|
| Overlord vol. 12 novela ligera |
Traducción jpn-ing: NigelTraducción ing-esp: RawiCorrección: . . .
Warning!
Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Pronto la versión 4.0.
Overlord Volumen 12: La Paladín del Reino Santo | Parte I
Capítulo 3: Iniciando el Contraataque
|
Parte 1
El carruaje se balanceaba.
Este carruaje era propiedad del Rey Hechicero. A diferencia de su aspecto sencillo en el exterior, el interior era lujoso y sofisticado, además de magníficamente funcional. A Neia le impresionó especialmente los cojines, que evitaban el dolor en el trasero incluso durante los viajes largos.
Echó un vistazo al Rey Hechicero mientras se sentaba frente a ella, quien estaba con la mirada puesta al exterior desde la ventana.
Podría ser un no-muerto aterrador, pero ella no sintió ninguna presencia opresiva que había mostrado cuando se habían reunido en la sala de audiencias.
Tal vez se debiera a que habían tenido más tiempo para hablar durante este viaje.
Durante todo ese tiempo, una cosa que Neia había aprendido era que el Rey Hechicero era extremadamente magnánimo.
Era verdad que el Rey Hechicero actuaba con la dignidad de un soberano. Hasta los más mínimos movimientos que hacía desprendían una jerarquía real.
Pero a veces, en este carruaje, actuaba como cualquier persona normal. Y sobre todo últimamente, esos momentos eran cada vez más frecuentes.
Con toda probabilidad, el Rey Hechicero había considerado que Neia se pondría tan nerviosa por viajar con él y, en su generosidad, había elegido actuar más como un plebeyo. Seguramente la razón por la que esos momentos eran cada vez más frecuentes, era porque se había acostumbrado al acto.
El motivo por la que no actuaba de ese modo con nadie más, tenía que ser porque los demás eran paladines, personas que tenían un rango.
Es tan amable de su parte tomarse tantas molestias por una plebeya extranjera... qué señor tan compasivo...
¿Qué estaba mirando? Probablemente no estaba mirando a los paladines que cabalgaban junto a ellos. Debía estar mirando otra cosa a lo lejos — algo que no tenía nada que ver con Neia…
"¿Umu? ¿Algo tan fascinante se posó en mi cara?"
"¡¿Eh—?! No, mis disculpas, Su Majestad. No hay nada en su cara..."
Por lo visto, se había distraído y había terminado mirando demasiado al Rey Hechicero. Desconcertado, el Rey Hechicero se frotó la mejilla con una mano huesuda.
"Supongo que debe ser muy incómodo viajar juntos de esta manera sin tener nada de que conversar. Hmm, en ese caso, ¿podemos hablar?"
Aunque ella se había acostumbrado un poco, la idea de que el Rey Hechicero sea su compañero de conversación todavía le hacía doler el estómago.
"No estamos completamente familiarizados el uno con el otro, así que, supongo que no podemos iniciar con preguntas personales o privadas, pero hemos compartido el mismo carruaje durante varios días. Supongo que ahora podemos ser sinceros el uno con el otro. ¿Me contarás tu historia, Neia Baraja?"
"¿Mi historia?"
Su 'historia' era un tema tan vago; ella no tenía ni idea de lo que el Rey Hechicero encontraría entretenido.
"Sí, por supuesto. Por ejemplo, ¿por qué querías convertirte en escudera? ¿En qué consiste tu trabajo? ¿Podrías hablarme sobre eso?"
"Si eso es lo que quiere oír, Su Majestad."
Inclinó la cabeza y Neia comenzó a hablar sobre lo que le habían pedido. Dicho esto, no era una historia muy emocionante. No había nada interesante sobre su familia o su trabajo como escudera.
Me dijeron que no filtrara ninguna información sobre el Reino Santo, pero seguro que este tipo de cosas están bien.
Más bien, si tuviera que encubrir incluso esos detalles, entonces, no habría realmente nada de qué hablar.
Finalmente, su relato sin incidentes y carente de la habitual estructura de cuatro partes llegó a su fin, y el Rey Hechicero asintió profundamente.
"Ya veo, ya veo. Así que Baraja-san, eres una arquera, una rareza entre los escuderos."
"Mis habilidades no son lo suficientemente buenas para llamarme orgullosamente arquera, Su Majestad. Simplemente, soy mejor con el arco que con la espada; de hecho, la gente me ha regañado y me ha dicho que debería centrarme más en entrenar mis habilidades con la espada.
Para Neia, un arquero era alguien con gran habilidad, como su padre. Ella era sólo un poco más hábil que la persona promedio.
"... O más bien, eres un aspirante a paladín que es hábil con un arma a distancia. Eso es extremadamente raro. Te recomiendo que trabajes en tus habilidades de arquería. Ya que hay otros más especializados en el manejo de la espada, deberías dejar el manejo de la espada a ellos."
"—Muchas gracias."
Las palabras del Rey Hechicero eran sinceras, y Neia podía decir que en lo más profundo de su ser creía en lo que decía. Ella se preguntó a qué se refería cuando él murmuró para sí mismo, "Las combinaciones extrañas son el camino hacia las clases raras". Parecía significativo, como una especie de metáfora.
"Lamento que te hayas visto obligada a hacer el difícil trabajo de cuidarme. Me siento mal no sólo por ti, sino por los demás. Podrían aprovechar mejor tus habilidades colocándote fuera, ¿cierto?"
Los ojos de Neia se abrieron de par en par ante su amable comentario.
Esta era la parte de la conversación con este rey, que era malo para su corazón.
No solo estaba en la cima de su país, sino que también era un individuo abrumadoramente poderoso. Sin embargo, él no había elegido hablarle desde lo alto, él hizo el gesto de interactuar con ella como un igual.
¡No! ¡No puedo dejar que su amabilidad me estropee! ¡Tengo que dar un paso atrás—!
Neia recobró la compostura.
"Todo el mundo sabe que he sido designada como la escudera de Su Majestad, así que, por favor, no debe preocuparse. Además, no hay trabajo más importante que servir como escudera de Su Majestad."
"En serio... Aun así, me gustaría ofrecerte algún tipo de recompensa."
Él le había ofrecido pagarle algo anteriormente. Por supuesto, ella se había negado, pero parecía que él volvía a sacar el tema. Neia comenzó inmediatamente a seleccionar las palabras que podría utilizar para rechazarlo educadamente, pero el Rey Hechicero aún no había terminado.
"Dicho esto, aceptar algo de un rey extranjero probablemente sería malo para alguien de tu posición. Así que, por favor, acepta mi agradecimiento verbalmente. Estoy seguro de que te causaré muchos problemas, espero seguir a tu cuidado."
Y entonces, el Rey Hechicero inclinó la cabeza.
Un rey se inclinaba ante ella, una simple escudera.
Era natural que un rey llevara el peso de su nación sobre sus hombros. Faltar al respeto a un rey sería lo mismo que ofender a todo el país, era normal pensar que un país existía a través de su rey.
En otras palabras, que un rey inclinara la cabeza significaba que su país inclinara la cabeza. Naturalmente, no era algo impensable que un rey lo hiciera cuando se trataba de alguien de un alto rango.
Sin embargo, Neia era una plebeya de otro país. Ni siquiera necesitaba agradecerle.
