo pequeño que era el mundo que alguna vez conoció.

Al otro lado del océano, más allá de la montaña y en las profundidades de los bosques, debería haber algo ahí fuera. Los sabios que podrían burlarse de los problemas de Neia y decirle las respuestas, deberían estar ahí también.

"¿En qué estás pensando?"

"Ah, mis, mis disculpas."

"No, no te estoy culpando. Estaba un poco preocupado cuando te vi a caballo... la batalla está a punto de empezar y entiendo si te sientes preocupada."

"Muchísimas gracias, Su Majestad."

Justo entonces, Remedios plantó su estandarte en el suelo y desenvainó su espada sagrada.

"¡Escuchen todos! ¡La primera batalla para salvar esta tierra de Jaldabaoth está a punto de comenzar! ¡La justicia triunfará!"

Hubo una acalorada respuesta de "¡La justicia triunfará!" al grito de Remedios. Una vez que se reunieron, empezaron su carga.

"Así que, ha empezado. Baraja-san, ¿no sería mejor avanzar por si deseas luchar?"

"No, tengo el deber de ser la escudera de Su Majestad. Abandonar a Su Majestad para luchar..."

Es algo que no puedo hacer, Neia agitó la cabeza.

"Hm, mm, si es así. Entonces, hablemos de otra cosa... No le has prestado esa arma a nadie más, ¿verdad?"

"¡Ni una sola vez! ¡Es un arma que Su Majestad me entregó! No me atrevería a permitir que nadie más que yo la tocara."

"Ah... enserio. Umu, supongo que te lo agradezco."

Su voz sonaba un poco deprimida, pero no había forma de adivinar sus intenciones.

¿He hecho algo que ofenda a Su Majestad? ... No estoy muy segura de lo que está pasando, pero, ¿quizás debería disculparme?

Mientras Neia debatía en su cabeza, el Rey Hechicero cambió de tema.

"Ah... esta es una rara oportunidad. Miré alrededor de nuestro entorno, pero no descubrí a ningún semi-humano escondido con magia de invisibilidad. Quizás deberíamos avanzar un poco para observar las condiciones del campo de batalla. Dudo que haya problemas con dejar a los sacerdotes aquí... ¿Qué te parece?"

"Entendido."

Sería muy irrespetuoso decirle al Rey Hechicero — quien poseía un poder sin igual que superaba con creces el suyo propia — que moverse hacia el frente sería peligroso.

Mientras el sonido de las campanas resonaba por el campo de prisioneros, ella permaneció cerca del Rey Hechicero mientras él avanzaba. Y así, la batalla comenzó en estas condiciones.

Los ángeles atacaron las torres de vigilancia en lo alto de la puerta y los Bafolks se encontraron allí con sus lanzas.

Los arqueros en las torres lanzaron flechas. No estaban apuntando a los ángeles, sino a Remedios mientras ella dirigía la carga. Era natural apuntar a ella, dado que no llevaba un escudo y no había ninguna posibilidad de fuego amigo.

Sin embargo, su fuerza estaba por encima de todos los demás.

Fácilmente cortó todas las flechas que venían hacia ella con su espada, manteniendo su velocidad mientras corría.

Como si de un contraataque se tratara, varios ángeles se precipitaron en la torre de los arqueros. Poco después de eso, tres cadáveres de Bafolks cayeron de la torre.

Fue entonces cuando los paladines llegaron a la puerta y empezaron a golpearla con el ariete.

Las puertas de madera empezaron a temblar y se oyó un leve crujido desde dentro, junto con los gritos de los paladines que decían "¡una vez más!".

La puerta volvió a temblar, más violentamente que antes.

Y, entonces, el ariete golpeó de nuevo.

Uno de los troncos que formaba la puerta estaba fuertemente doblado y desde aquí podían oír los gritos de triunfo de los paladines. Aunque no era lo suficientemente grande como para dejar entrar a la gente, deberían ser capaces de romper la puerta completamente después de varios intentos más.

Varios ángeles pasaron volando por la puerta. Neia no podía ver lo que hacían desde aquí, pero, probablemente intentaban detener a los defensores Bafolks.

"—¡Retrocedan todos!"

Todos los ojos se dirigieron a la fuente del agudo grito.