No puedo creerlo. El Rey Hechicero es un rey sabio — no es como si no entendiera las implicaciones de inclinarse ante mí. Entonces, ¿se está inclinando como cualquier persona normal porque cree que soy tan...? — ¡No! No puedo sentirme orgullosa de mí misma. No podría sentirme tan importante. Esto es sólo una prueba de la amplitud de miras que tiene; incluso agradece a los plebeyos... ¡Ah! ¡Maldición!
"¡Por favor, deténgase, Su Majestad! ¡Por favor, levante la cabeza!"
Cierto, decir eso debió ser mi primera prioridad.
El Rey Hechicero levantó la mirada, y Neia soltó un pequeño suspiro. Francamente, si alguien hubiera visto lo que acababa de pasar, se habría armado un escándalo.
"Su Majestad…" —Neia se arrodilló dentro de los estrechos confines del suelo del carruaje.— "Su servidora es de origen humilde, pero juro que hasta que la obra de Su Majestad esté completa, le serviré leal y fielmente."
Ya que un rey le había brindado su respeto, natural que ella devolviera el gesto de respeto al rey.
Neia ignoró la voz en su cabeza que decía que él no era la reina del Reino Santo e inclinó la cabeza.
"Oh, vamos; levanta la cabeza... Ahora, ¿podrías volver a sentarte y terminar tu historia? Aún no hemos llegado a nuestro destino, ¿verdad?"
"No, todavía no." —Se sentó sobre el cojín y miró por la ventana.— "Ayer, pasamos a salvo por la muralla destruida por la gracia del poder de Su Majestad. Hemos elegido una ruta que nos hará más difícil ser descubiertos, por lo que puede tomar un poco más de tiempo. Aun así, creo que llegaremos a nuestra base mañana o pasado mañana."
Lo llamaban base, pero en realidad era sólo una cueva.
"Lo entiendo. Aun así, nos queda algo de tiempo, ¿no? Cuéntame el resto de tu historia. Todavía no he oído por qué decidiste convertir en tu objetivo el alcanzar el título de paladín. Si eres buena con el arco, ¿no podrías haber seguido ese camino? ¿Por qué elegiste ser una paladín? ¿Para hacer cumplir la justicia? ¿O quizás para ser el orgullo de tu nación?"
"No..." —Sonrió y recordó su infancia como si fuera ayer.— "… Mi madre era una paladín."
Y una que era confiable con la espada además, un tipo de caballero totalmente diferente comparado con su hija, Neia.
"Ya veo. ¿Así que ella te dijo que lo hicieras? ¿O la admirabas? hmm."
"Oh, no. Mi madre a menudo decía que no debería estar apuntando a ser una paladín. Mi madre era buena con la espada, pero mala para el resto de cosas. Podía lavar la ropa y coser, pero cuando se trataba de preparar comidas, no tenía remedio. Todo era tan descuidado. La carne asada siempre estaba mal cocida, ese tipo de cosas eran habituales."
Era su padre quien cocinaba siempre, y cuando era niña pensaba que así era en casa de todas las familias.
"... Ya veo. Aunque estaba en contra de que te convirtieras en paladín, no te detuvo cuando llegó el momento — fue una buena madre."
"Ah, no. Cuando le dije a mi madre que iba a convertirme en escudera, sacó su espada y dijo, '¡Si puedes derrotarme, lo permitiré!'. La única razón por la que me permitieron convertirme en una, fue porque mi padre me cubrió desesperadamente. Si yo hubiera luchado con ella normalmente, no habría ganado en una lucha justa."
Esa fue la primera vez que comprendió el significado de la "intención de matar".
"..... Ahhhhh, mm, es una bonita, eh, una bonita familia la que tenías, entonces..."
"Sí. Aunque los vecinos nos miraban de manera extraña, siempre pensé que éramos una buena familia."
"... Ya veo. Eso es bueno... ¿Y por qué terminaste apuntando a ser una paladín? ¿No pensaste en seguir los pasos de tu padre? ¿O era un padre que se quedaba en casa?"
"No, mi padre también sirvió al país como soldado regular. Pero, hmm... me pregunto por qué nunca pensé en hacer lo mismo que él. Tal vez sea porque saqué esos ojos de aspecto siniestro de él; tal vez le guardé rencor por eso."
Neia se llevó los dedos índices a las comisuras de los ojos y los movió en círculos.
Cuando era pequeña, sus amigos le decían a menudo, ¿Por qué me miras así? ¿Estás enfadada? Siempre se quejaba de ello a su padre. Y cuando su madre la escuchaba, Neia acababa recibiendo un golpe en la cabeza.
Recordando con nostalgia, dijo: "Pero tal vez porque he ampliado mi visión del mundo como escudera, me he dado cuenta de que estos ojos también son un regalo. Bueno, no es que necesitara el ceño fruncido permanente."
"¿Y qué hacen ahora tus padres?"
"Mi padre murió en la muralla en la batalla contra Jaldabaoth. Perdí el contacto con mi madre, así que no sé qué pasó con ella, pero imagino que murió protegiendo la ciudad. Estoy seguro de que se habría resistido hasta el final."
"Parece que he preguntado sobre un tema doloroso."
El Rey Hechicero volvió a inclinar la cabeza. La segunda vez no fue tan impactante, pero aun así fue suficiente para que Neia se pusiera nerviosa.
"¡Por favor, por favor, levante la cabeza! ¡¿Cómo puede inclinarse ante alguien como yo?!"
"Ha sido una desconsideración de mi parte profundizar tanto en el tema de tu difunta familia. No me di cuenta, pero disculparme sigue siendo lo correcto." El Rey Hechicero ladeó la cabeza en señal de desconcierto después de levantarla.
No, eso no está bien, así es como debe ser entre iguales. Un rey y un plebeyo de otro país no son iguales. Además, somos nosotros los que pedimos su ayuda...
"¿Qué? Se me ocurren muchas razones por las que no lo sería. Er, si alguien ve a Su Majestad inclinándose ante mí… ah... podría... mirarle con desprecio. Ya que después de todo, sólo soy una escudera."
"... Umu. Ya veo. Sí, tienes razón. Eso es lo que significa ser un rey." —Luego murmuró.— "Esto es difícil."
Debía de querer decir que, aunque se habían acercado, era difícil ser abierto con alguien de un país extranjero.
"De acuerdo, aunque esto no puede empezar a contar como una disculpa— sólo me gustaría prestarle esto, Baraja-san."
El Rey Hechicero puso una mano en su túnica y sacó un arco.
¡¿—Hah!?
Era más grande de lo que podría haber estado escondido dentro de su túnica. Neia parpadeó varias veces, pero la realidad se negó a cambiar.
"Esto es un arma mágica. Úsala para protegerme."
Parte del arco estaba hecho con partes de animales, pero no había aire de sangre y gore alrededor, sintió que tenía un toque sagrado.
Ella se dio cuenta de un vistazo. En otras palabras, este arco era una obra maestra que necesitaba ser descrita con la palabra "súper".
"Esto es Ultimate Estrella Fugaz Súper, hecho con el antiguo arte de las runas. Por varias razones, lo llevaba conmigo para prestárselo a otra persona. Normalmente habría runas talladas aquí, pero ahora no las puedes ver por el desgaste. ¿Qué te parece?"
Neia utilizó toda su fuerza para reprimir el impulso de gritar.
Normalmente hablando, debería rechazarlo. Era muy probable que este fuera un tesoro nacional del Reino Hechicero. Sin embargo, ¿alguien le prestaría tal tesoro a un seguidor de otro país?
Puede que solo parezca impresionante... ¡Incluso lo parece! ¡Definitivamente es un arma muy poderosa!
"¿Qué te parece? ¿No lo aceptarás? Tu trabajo es hacerme compañía y protegerme, ¿no? Por lo tanto, creo que sería bueno equiparte con un arma mejor, ¿no?"
"¡Ngh!"
Él tenía razón.
Neia sintió su cabeza daba vueltas.
"Ahh, mis disculpas. ¿Es porque parece demasiado llamativo? En ese caso, tengo algo más discreto, el Gran Arco Especial, que también es un producto de las runas."
Al decirlo, volvió a tocar su túnica —
"¡P-por favor, no se preocupe! ¡Estoy más que satisfecha con este! ¡Por favor, no hace falta que siga buscando!"
Las palabras de Neia se mezclaron con un lúgubre grito al impedir que el Rey Hechicero produjera más armas. Si él sacaba otra arma delante de ella, Neia no creía que podría retener sus sentidos y, si seguían con esto, probablemente implicaría que tendría que pasar el día entero en agonía.
"¡Su Majestad! ¡Humildemente acepto esta Última Estrella Fugaz Súper que me ha otorgado!"
Ella cogió el arco con manos temblorosas.
Dados sus accesorios y decoraciones, parecía mucho más pesado que un arco promedio, pero era anormalmente ligero. Sujetarlo en sus manos, hacía que su cuerpo se sintiera más fuerte, como si estuviera lleno de poder o, ¿era porque el arco era sorprendentemente ligero?
Ah, esto es malo. Quería tranquilizarme con la idea de que esto era solo un ítem mágico que era elegante por fuera, pero sencillo por dentro. Esto... esto es definitivamente algo malo. Por lo que sé... Esto podría ser mejor que la Espada Sagrada... ¿eh? Espera, espera un minuto... no, seguramente no podría...
"¿De verdad? Para mí, no es algo de lo que estar orgulloso, ¿sabes? Si te gusta alguna otra— si quieres un arma mejor, házmelo saber".
Esto es malo. Si esto seguía así, si seguía oyendo hablar de ello, las cosas se pondrían muy mal. No podía imaginarse lo que pasaría si una simple escudera acabara con mejores armas que los más fuertes de su país.
"Muchas gracias, Su Majestad. Estoy muy agradecida de que haya pasado tanto tiempo tomando en consideración a alguien como yo..."
Dejar que alguien más sostuviera esto sería muy peligroso, así que, Neia lo agarró con fuerza.
Ella le sonrió al Rey Hechicero mientras él asintió diciendo, "Umu". Aunque la sonrisa era un poco rígida, se las había arreglado para ocultar hábilmente sus pensamientos.
"Si otros vieran esto, diles que te lo presté."
¿No puedo dejar que no lo vean? Si es posible, preferiría envolverlo o algo así, pero no puedo hacerlo con un arma que Su Majestad me prestó para protegerlo... Ahh... espera, mi cabeza está empezando a dolerme. Así que, algo como esto no es nada para él... Los estandartes de Su Majestad son demasiado altos... ¿Tendré que pagarle si estropeo este arco? ¿Yo? Me duele el estómago. Ojalá no tuviera que preocuparme por este arco... ¡Ah!
Neia pensó en algo que aún no había mencionado.
"¡Su Majestad! Vi esas enormes y grandes estatuas suyas en su país."
"—Hoh."
Respondió con una voz callada que era tremendamente diferente a la que había usado hasta ahora. A Neia le preocupaba que lo hubiera ofendido de alguna manera.
Había llamado a su país como él mismo. Así, Neia adivinó que el Rey Hechicero podría ser un egomaníaco, razón por la cual había construido esas enormes estatuas de sí mismo para proclamar su poderío.
¿No lo elogié lo suficiente?
"Esas estatuas no solo muestran la grandeza de Su Majestad, sino que también demuestran su poder. No tenemos ninguna estatua como esa en el Reino Santo."
Eso definitivamente no fue una mentira. A pesar del tamaño, uno necesitaría técnicas de ingeniería que se habían refinado arduamente hasta llegar a un arte para producir un producto tan real. Había una estatua de tamaño similar de un dragón marino en un lugar llamado Cabo Faro, pero era más cruda y parecía muy monótona tras ser desgastada por los elementos.
"Mis subordinados a menudo dicen eso."
Ahhhhh, ¿es eso? Ha oído elogios como esos de sus subordinados, así que, ʹtodo esto es de esperarseʹ, ¿eso es lo que quiere decir?
"Mis subordinados están planeando levantar estatuas como esas en varios lugares de mi nación."
"Ya veo. Ciertamente, sería una buena manera de proclamar la gloria de Su Majestad."
El Rey Hechicero miró a Neia en lo que parecía una sorpresa.
"… Uh, mm. Sin embargo, siento que colocar estatuas de mí mismo dentro de mi país es un poco... ¿cómo decirlo? Aun así, mis subordinados construyeron estatuas mías de más de cien metros de altura en medio de la ciudad para mostrarme al mundo... Creo que se han dejado llevar por el concepto de que lo más grande es mejor."
"Pero, ¿por qué es eso?"
El Rey Hechicero tosió para despejar su garganta y ahí fue cuando surgió una pregunta en la mente de Neia; ¿los no-muertos todavía tenían gargantas que despejar? Sin embargo, el Rey Hechicero estaba hablando y ella no pudo interrumpirlo.
"La grandeza de un rey no puede mostrarse con objetos físicos."
"¡Ahhh!"
Neia estaba conmocionada, pero eso era de esperarse.
Neia no solo había olvidado que el Rey Hechicero era un no-muerto, sino que había llegado a albergar sentimientos de respeto genuino por él.
Este hombre es un verdadero rey.
De repente, vio al Rey Hechicero apretando su puño por el rabillo del ojo.
"Por supuesto, declarar mi grandeza al mundo al permitir que mi pueblo viva una vida libre y próspera es otra historia. Pero, mostrarlo con estatuas de mí mismo es... quiero ser conocido por la paz de mi reinado."
"¡Es como usted dice!"
Neia reunió valor y luego hizo una pregunta.
"Como un no-muerto, ¿por qué Su Majestad se preocupa tanto por la gente?"
Neia no pensaba que la compasión del Rey Hechicero por las masas fuera un acto. Incluso empezó a preguntarse si era un no-muerto.
"... No he dedicado mucho tiempo a pensarlo. Pero esto debería ser normal, ¿no?"
Neia estaba conmocionada
¿Todos los reyes eran gente tan increíble?
La Reina Santa, los nobles, ¿podrían gobernar al pueblo con estos pensamientos en su corazón?
¿O— fue porque era un no-muerto? ¿Tenía esta perspectiva porque era un no-muerto?
Neia no pudo responder a esa pregunta.
"Además, si la altura fuera de cien metros, se quejarían de que no hay suficiente luz solar."
El Rey Hechicero siguió con lo que sonaba como un chiste, que solo sirvió para perforar una vez más la humildad de este increíble monarca en el corazón de Neia. Este hombre, era verdaderamente un rey entre reyes.
♦ ♦ ♦
Como el Rey Hechicero había señalado antes, la base del Ejército de Liberación del Reino Santo, era una cueva natural en una montaña.