Venía de una torre de vigilancia sobre la puerta. Los ángeles deberían haber tomado ese lugar. Sin embargo, un solo Bafolk apareció allí. No obstante, el problema residía en lo que llevaba el Bafolk.

"¡Atrás!", gritó el Bafolk otra vez.

El Bafolk sostenía a una niña, de unos seis o siete años de edad y tenía una hoja afilada en su garganta.

"¡Si no retrocedéis, mataré a esta humana!"

La niña estaba vestida con una ropa algo sucia — su cara también parecía mugrienta — y su cuerpo temblaba de un lado a otro. ¿Todavía estaba viva? No podían detectar ningún signo de vida en ella. Parecía decir el estado de todos los que estaban dentro del campamento.

"¡Eres despreciable!", gritó uno de los paladines.

"Dense prisa y retrocedan! ¡Mira!"

Hubo una conmoción entre los paladines. ¿Qué había pasado? Ni siquiera Neia podía ver lo que estaba ocurriendo a esta distancia y de noche. Sin embargo, fue diferente para el Rey Hechicero.

"... La garganta de la niña parece estar sangrando."

"¡¿Podría ser...?!"

"Solo fue un rasguño; aún no está muerta. De lo contrario, su valor como rehén..."

"—¡Todos, retrocedan!"

Los paladines obedecieron la orden de Remedios y retrocedieron.

Aunque a los sacerdotes de la retaguardia les costó trabajo entender la situación, entendieron que algo estaba pasando y retiraron a los ángeles. Al mismo tiempo, los sacerdotes corrieron hacia Neia y el Rey Hechicero. Probablemente se habían acercado para ver lo que estaba pasando.

"¡No es suficiente! ¡Más atrás!"

Después de lo que dijo el Bafolk, los paladines empezaron a retroceder lentamente.

Pudieron ver a los Bafolks intercambiando posiciones apresuradamente sobre la torre de vigilancia. Sustituyeron a los heridos en la batalla anterior con los ángeles por nuevos combatientes.

"Esto es malo."

"Sí, muy malo."

Neia lentamente desenvainó el arco que le fue entregado. El Bafolk parecía estar usando a la chica como escudo humano. Por lo tanto, tenía un espacio muy pequeño en el que apuntar. Matarlo de un golpe sería muy difícil.

Aun así, si ella no lo hacía, ¿quién lo haría?

Ojalá hubiera practicado más mis habilidades de arco, pensó Neia mientras sacaba una flecha de su aljaba.

Justo entonces, el Rey Hechicero levantó rápidamente una mano, como para bloquear su disparo.

"No quiero decir esto, pero será mejor que pares. Ya no tiene sentido."

Justo cuando ella estaba a punto de preguntar lo que él quería decir, el Rey Hechicero se dirigió a donde estaban reunidos los paladines.

Había una discusión sobre cómo salvar a la chica.

La magia sacerdotal podría congelar al enemigo en sus posiciones. Mucha gente lo aprobaba, pero los hechizos tenían un alcance efectivo. Aunque muchas ideas fueron propuestas y mezcladas, nadie tuvo el indicio de una solución que les permitiera acercarse lo suficiente como para evitar que la rehén fuera asesinada, aunque hubiera resistencia.

Justo entonces, el Rey Hechicero y Neia llegaron.

"¿Cuánto tiempo vais a perder con esto? La situación se ve mal."

Después de hablar, los otros se giraron para mirar al Rey Hechicero como uno solo.

"Por supuesto que sabemos que..."

"—Capitana... por favor, cálmese. El enemigo está allí."

"No, capitana Remedios. Tú no sabes nada. Como el enemigo sabe que los rehenes son efectivos, demostrarán que esto no es una amenaza y la usarán como prue—"

Como si esperara esas palabras, la cabeza de la rehén fue cortada. Podían ver su sangre roja y brillante chorreando incluso desde aquí. El Bafolk tiró el cuerpo de la niña a un lado y el cuerpo sin vida cayó al suelo como una marioneta cuyos hilos habían sido cortados.

Todo el mundo estaba en silencio.

Sus mentes se negaron a aceptar lo que acababa de ocurrir.

Remedios fue la primera en recobrar los sentidos y, mientras gritaba, Neia también se recuperó.

"¡Bastardo! ¡Realmente lo has hecho! ¡Incluso después de obedecer tus demandas!"

"¡Hmph!" —El Bafolk arrastró a un chico delante de él esta vez— "Es por eso que ahora tengo otro, ¿ves? Ahora, ¡retroceded!"

"¡Eres una basura sinvergüenza!"

"Hmph. Realmente eres estúpida, ¿verdad? ¿Quizás lo entenderás después de que traiga a otro?"

El puño apretado de Remedios tembló intensamente. Entonces, como si quisiera expresar sus sentimientos, ordenó.

"¡Todos, retrocedan!"

"¡Además, reúnan a la gente a caballo por los costados! ¡Muévanse!"

Podía oír el sonido de los dientes rechinando de Remedios. Era lo suficientemente fuerte como para pensar que estaba aplastando sus dientes.

"Segundo Capitán. Ordénales que se reúnan aquí."

"P-pero—"

"Si no lo haces, el niño morirá. ¡Muevete!"

"¡Que todo el mundo retroceda!"

"Qué mala jugada acabáis de hacer. Les habéis mostrado al enemigo que los rehenes son efectivos y les habéis dado tiempo para prepararse. Si el enemigo os desmoraliza de nuevo, ¿no causará más daño?"

Una Remedios de cara roja miró al Rey Hechicero como si estuviera mirando al enemigo.

"Si esto continúa, vuestros próximos ataques serán inútiles. Además, puedo oír los sonidos de algo moviéndose por allí. Si establecen controles de carretera, romperlos llevará más tiempo y las cosas serán más problemáticas—"

"—¡Cállate!", Remedios interrumpió al Rey Hechicero.

"¿Quién tiene una idea? ¡¿Una forma de resolver esto sin que nadie muera?!"

Nadie dijo nada.

Por supuesto, nadie tenía una solución tan conveniente. Si hubiera alguien que fuera bueno en la infiltración, por ejemplo, esta situación podría no haber surgido. Sin embargo, no había nadie así alrededor.

Incluso Remedios debería haberlo entendido. Si sus instintos animales analizaban la situación de batalla y le decían que no había manera, entonces, tal método no existía.

Aun así, ¿por qué se negaba a admitirlo?

¿Por qué estaba obsesionada por no dejar morir a nadie?

Las palabras del Rey Hechicero resplandecían por su mente— ¿no era este uno de esos sacrificios necesarios que él mencionó? No había manera de salir de esto sin perder a una sola persona sin una ventaja abrumadora en poder o mucha suerte.

"Capitana Remedios."

La voz de Neia sonaba anormalmente fuerte.

"En este momento, ¿no podemos terminar la pelea con pocas bajas?"

La intensa mirada de Remedios se desplazó hacia Neia.

Las poderosas emociones que brotaban del cuerpo de esa poderosa guerrera la hicieron temblar, pero Neia estaba segura de que tenía razón.

"¡No hay justicia en eso!", grito Remedios.

¿Justicia? Esa justicia—

Los paladines circundantes permanecieron en silencio. Parece que nadie estaba preparado para decir nada. Neia sintió como si estuviera rodeada de enemigos y se echó atrás inconscientemente y luego sintió que la mano de alguien la apoyaba desde atrás.

Mirando hacia atrás, vio al Rey Hechicero, como se había esperado.

"... Yo apoyo la opinión de Baraja-san."

La había afirmado en voz baja. Pero, para Neia, fue como una ovación de cien millones de personas.

"¡Cállate!"

Remedios volvió a gritar. Sin embargo, esto no era algo que debiera estar diciéndole a un rey de otro país que había venido hasta aquí para ayudarla. Había acciones que eran aceptables y acciones que eran inaceptables.

La ira brotó en el corazón de Neia.

"Lo que necesitamos en este momento, es cambiar la situación, no sentarnos y frustrarnos... Ah, ¿qué voy a hacer contigo? No hay más opción entonces. Yo cambiaré las cosas."

Después de murmurar para sí mismo, el Rey Hechicero se apartó de ellos — hacia la puerta — y empezó a caminar. Debido a su movimiento repentino, nadie pudo llamarlo antes de que el Bafolk le gritara una advertencia.

"¡Tú, el de la máscara! Te dije que retrocedieras, ¿no?"

"¡No retrocederé! ¿Qué crees que significa para mí una sola vida humana?"

"¡¿Q-qué?!"

"¡Nuestro objetivo es matar a cada uno de los Bafolks aquí! ¡No importa lo que les pase a los humanos!「Ampliar Magia: Bola de Fuego」."