Había un manantial subterráneo en un rincón de la cueva y, aunque no era muy alta, era muy espaciosa, suficiente para que entrara un caballo y un carruaje. Además, los hongos que emitían luz blanca azulada brotaban por todas partes —de alrededor de la mitad de la altura de un hombre — por lo que no necesitaban otras fuentes de luz.
La razón por la que sabían de este lugar, era porque los paladines habían sido enviados una vez aquí para exterminar a un monstruo que hacía de este mismo lugar su guarida.
Además, restauraron este lugar después de haber huido y ahora había varios sectores dentro de las cuevas, divididos por su propósito e incluso habían dado a sus dormitorios una apariencia de habitaciones. Después de cortar los árboles — de más de cien metros de altura — del bosque que rodeaba las montañas, los habían convertido en simples muebles.
Pero, en última instancia, era solo una cueva.
Aquí había un total de 347 personas; 189 paladines, 71 sacerdotes — incluyendo aprendices y otros miembros del personal — así como 87 plebeyos sin otro lugar a dónde ir. Naturalmente, esperar una habitación privada, era imposible.
Aun así, no podían permitir que el rey de otro país se quedara con los demás.
Por supuesto, existía el deseo de minimizar el contacto entre el Rey Hechicero no-muerto y la ciudadanía del Reino Santo, así como el deseo de evitar que entrara en contacto con la información secreta dentro de su base y otras consideraciones por parte del Reino Santo.
Sin embargo, no podían decir que les gustaría que usara la magia de la teletransportación para que descansara en el Reino Hechicero.
Al final, tuvieron que apartar por la fuerza las cosas de los demás y crear un espacio personal para que el Rey Hechicero descansara.
Bajo circunstancias normales, habrían enviado mensajeros para informar la llegada de la visita del Rey Hechicero y hacer que los demás se prepararan para recibirlo, pero el Reino Santo estaba ahora en manos de los semi-humanos. No podían enviar paladines, que tenían una pobre capacidad de detección enemiga, como exploradores. Además, Neia estaba ahora en el carruaje del Rey Hechicero y esperando fuera de la cueva. La gente de la cueva movía frenéticamente sus efectos personales y trasladaba camas, armarios y cosas por el estilo. Además, ya habían colgado una bandera prestada del Reino Hechicero.
"... Hm."
"¿Cuál es el problema, Su Majestad?"
"... Aunque no pretendo insultarte, tengo algunas preguntas sobre todo esto que espero que puedas responder lo mejor que puedas. Parece que no están ocultando sus huellas; ¿no es eso un problema? ¿O alguien más se encargará de eso?"
El Rey Hechicero formuló su pregunta en un plano — como si estuviera leyendo algo — tono de voz y, entonces, los ojos de Neia se abrieron de par en par.
Él estaba en lo correcto.
Ellos dejarían huellas en el proceso de escalar esta deshabitada montaña.
Cuando se les agregaban las huellas de las herraduras de las monturas de los paladines, sería inmediatamente obvio. En ese caso, el hecho de que aún no se les haya descubierto, fue pura coincidencia. ¿O lo fue?
"Su Majestad. Nunca hemos intentado cubrir nuestras huellas hasta hoy, ¿podrían haberlas notado y dejarnos ir deliberadamente? ...Pero, ¿por qué?"
La voz de Neia tembló cuando le hizo su pregunta al Rey Hechicero.
A lo largo de este viaje, Neia se había dado cuenta de que el Rey Hechicero era un individuo extremadamente sabio. Por lo tanto, ella pensó que él podría darle inmediatamente la respuesta y sus pensamientos no se equivocaron.
"... Hay muchas posibilidades para eso, pero, en circunstancias normales, esa sería la más probable..."
Por un momento, Neia pensó que no debería estar escuchando la respuesta del Rey Hechicero sola, sino en presencia de su capitana, pero no podía controlar la curiosidad que brotaba en su interior.
"¿Podría ser porque no desean perder el rastro del Ejército de Liberación?"
"¿Perder la pista del Ejército de Liberación?"
"Hm— bueno, me disculpo por esta comparación, pero, digamos que has encontrado un nido de ratas causando problemas, dejarlas correr sería muy molesto, ¿no? Lo mejor sería esperar a que todas las ratas se juntaran y luego eliminarlas de un plumazo."
¡Tiene razón! Es lo que Su Majestad dice. Me cuesta imaginarme otra posibilidad. Ya lo ha pensado mucho en pocos minutos... es como si supiera exactamente lo que el enemigo está pensando, es increíble...
"Bueno, mientras la situación siga igual, no habrá nada de qué preocuparse. No estoy hablando solo de la situación aquí, pero, los cambios en el lado del enemigo podrían llevar a una muy alta probabilidad de ser atacados, lo que sería problemático."
Neia no sintió nada más que admirable respeto por la inteligencia del Rey Hechicero al destacar los puntos más finos de sus circunstancias.
"¡Muchas gracias, Su Majestad! ¡Informaré de esto a la capitana de inmediato!"
"Entonces, yo también iré".
"¿Eh? Pero, seguramente debe estar cansado del largo viaje. Hemos preparado una habitación para usted, ¿no sería mejor descansar un rato?"
"¿Lo has olvidado? Soy un no-muerto, ¿sabes? No necesito descansar."
Él tenía razón. Neia lo había olvidado por completo.
Los no-muertos eran seres que no sentían fatiga. También se le había enseñado que era muy difícil tratar de huir de un ser no-muerto de velocidad comparable. Mientras que eso era simplemente sentido común, las experiencias de Neia con el Rey Hechicero, habían destrozado por completo su percepción de los no-muertos. A veces, incluso se encontró a sí misma pensando que él era solo un lanzador de magia humano con una máscara ósea.
"Muchísimas gracias. Entonces, ¿puedo molestarle para que venga conmigo?"
"Por supuesto que sí. Y no hace falta que me lo agradezcas. Ya que estamos aquí para derrotar a Jaldabaoth, nosotros deberíamos ayudarnos mutuamente."
Aunque ella sabía que, "nosotros" en este caso, se refería al Reino Santo y al Rey Hechicero, también podía ser interpretado como hablar de Neia y del Rey Hechicero. Eso hizo que Neia se sintiera un poco emocionada.
Eventualmente, alguien llamó a la puerta del carruaje desde afuera.
"Su Majestad, hemos preparado una habitación para usted."
Neia abrió la puerta.
Cuando el paladín de fuera vio el arco que Neia sostenía, sus ojos se abrieron de par en par, sorprendido.
Era la primera vez que llevaba el arco que había recibido del Rey Hechicero fuera del carruaje. Eso se debía a que el Rey Hechicero no había dejado su carruaje desde que le había entregado el arco. Por lo tanto, nadie más lo había visto hasta ahora.
... Debes estar sorprendido, ¿eh? Mm. Entiendo cómo te sientes. No es un arma que dejarías llevar a un escudero...
Mientras el paladín la cubría con su mirada, Neia se giró para mirar al carruaje y se inclinó.
Aunque ella simplemente miraba sus pies, después de ver que el Rey Hechicero había pisado el suelo, Neia levantó la cabeza y preguntó al paladín.
"Lo siento, pero tenemos que hablar con la capitana Remedios, ¿puedes llevarnos hasta ella? Su Majestad dice que él también irá."
"Ah-ah, sí. Entendido. Entonces, por favor, síganme."
El paladín — seguido por el Rey Hechicero y luego Neia — entró en la cueva.
La iluminación de color blanco azulado de las setas, que medía la mitad de la altura de un hombre, era muy espeluznante. Donde los hongos eran particularmente abundantes, sombras monstruosas danzaban en las paredes entre los hongos.
Además, la luz blanca azulada de los hongos la hacía parecer un cadáver, pero, misteriosamente, no le importaba.
Mientras caminaban por la cueva, veían paladines vigilando de vez en cuando, así como plebeyos y sacerdotes.
Tendrían que haber oído todo sobre él por parte de la capitana y de los otros que les habían precedido, pero, aun así, no podían evitar mirar fijamente al Rey Hechicero.
Es algo descortés, aunque...
El Rey Hechicero no se enfadaría, ¿verdad? Era un gobernante muy amable. Sin embargo, mientras más amables eran las personas, más espantosas solían ser cuando se cabreaban.
¿Debería ella decirles que dejaran de ser descorteses para evitar tal acontecimiento? Sin embargo, no podía ir a decírselo en persona a todos y cada uno de ellos y no era un problema que pudiera resolverse con palabras. Después de todo, para los ciudadanos del Reino Santo — y para todos los vivos — los no-muertos, eran fundamentalmente el enemigo.
Le diré esto a la Capitana más tarde... aunque es bueno que no hayan sacado sus armas.
De repente, Neia sintió que el Rey Hechicero había producido un pedazo de papel y que estaba mirando las letras escritas en él. Aunque Neia estaba interesada en lo que estaba escrito allí, no podía ver las letras debido a la forma en que estaban escondidas en su mano.
Finalmente, fueron llevados a una habitación que estaba dividida por una cortina colgante y los sonidos de un ruidoso intercambio de opiniones provenían del interior.
"Capitana Remedios. El Rey Hechicero y la escudera Baraja han llegado."
El interior se quedó en silencio.
El papel de la mano del Rey Hechicero se había desvanecido como por arte de magia.
"Déjales entrar."
Después de oír la voz de la capitana, el paladín retiró la cortina.
Los paladines y los sacerdotes que se levantaron para recibir al Rey Hechicero — que no habían formado parte de la delegación — tenían en sus ojos una compleja mezcla de emociones. Hasta Neia podía sentir esto. Naturalmente, el Rey Hechicero debe haberlo sentido también. Sin embargo, no había forma de saber cómo había reaccionado con solo mirarle la espalda.
No hay manera de que Su Majestad no pueda sentir el ambiente en el aire... quizás simplemente no le importan los pequeños balbuceos de los hombres sin importancia. ¿Es este el porte de un rey?
"Escuchen todos. Ante nosotros se encuentra Su Majestad, el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown. Incapaz de ignorar la difícil situación de nuestra nación, ha venido aquí especialmente para ayudarnos. ¡Denle el debido respeto!"
Después de lo que dijo Remedios, todos en la habitación se inclinaron ante el Rey Hechicero.
Una vez que todos habían levantado la cabeza, el Rey Hechicero habló en un gran tono.
"Mucho gusto, soy el Rey Hechicero. He venido a ayudaros, no en nombre de mi nación, sino a título personal. Por lo tanto, aunque esto puede ser un poco repentino, he notado algunas cosas en mi camino hacia aquí, por lo que deseo recabar sus opiniones al respecto. Por favor, permitan que mi acompañante les explique."
El Rey Hechicero se hizo a un lado, permitiendo que Neia pasara por delante de él.
"Disculpen todos. Permítanme explicarles lo que Su Majestad ha dicho."
Neia transmitió las preguntas del Rey Hechicero a todos los presentes. Después del breve discurso, un pesado silencio envolvió la sala.
"... Entonces, ¿qué propone Su Majestad que hagamos?"
Remedios dirigió su pregunta a Neia, que estaba a su lado.
"No, antes de eso, ¿qué piensan? Solo he venido a luchar con Jaldabaoth, no para guiarlos a todos. Si termino participando demasiado en sus sesiones de planificación estratégica, ¿no creen que las cosas se pondrán muy difíciles después de derrotar a Jaldabaoth?"
La conmoción irrumpió en la habitación durante un momento.
"... ¿O es que quieren decir que se subordinarán a mis órdenes? En ese caso, también usaré los medios más apropiados para salvar a esta nación."
Esa debería ser la mejor manera de hacerlo, ¿no? Su Majestad podría ser un no-muerto, pero todo lo que dice tiene sentido. Seguramente cumplirá también los acuerdos que llegue a alcanzar. Ahora mismo, en este preciso instante, si quieren salvar a la gente que sufre, arrodillarse ante el rey de otro país durante un tiempo, debería ser la elección correcta, ¿no?
"La única que puede estar por encima de nosotros es Su Majestad, la Reina Santa. Lamentablemente, no podemos aceptar órdenes del rey de otra nación."
Sin embargo, Remedios rápidamente rechazó la oferta.
"¡—!"
¡Deberías estar dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar al pueblo! ¿No fue esa la razón por la que estamos usando al rey de otra nación y un rey tan increíble además?
Neia agachó la cabeza. Eso era para evitar mostrar las oscuras y nubladas emociones que brotaban desde su interior.
"¿Podemos preguntar qué curso de acción tomaría Su Majestad en nuestra posición?"
"Si fuera yo, ¿hm? Bien, lo lógico sería mudarse inmediatamente a un nuevo lugar, ¿no?"
"Una nueva ubicación..."
Todos en la habitación, Remedios incluida, tenían una mirada angustiada en su cara. Eso se debía a que no sabían de ningún otro lugar que fuera adecuado como escondite.
"A juzgar por su reacción, supongo que no lo harán. En ese caso, necesitarán planear sus operaciones futuras bajo la suposición de que, cuanto antes se muevan, antes los atacará el ejército de Jaldabaoth. Entonces, como esto es todo, volveré a mi habitación."
Justo cuando Neia estaba a punto de seguirlo, el Rey Hechicero extendió su mano para detenerla.
"Discúlpame, pero, me gustaría que te quedaras aquí y escucharas la opinión de los demás en mi nombre, Baraja-san."
"Entendido, Su Majestad."
Aunque no la había reconocido como su sirviente, parecía que el Rey Hechicero la estaba tratando como un sustituto de sí mismo. En ese caso, si ella no cumplía esta tarea, él estaría decepcionado. Solo imaginar al Rey Hechicero decepcionado hizo que su corazón revoloteara por alguna razón.
"Entonces, ¿puedo contar contigo? No te importa, ¿verdad, capitana Remedios?"
"Si Su Majestad lo permite, no nos opondremos."
Después de escuchar eso, el Rey Hechicero se giró para irse con el paladín asignado para ser su guía.
Una vez que desapareció en una esquina, un sacerdote habló.
"Así que, ese es el Rey Hechicero… Capitana Remedios. ¿Estará todo bien de verdad? Espero que no hayamos traído un tigre para ahuyentar a un lobo. Eso sería muy problemático."
"Efectivamente. Tomar veneno para escapar de la agonía actual ¿no es eso lo que hacen los pobres?"
"Ya hemos hablado de esto antes, ¿no? No me hagáis repetirlo. El veneno ya está en nosotros."
No va usar ʹSu Majestadʹ, eh. ¿No van a mostrarle respeto?
Neia estaba disgustada por el dramático cambio de actitud que habían mostrado en el momento en que el Rey Hechicero se había ido.