El Rey Hechicero extendió su mano con un grito y la bola de fuego que salió explotó sobre el Bafolk y el niño que tenía en brazos.

Después de eso, el enorme estallido de llamas destruyo también la atalaya.

Todos los de arriba habían sido asesinados por ese ataque. El Bafolk y su rehén cayeron sobre el lado de la muralla del Rey Hechicero.

"「Maximizar Magia: Onda de Choque」"

El siguiente hechizo voló las puertas medio destrozadas. Además, dispersó a los Bafolks que erigían barricadas detrás de él, haciendo un enorme agujero en sus defensas.

"¡Adelante, paladines! ¡Atacad! ¡Matad a los Bafolks dentro, hasta el último de ellos!"

Como si se despertara con su voz, Remedios se acercó y contestó.

"¡Tú, hijo de puta—!"

"—¡Capitana!"

"¡Grrrrgh! —¡Ataquen!"

Los paladines avanzaron en respuesta a las palabras de Remedios. O, más bien, podría ser más preciso decir que habían abandonado todos los intentos de pensar y se habían subordinado completamente a sus órdenes.

"¡Gracias, Su Majestad!"

Gustav dejó esas palabras y siguió adelante. Después de eso, los paladines y sacerdotes — los más sensibles, por lo menos — dirigieron miradas agradecidas a él. Remedios era la única que miraba fijamente al Rey Hechicero con abierto desagrado.

El Rey Hechicero se dirigió a Neia en voz baja.

"—Srta. Baraja-san. ¿Creíste que salvaría al chico con un hechizo más allá de tu imaginación?"

Ciertamente, ese pensamiento había cruzado por su mente. Sin embargo, el Rey Hechicero debe haber tenido alguna razón para sus acciones.

"Ah, sí, lo hice. Es como usted dice."

"Hm, quizás podría haberlo sido así."

El Rey Hechicero asintió y Neia escuchó en silencio.

"Es cierto, pude haberlo hecho. Usando los varios hechizos que he aprendido, salvar a un solo niño sería una tarea trivial. Sin embargo, no podía hacer eso. Eso es porque no podía permitir que el Bafolk me viera rescatar a un niño."

La duda cruzó por primera vez la cara de Neia y el Rey Hechicero le explicó gentilmente.

"Si les permitiera saber que los rehenes eran tan efectivos contra nosotros, los prisioneros de dentro serían utilizados como escudos humanos para bloquear nuestros ataques en la batalla. Debido a nuestra terrible falta de mano de obra, incluso un paladín menos constituiría una gran desventaja... al menos, según las leyes de Lanchester[1]."

El Rey Hechicero se dirigió a la puerta y Neia corrió tras él.

"Por otro lado, una vez que sepan que los rehenes son inútiles, se volverán inservibles para los Bafolks. Ahora, cuando están siendo atacados y el enemigo está a punto de atravesar las murallas, ¿crees que tendrán tiempo para matar tranquilamente a sus prisioneros? Asesinar a gente que no puede resistirse debería ser su última prioridad."

"Es como usted dice."

"Efectivamente. En vez de perder el tiempo matando gente, se dispondrán a detener la incursión enemiga. Por lo tanto, era necesario usar un método que ilustrara claramente la falta de sentido de tomar rehenes."

Él tenía razón.

Si Remedios se hubiera salido con la suya, ella podría terminar siendo incapaz de salvar a alguien al final.

El Rey Hechicero, lentamente levantó el cuerpo del niño con sus brazos.

"Su Majestad, déjeme..."

"—Este es un trabajo para mí."

Neia acompañó al Rey Hechicero mientras llevaba al niño al lugar donde Remedios había colocado su estandarte.

El Rey Hechicero puso al niño en el suelo. Neia mojó un paño con agua de una bolsa en su cintura y limpió la suciedad de la cara del niño.

Sus mejillas, muñecas y muslos eran sorprendentemente delgadas.

Ilustró claramente las duras condiciones en que vivían.

"Esos bastardos Bafolks..."

"Quizás no debería decirse esto, pero, permíteme decirlo de todos modos. Yo soy el rey del Reino Hechicero y no el rey del pueblo que reside en este país. Por lo tanto, puedo tomar esta decisión tranquilamente. Yo elegiría salvar las vidas de mil personas en vez de una sola vida. Pero si este chico fuera un ciudadano de mi nación, le daría prioridad a salvarlo. Si no puedes aceptarlo..."