Si uno entendía la actitud de los ciudadanos del Reino Santo hacia los no-muertos, entonces, su actitud era de esperar. Más bien, era el desagrado de Neia lo que fue anormal. ¿Por qué se sintió infeliz por esto?
"Bien, él sigue siendo útil por ahora, así que, no podemos evitarlo... y hemos visto cómo puede ayudarnos... pero, como sacerdotes, podríamos tener problemas para neutralizar ese veneno, ¿no?"
¿Qué quieres decir con útil? Alguien se da cuenta de un error que cometimos e incluso nos da una solución, pero no solo son desagradecidos, sino que todavía están pensando en cómo utilizarlo... Ah, eso es todo. Eso es lo que sentí por Su Majestad, algo que ahora le falta al Reino Santo... un sentido de pureza. Por eso me siento así...
¿Cuánta de su gracia había recibido?
Después de compartir un carruaje con él, se le había dado la oportunidad de darse cuenta de que, a pesar de ser un no-muerto, el Rey Hechicero era un rey digno de respeto.
Por lo tanto, lo que ella sentía por esta gente era en realidad, lo que se conocía como lástima.
"A propósito, escudera Baraja. ¿Qué es ese arco que llevas?"
"Ah, sí. Su Majestad dijo que me prestaría esta arma mientras dure mi misión."
"... ¿Puedo echarle un vistazo, escudera Baraja? Deseo ver si el arco está encantado con alguna magia siniestra."
El sacerdote le extendió la mano.
Normalmente, ella debería habérselo dado. Sin embargo—
"Por favor, permíteme negarme."
El sacerdote quedó atónito. Era una cara que decía que no esperaba que se le negara.
"Esta es un arma que he recibido de Su Majestad para proteger a su persona. No permitiré que deje mis manos."
Ella no permitiría que alguien que solo pensaba en utilizar a un aliado, lo tocara, ni siquiera por un momento. Neia bajó la cabeza mientras respondía para evitar que la ira en su corazón se manifestara en sus ojos.
"—Capitana Custodio, ¿qué significa esto?"
"Ahhhh, escudera Baraja, dale ese arco..."
"En otras palabras, ¿no le importa que informe de esto a Su Majestad, entonces?"
El aire de la habitación se congeló.
"Suficiente. Lo entiendo. Sigamos hablando."
Hmm~, al menos saben que las cosas les irán mal si Su Majestad se entera.
"Antes de eso, capitana Custodio, ¿no sería mejor dejar que la escudera Baraja volviera al lado del Rey Hechicero—dono?"
Neia notó a uno de los sacerdotes mirando el arco por un momento.
Neia comprendió el significado que intentaba transmitir, pero, a pesar de la ira que hervía en su corazón, no dejó que se extendiera a sus palabras o acciones.
"Pido disculpas, pero, estoy aquí para escuchar las palabras de todos por orden de Su Majestad. Les agradecería mucho que me permitieran seguir aquí y escuchar sus palabras desde este lado."
"Es cierto... Gustav. ¿Qué crees que deberíamos hacer?"
"Su Majestad nos lo dijo en persona. Si la dejamos salir ahora, probablemente causará más problemas en el futuro.
"Eso es verdad. Entonces, ¿la dejaremos quedarse?"
¿Es esto algo que deberían estar discutiendo delante de la persona en cuestión? Mientras Neia pensaba esto, se inclinó en silenciosa gratitud.
"Ahora pues, siguiendo lo que el Rey Hechicero ha dicho, ¿qué debemos hacer? ¿Alguien tiene alguna idea sobre dejar este lugar y buscar otro espacio seguro?"
Tal vez alguien con las habilidades de ranger de su padre, podría ser capaz de encontrar un lugar para que muchas personas puedan quedarse tranquilas. Sin embargo, aquí no hay nadie así.
"El Rey Hechicero — Su Majestad dijo antes que, si no hacemos nada, Jaldabaoth tampoco hará nada. En ese caso, ¿por qué no buscar un nuevo lugar antes de que tomen acción?"
Esa sugerencia, hecha por uno de los paladines, recibió una aprobación dispersa. Sin embargo, Neia sabía muy bien que aplazar el asunto no resolvería nada. Al final, todo lo que haría, sería causar un amontonamiento de problemas en el futuro.
"El problema no es solo encontrar un nuevo lugar, sino también la cuestión de las provisiones. Mientras que estamos en invierno y por lo tanto la comida es fácil de conservar, encontrar lo suficiente para comer durante toda la temporada, no es fácil. Aunque no hayamos conseguido la cooperación del Reino, ¿no deberíamos al menos comprarles algo de comida? ¿No ayudaría eso a nuestra supervivencia?"
"Desafortunadamente, los precios son increíblemente altos por parte del Reino. Además, incluso si logramos comprar los alimentos, necesitaríamos una cantidad masiva para mantener a tanta gente durante varios meses, así que, transportarlos sería muy difícil."
"Vice-Capitán-dono, entiendo lo que está tratando de decir. Sin embargo, no habrá nada que discutir sin esa comida. Al final, necesitamos una forma de conseguir raciones del sur, ¿no? O, quizás cambiar nuestra base más cerca de la costa, para que podamos enviarla desde el Reino."
"Desafortunadamente, carecemos de los fondos para ello y no obtuvimos una buena respuesta de los comerciantes del Reino. En cuanto a conseguirla del sur..."
Gustav se rio mientras respondía.
"Probablemente no se han dado cuenta del peligro que se les acerca. Nuestra flota se está desgastando lentamente, como si estuvieran dando un paso más cerca del trampolín con cada día que pasa."
"Así que, necesitamos producir algún tipo de garantía para que el sur esté dispuesto a ayudarnos, ¿es eso?"
"Después de todo, los problemas con nuestro campamento base y la comida, están apilados como una montaña."
"... En cuanto a resucitar a la Reina Santa-sama... ¿puede hacerse? Después de todo, una vez que podamos arreglar eso, todo lo demás será discutible."
"Desafortunadamente, según lo que aprendimos de Blue Rose, incluso ese hechizo de quinto nivel tendrá dificultades para trabajar sin el cadáver o si el cuerpo está muy dañado."
"... ¿Podemos contar con el poder de Su Majestad?"
"¿Quieres tomar prestado el poder de los no-muertos?"
Siendo la situación lo que es, ¿qué más podemos hacer? Si la Reina Santa-sama resucitara, el problema principal sería Jaldabaoth."
Los ojos de todos se voltearon hacia la cara amarga de Remedios.
"—Dejemos eso a un lado por el momento. Lo discutimos mientras viajábamos por otros países, pero, nuestro objetivo principal será atacar las prisiones y liberar al pueblo."
Muchas personas asintieron con la cabeza.
"Ya veo. Toda la gente del Reino Santo está entrenada para el combate. En ese caso, liberar un solo poblado nos dará una cierta fuerza de combate... asumiendo que estén dispuestos a ayudar, por supuesto. Sin embargo, en ese caso, ¿no empeoraría el problema alimenticio?"
"Por eso digo que deberíamos atacar las prisiones. Debería haber comida allí."
"¡Ya veo! ¿usted qué opina, Capitana Remedios?"
Remedios sonrió mientras escuchaba a uno de los paladines decir eso.
Sin embargo, los ojos de Neia eran fríos mientras miraba a la presumida Remedios. Después de todo, ella sabía de quién venía esa sugerencia.