"—No, muchas gracias. Puedo entender cómo se siente... Su Majestad es justo."

"... ¿Hm? ¿Qué quieres decir?"

"Mis disculpas. Ah, quizás así debería ser, pero, ¿es Su Majestad justo?"

¿Qué diablos estoy diciendo?, no podía evitar preguntárselo.

Aunque sintió que esto le dejaba sin nada con lo que responder, el misericordioso y compasivo Rey Hechicero le contestó.

"... ¿Eh? Ah, no. No siento que lo sea. Y sinceramente, la justicia debe ser determinada por otros. Los motivos de todo lo que hago son muy simples. Bueno, yo también he pensado en extender mi reputación..."

Neia recordó el asunto de las estatuas.

¿Querer extender su reputación significa que el Rey Hechicero es un egomaníaco después de todo?

"Dicho esto, ahora siento que no hay necesidad de esforzarse tanto con eso... terminé hablando de cosas sin sentido. Todo lo que deseo es vivir en felicidad con mis hijos. Eso es todo lo que quiero, pero, al mismo tiempo, es todo para mí."

No creía que el Rey Hechicero no-muerto pudiese tener hijos. Por lo tanto, probablemente no se trataba de un hijo en el sentido de llevar su línea de sangre, sino en un sentido más amplio. Parecía como si considerara a los ciudadanos de su nación como sus hijos.

Él es un hombre amable en todos los sentidos de la palabra... de hecho, qué maravilloso mundo sería si hasta el niño más frágil pudiera vivir en felicidad. ¿Qué habrá pensado cuando le quitó la vida a este chico?

Mientras miraba el perfil de su rostro, vio algo parecido al dolor que uno sentiría después de matar a un niño.

"Bueno, eso no tiene sentido. En ese caso, dejemos el tema aquí. Baraja-san, aunque no estoy capacitado para hablar con palabras bonitas, espero que encuentres la justicia que te pertenece."

"… ¿Puedo hacerle una pregunta más? Si sus propios subordinados hubieran sido tomados como rehenes, ¿hubiera hecho lo mismo?"

"... Bueno, esto podría ser una queja de mi parte, pero mis subordinados son muy problemáticos en más de un sentido."

"¿Qué quiere decir con eso?"

"En el pasado, les pregunté por curiosidad, "¿qué haríais si os tomaran como rehenes para obligarme a negociar?" En ese momento, cada uno de ellos dijo que preferiría suicidarse antes de molestarme de alguna manera. "No", les dije. "No podéis decir que esperaréis a que os rescatara y cosas así...". Aunque me complace ver su incondicional devoción, aun así, ¿cómo lo puedo decir? Mis subordinados son demasiado fanáticos."

Mientras giraba su muñeca, el Rey Hechicero siguió con voz cansada.

Justo cuando Neia empezó a pensar, ¿no eran estas preocupaciones innecesarias para alguien en su posición?, Remedios apareció en la puerta, llevando una espada manchada de sangre junto a su armadura salpicada de rojo. Aunque se había quitado el casco, su pelo estaba pegado a la frente por el sudor. Parecía totalmente exhausta.

Después de decirle algo a Gustav, Neia sintió que, por un momento, los ojos de Remedios se encontraron con los suyos. No, no era precisamente que hubiera puesto la mirada fija en Neia, sino que había estado mirando al Rey Hechicero y Neia estaba en el camino.

Remedios no dijo nada, simplemente volvió a entrar con la cara en blanco.

Gustav, por otro lado, se acercó a los dos.

"Su Majestad, deseo expresar mi agradecimiento. Aunque hubo algunas pérdidas leves, pudimos minimizarlas gracias al poder de Su Majestad. Mientras que la Capitana debería estar agradeciéndole en persona, la Capitana está un poco angustiada en este momento debido a la trágica condición en que encontramos al pueblo, así que, ruego que me perdone por tomar su lugar."

Gustav miró discretamente al niño y luego volvió a mirar al suelo.

"Está bien. Ve a ocuparte de la Capitana."

"Muchas gracias."

"Ahora que lo pienso, ¿cuáles son esas trágicas condiciones?"

"Sí. Interrogamos a varias de las personas que rescatamos y dijeron que 'estaban despellejando a los prisioneros'. Parecería que no eran semi-humanos, sino demonios enviados por Jaldabaoth..."

Mientras que sentía que el hecho de que la Capitana estuviera consternada era una excusa para su brusquedad, no parecía ser el caso.

Justo cuando Neia empezaba a sentirse sorprendida, el Rey Hechicero a su lado inclinó la cabeza con desconcierto.

"¿Por qué la piel? ¿Por qué eso? ¿Se lo van a comer? ¿Cómo la piel de pollo?"

"No, tampoco lo sabemos... aunque los semi-humanos no parecían haber participado en esas actividades... ¿Su Majestad sabe algo de esto? ¿Podría ser por algún tipo de ritual demoníaco?"

"No, me disculpo. Yo tampoco lo entiendo. ¿Por qué Jaldabaoth haría tal cosa?"

El desconcierto del Rey Hechicero parecía provenir del fondo de su corazón y, después de eso, todos se miraban entre sí, pero, aun así, no podían desentrañar el misterio. Aun así, como era obra de demonios, podrían haberlo hecho solo para hacer sufrir a los humanos.

"… Le preguntaré a los sacerdotes después. Ahora, Su Majestad, estamos intentando descubrir los escondites de los semi-humanos para sacarlos, así que, me disculpo por monopolizar un poco de su precioso tiempo."

Después de decirlo, Gustav volvió a entrar por la puerta.

Unos diez minutos después de eso, comenzaron a aparecer en la puerta formas humanas dispersas.

Eran los cautivos. Al igual que el niño que había sido tomado como rehén, estaban vestidos con ropas rotas y desgastadas que no parecían capaces de resistir el frío invernal. Los paladines que deberían haberlos escoltado hasta la puerta, simplemente volvieron a pasarlos y desaparecieron detrás de la puerta. ¿Habían hecho esto porque tenían muy pocas personas para manejar a los prisioneros o, porque el trabajo de supresión aún estaba en marcha o ambos?

Los prisioneros tenían una mirada de alegría en sus rostros mientras corrían hacia Neia.

Sin embargo, de repente se detuvieron en su camino.

Eso era probablemente porque habían visto la forma del Rey Hechicero. Y, entonces, algunas personas continuaron acercándose a ellos. Tal vez sintieron que el Rey Hechicero llevaba una máscara o algo así.

Un hombre corrió desde las multitudes que se acercaban.

Jadeando pesadamente, el hombre se arrodilló junto al niño que Ainz había puesto a los pies de Neia. No, sería más exacto decir que se derrumbó como una marioneta cuyos hilos habían sido cortados.

El hombre acarició la mejilla del niño y después de ver por sí mismo que el niño estaba muerto, rompió en lágrimas de dolor.

Evidentemente, era el padre del niño.

Neia se mordió el labio.

Mientras el padre gritaba el nombre de su hijo mientras lloraba, el Rey Hechicero dijo tranquilamente.

"Yo fui quien mató a ese chico."

Neia miró sorprendida al Rey Hechicero. ¿Era este el momento de decir ese tipo de cosas?

Sin embargo, seguramente el sabio Rey Hechicero no lo habría dicho de repente sin ninguna razón.

"¡¿Por qué, por qué lo has matado?!"

Los fuegos del odio ardían en los ojos del padre. Frente a eso—

El Rey Hechicero contestó con una risa burlona.

"Para salvarte a ti, por supuesto."

"¡¿Qué, qué has dicho?!"

Por un momento, los ojos del padre se llenaron de miedo. Eso se debía a que se dio cuenta de que, la cara del Rey Hechicero, no era artificial. Entonces, sus ojos se movieron hacia los lados en busca de ayuda y se asentaron sobre Neia.

Sin embargo, antes de que Neia pudiera decir algo, el Rey Hechicero habló primero.

"Entonces, ¿puedo preguntarte algo? ¿Por qué no protegiste a tu hijo? Tu hijo fue traído ante mí como rehén."

"¡Lo protegí! ¡Pero se lo llevaron! ¡Esos bastardos eran más fuertes que yo, así que no pude hacer nada!"

El Rey Hechicero volvió a reírse.

"Entonces, déjame preguntarte, ¿por qué sigues vivo?"

El padre no supo responder y se quedó helado.