"Además, con la ayuda del pueblo, seguiremos atacando y liberando las prisiones en varios lugares. Así podremos encontrar nobles con lazos con el sur. Reuniremos nuestras tropas antes de que Jaldabaoth nos destruya y le daremos un duro golpe. Eso debería impedirles hacer algo también."
"¡Ya veo!"
Esta vez, hubo más voces de acuerdo.
"Seguiremos ese plan. En ese caso, escudera Baraja, retransmita esto al Rey Hechicero…"
"—Por favor, espere, Capitana. Creo que sería mejor que se lo dijera yo. Sería la cortesía básica que debemos mostrarle al rey de una nación, así que, yo mismo le informaré sobre nuestras operaciones."
Gustav tenía razón, pero, por alguna razón, algo parecía fallar.
Sin embargo, Neia no podía objetar esto sin saber lo que le faltaba.
"Muy bien. Hazlo, entonces. Te lo dejo en tus manos."
"¡Entendido!"
♦ ♦ ♦
Neia y Gustav volvieron juntos al cuarto del Rey Hechicero. Aunque solo había un trozo de tela para servir de puerta, un paladín aún estaba frente a él. ¿Estaba allí para vigilar a las personas que pudieran dañar al huésped de dentro o para vigilar al huésped en persona?
Después de que Gustav le ordenara retirarse, el paladín se fue.
Neia mentalmente arrugó sus cejas.
Desde que había retirado al guardia, venir aquí, significaba que tenía algo más en mente además de contarle el plan. Era difícil imaginar que querrían asesinarlo. Sin embargo, si eso realmente ocurriera, entonces, necesitaría usar su arma como el escudo del Rey Hechicero.
"Su Majestad, este es Gustav Montagnés; yo y la escudera Neia Baraja, solicitamos su permiso para entrar."
Después de recibir la autorización, Gustav dio un paso en la habitación.
Cuando uno recordaba las posadas que habían visto en el Reino y el Reino Hechicero, este lugar parecía terriblemente austero. Este no era lugar para que el rey de una nación descansara.
No había nada que hacer sobre el hecho de que las paredes de la cueva eran de roca desnuda, pero, incluso los muebles estaban en ruinas.
Mientras que los paladines aprendían a coser durante sus días de escudero, no era suficiente para que ellos hicieran muebles.
Sin embargo, la cama donde se sentaba el Rey Hechicero, era extremadamente hermosa. Brillaba con un resplandor obsidiana, como si estuviera hecho de ónice. Además, había una manta totalmente blanca encima.
Cualquier otro habría estado asustado por la vista de esta hermosa cama que se había producido de quién sabe dónde. Sin embargo, para Neia, hacía tiempo que había llegado a pensar que, tales asuntos, no eran nada para preocuparse cuando se trataba del Rey Hechicero. Además, era posible que simplemente se hubiera teletransportado a casa y vuelto con una cama.
Sin embargo, era una cuestión diferente para Gustav, que no conocía al Rey Hechicero como Neia.
"Su Majestad. ¿Qu-qué es eso?"
"Oh, ¿esto?" —El Rey Hechicero señaló su cama— "La hice con magia. En cuanto a esta manta, bueno, también la hice con magia. Dicho esto, no tengo ni idea de dónde viene esta lana natural, pero es buena para tumbarse. Estoy seguro de que podrías tener un cómodo descanso en ella."
Incluso después de recibir esa respuesta, todo lo que Gustav pudo hacer, fue contestar rígidamente "ah, ahh". Sin embargo, Neia no tenía derecho a juzgarlo. Después de todo, ella también estaba mirando a lo lejos y pensando, la magia realmente puede hacer cualquier cosa~.
"Ahora pues, entiendo por qué ha vuelto Baraja-san. Pero, ¿por qué ha venido usted también, Vice-Capitán-dono?"
"¡Ah, ah, sí! Aunque no tengo ninguna intención de despreciar a la escudera Baraja, creo que sería más apropiado, como Vice-Capitán, dirigir yo mismo la próxima exposición informativa; de ahí mi presencia aquí."
"Umu... si has hecho tales consideraciones, entonces, yo, como forastero, no tengo derecho a desaprobarlas. Sin embargo, me gustaría decir algo."
Justo entonces, los puntos de luz carmesí que servían como los ojos del Rey Hechicero, fueron impregnados con algún tipo de sustancia negra.
"Le di esas órdenes porque sentí que podía cumplirlas. Sin embargo, interferir en el asunto por el peso de su posición como superior, es comparable a menospreciar mi juicio. Eso me desagrada hasta cierto punto."
Hasta ahora, no importaba cómo la miraba, no importaba cómo la había tratado, el Rey Hechicero nunca le había mostrado a Neia su infelicidad. Sin embargo, por primera vez, mostraba su ira ante Neia. Esta ira nació de su confianza en Neia y causó que una corriente de calor pasara por su pecho. Él era el único que tenía esa opinión de ella.
"¡Me disculpo sinceramente!"
"Esa disculpa debe dirigirse a ella. Aun así, bueno, no importa. Adelante, infórmame."
Gustav resumió brevemente los detalles de lo que se había dicho, pero recibió un vago "Umu" a modo de respuesta.
"Ya veo. Entonces... ¿qué esperas que haga? ¿O estás diciendo que has venido solo para informarme de esto?"
"Por supuesto que no; quiero preguntarle si Su Majestad tiene alguna opinión sobre esta operación..."
Así que eso era todo.
Quería tomar prestado el intelecto del Rey Hechicero. Eso era lo que preocupaba a Neia de que insistiera en venir. Ordenar que el paladín se fuera, también fue por esa razón. Si escuchaba lo que Gustav decía, si se enteraba de que el Vice-Capitán había inclinado la cabeza ante el rey de otro país, que también era uno de los no-muertos, las cosas irían muy mal.
Llegados a este punto, ¿de qué sirve encubrir las cosas?
Era evidente ver que estaban indefensos sin el poderío del Rey Hechicero. Siendo así, aunque tarde o temprano podría ser, la noticia de esto empezaría a difundirse por todo el pueblo.
Lo que la gente del Reino Santo debería haber hecho, fue esparcir la palabra de la misericordia y compasión del Rey Hechicero por toda la tierra y luego tratarlo con gratitud.
Aunque entiendo que se preocupan por él porque es uno de los no-muertos, no creo que el Rey Hechicero sea ese tipo de ser...
Aun así, aunque Neia se lo dijera a todo el mundo, era probable que nadie la creyera. Incluso podrían pensar que era objeto de un hechizo de 「Encantar」 o que había caído bajo la influencia de una magia similar.
¿Qué puedo hacer para que todos confíen en el Rey Hechicero? Parece que necesitaré hacer algo para cambiar la primera impresión de él. Sin embargo, no puedo decir algo tan descortés como "Por favor, deje que más gente le acompañe...".
Justo cuando Neia estaba reflexionando sobre el asunto, el Rey Hechicero siguió hablando con Gustav.
"... No, ya he dicho esto. No interferiré con su planificación estratégica."
"Le ruego que nos proporcione una solución en este punto, porque no tenemos a dónde ir. Quisiéramos evitar la posibilidad de fracaso, aunque sea leve."
"Y esa es la razón. Si escuchas mis sugerencias y la operación termina en un fracaso, ¿qué se hará? No pretendo asumir esa responsabilidad."
"Sí. Por lo tanto, siento que lo que discutimos aquí debe quedar en mi corazón, el de Su Majestad y el de la escudera Baraja."
"¿La señorita Baraja-san también? ¿No sería mejor no dejarla oír esto?"
"No, por varias razones, sería mejor que hubiera un tercero presente. Además, con alguien de sus talentos a nuestro alrededor, podríamos encontrar algo mejor."
"... Hm, entonces, podemos discutir el asunto. Baraja-san, ¿confío en que estás de acuerdo con esto?"
"¡Ah! Sí, estoy bien."
"En ese caso... hay varios puntos en la operación que acabas de sugerir que me molestan. La primera es la cuestión de las raciones. Estoy de acuerdo en que podría haber reservas de alimentos en los campos de concentración, pero no creo que haya muchas cosas allí. Cuando lo piensas, ¿crees que alimentarían a sus cautivos adecuadamente? Solo eso. Si dependiera de mí, disminuiría su ingesta diaria de alimentos y los debilitaría para que no tuvieran ninguna oportunidad de rebelarse. También se plantea la cuestión de ponerlos en servicio como soldados después de rescatarlos. ¿Qué hay de sus armas? ¿Las habéis transportado a esta cueva?"
"No, no lo hemos hecho. Me gustaría pensar que podríamos obtenerlas de las prisiones."
"Tu plan de apostarlo todo a esos campos de concentración es muy peligroso. Entiendes esto, ¿verdad?"
"Sí. Sin embargo, salvar a la gente que sufre allí es muy importante."
"En ese punto estoy de acuerdo. Cuanto más tiempo pase, menos sentirán por este país. Sin embargo, lo mejor sería hacer algo con respecto a la situación alimenticia. En realidad, creo que buscar la ayuda del sur es la mejor opción en muchos sentidos. ¿Qué se puede hacer para lograr eso más fácilmente?"
"La familia real ayudará. Aunque Su Majestad ya ha fallecido, no creo que todos los de la realeza hayan sido eliminados. Podríamos ayudar a los miembros de la familia real apoyados por los nobles del sur y luego hacer que pidan que cooperen con nosotros. Si lo hiciéramos, también tendríamos un refugio seguro... hablando de eso, Su Majestad. La Reina Santa está muerta, pero, ¿quizás Su Majestad podría hacer algo al respecto?"
"¿Qué quieres que haga al respecto?"
"Resurrección."
"Ya veo. Eso no es imposible."
Lo dijo en un tono tan casual que Neia dudó de sus oídos por un momento. La magia de la resurrección podría ser considerada el secreto supremo de la magia divina. Muy pocos humanos podrían usarlo. ¿Cuánta gente en este mundo podría decir esas palabras tan fácilmente?
"Naturalmente, espero alguna forma de compensación por esto. Entonces, ¿dónde está el cuerpo? ¿En qué estado está?"
"La ubicación del cuerpo es actualmente desconocida, al igual que su estado. En cuanto a la indemnización, pagaremos con gusto tanto dinero como Su Majestad desee."
El Rey Hechicero agitó su mano ante su cara.
"La falta de un cuerpo hará las cosas muy difíciles. Incluso con uno, la condición del cuerpo podría complicar las cosas. Sin un cadáver intacto, hay una posibilidad de que, si utilizo la magia de la resurrección, se convierta en una de los no-muertos."
"Eso, eso sería muy problemático para nosotros."
Si la Reina Santa se convirtiera en no-muerta, no solo causaría problemas, sino que podría sumergir a todo el Reino Santo en una guerra.
"¿No hay hechiceros mágicos en el Reino Santo que puedan usar la magia de la resurrección del quinto nivel?"
"Me disculpo, pero no he oído hablar de ninguno."
"Hoh… ¿Y qué hay de los demás miembros de la familia real?"
"Probablemente están en uno de los campos de concentración. Después de tanto tiempo, dudo que alguno de ellos esté escondido en las ciudades."
"Hoh, ¿prisioneros, entonces? ... ¿Tienes alguna información sobre dónde podrían estar?"
"Ninguno en absoluto", contestó Gustav con un movimiento de cabeza. El Rey Hechicero miró al techo.
"Umu. Realmente estáis improvisando sobre la marcha, ¿no?"
"De hecho, así es. Nadie en la orden de paladines es hábil en recopilar información..."
"Es eso tan..." —El Rey Hechicero se dijo hmm a sí mismo— "Como yo pensaba, una organización sólida que permita a cada subordinado tratar con todo tipo de situaciones es esencial. Además, uno necesita múltiples sistemas de inteligencia."
"Por lo tanto, esperábamos poder recurrir al poderío de Su Majestad. ¿Puedo saber si puede ayudarnos con su magia?"
"Bueno, la magia no es tan omnipotente... para empezar, necesitamos información detallada sobre los campos de prisioneros. Confío en que tengas un mapa detallado para que yo pueda leerlo."
"Mis sinceras disculpas—"
"No creo que haya uno aquí, ¿puedo traerlo?" Neia interrumpió a mitad de camino.
Los mapas eran el tesoro de un reino. Cuanto más precisos fueran, más útiles serían en batalla. Permitir que una posible nación enemiga supiera tanto de su geografía, causaría mucho más daño que bien. Por lo tanto, Gustav debía haber planeado rechazarlo.
Sin embargo.
Neia no podía ceder en este punto.
No podía tolerar su utilización unilateral del Rey Hechicero.
Si quisieran sacar provecho de su sabiduría, tendrían que pagar ese precio.
Aunque Gustav la miraba fijamente, Neia fingió que no se había dado cuenta.
"Ah, en ese caso, déjame echarle un vistazo después. También pido disculpas, pero, cuéntame todo lo que sepas sobre el terreno, Baraja-san."
"¡Entendido!"
Después de que los dos respondieran, Gustav apartó la cortina y se fue. Después de que los sonidos de sus pasos se desvanecieran, el Rey Hechicero murmuró.
"No tienes que preocuparte por eso. Vine aquí por mi propio beneficio, así de valiosas son las doncellas demonio de Jaldabaoth."
"Sí."
Debe haber estado hablando de los mapas.
El pecho de Neia estaba cálido. Realmente, era algo muy agradable sentir la sensación de que tu trabajo era reconocido por otros.
"Aun así, esto realmente lo empeora. Me sorprende que una organización tan fácilmente astillada haya aguantado tanto tiempo."
"—Mis más profundas disculpas."
"No, no hay necesidad de disculparse... sin embargo, es bastante problemático cuando una organización no está unida. ¿No utilizan el voto mayoritario cuando se produce una diferencia de opinión? Y por supuesto, una regla para no guardar rencores sea cual sea el resultado."
"Qué maravilloso sería si pudiéramos unir al grupo de esa manera. Suena como un equipo de ensueño."
"¿Mmm... ? ¿Maravilloso, dices?"
El Rey Hechicero de repente miró al techo, pero sus ojos parecían estar mirando algo más lejos.
"Sí, era un equipo de ensueño."
"¿Podría ser que la nación de Su Majestad esté organizada en ese sentido?"
"Ah, ahhh. No, no de esa manera. Desgraciadamente, mi país no es un grupo así. Aun así... Kuku."
El Rey Hechicero se quedó callado y luego se rio calurosamente.
"Sería interesante si lo fuera."
"¿Interesante, dice?"
"... Ahora pues, ¿puedes hablarme del área circundante?"