"Te pregunto ¿por qué no moriste para proteger a tu hijo? Sé que no todas las vidas son igualmente importantes. Pero deberías haber sido tú quien más valoró la vida de este niño. Entonces, ¿por qué no luchaste salvajemente para protegerlo hasta tu último aliento?"

Las personas miraron al Rey Hechicero desde lejos mientras escuchaban la escena.

Ellos deben haber sentido malestar, temor e ira hacia el Rey Hechicero que le había quitado la vida al niño.

"¿Qué, qué estás insinuando...?"

"Tú eres el que falló en protegerlo. No culpes a los demás. Tú, que eres débil, tienes la culpa. Además, parece que te equivocas sobre algo... te das cuenta de que soy mucho más poderoso que el Bafolk que dices ser más fuerte que tú, ¿no? ... Aunque puedo perdonar algunos insultos porque te compadezco por la pérdida de tu hijo, te mataré si me sigues irrespetando así."

El Rey Hechicero extendió un dedo índice óseo y lo apoyó en la cara del padre.

"Eso, eso es porque eres fuerte... ¡por eso puedes decir eso! No todos pueden ser tan poderosos como tú."

"Bien dicho. Puedo decirlo precisamente porque soy poderoso. Entonces, es precisamente porque eres débil que te quitan tu suerte en la vida, ¿no? El fuerte que se alimenta de los débiles es una secuencia muy natural de los eventos."

El Rey Hechicero volteó sus ojos hacia la gente que lo rodeaba.

"¿Acaso no has experimentado también el sufrimiento porque los Bafolks eran más fuertes?"

"¡¿Estás diciendo que los fuertes pueden hacer lo que quieran?!"

"Exactamente. Los fuertes hacen lo que quieren y los débiles sufren lo que deben. Esta es la verdad del mundo. La misma regla se aplica a mí. Frente a un oponente más poderoso, no tendría más remedio que sufrir. Por eso busco el poder."

Neia comprendió por qué el Rey Hechicero buscaba a las doncellas de Jaldabaoth.

Su Majestad debe buscar la fuerza porque quiere proteger a su nación, proteger a los niños de su país. Así que la fuerza es lo más importante después de todo...

"Originalmente, los débiles como vosotros debisteis haber sido defendidos por el Reino Santo, los que debieron haber sido fuertes... Realmente os compadezco. Si estuvierais bajo mi protección, bajo la protección de mi país, el Reino Hechicero, algo así no podría pasar. Eso es porque habría usado todo mi poder para proteger al pueblo y derribar a los Bafolks."

Todo el mundo a su alrededor estaba en silencio.

Si no podían oponerse a sus palabras con razón, ¿elegirían protestar con sus emociones? Sin embargo, su miedo al Rey Hechicero les impidió hacerlo.

"Tú, ¿no es él, uno de los no-muertos? ¿Qué hace un ser así en un lugar como este?"

El padre no podía decirle nada al Rey Hechicero porque temía a este último, por lo que dirigió su ira contra Neia. 

Sin embargo, antes de que Neia pudiera responder, el Rey Hechicero respondió por ella, como se esperaba.

"Para ayudar a tu país, por supuesto. Y el hecho es que todos fuísteis rescatados por el no-muerto del que habláis. Si no estáis contentos con eso, ¿por qué no salváis esta nación vosotros mismos?"

Al oír eso, el padre interrogó a Neia con los ojos. Sin embargo, no podía decir nada.

Eso se debía a que todo era verdad.

Si la gente de este país fuera suficiente para derrotar a Jaldabaoth, el Rey Hechicero no estaría aquí.

El hombre abrazó el cadáver del niño, como si tuviera miedo y luego se giró y corrió. La gente a la que se dirigía el hombre también tenía miradas de miedo en sus rostros.

Neia oyó al Rey Hechicero decir algo, pero no sabía si se dirigía al hombre que huía o a sí mismo.

"Incluso yo estaría oprimido si fuera débil. Por lo tanto, uno no puede olvidar buscar poder. Necesito grabar en mi corazón el hecho de que los seres de poder comparable a mí, definitivamente existen."


Notas

  1. Rawi: Las leyes de Lanchester son fórmulas matemáticas diseñadas para calcular la fuerza relativa en el tiempo de una pareja de depredadores y presas. Normalmente se usan como modelos militares. En este caso, incluso una sola pérdida puede llevar a más pérdidas con el tiempo.

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