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Overlord vol. 12 novela ligera |
Traducción jpn-ing: NigelTraducción ing-esp: RawiCorrección: . . .
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Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Pronto la versión 4.0.
Overlord Volumen 12: La Paladín del Reino Santo | Parte I
Capítulo 1: El Emperador Demonio Jaldabaoth
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Parte 3
La noticia de que una Alianza Semi-humana —que comprendía un ejército masivo, en ese momento— había aplastado la fortaleza central más fuerte y a su gran cantidad de soldados y, para luego cruzar la muralla, ya había comenzado a extenderse por todo el Reino Santo.
El líder de la Alianza Semi-humana, se llamaba el Emperador Demonio Jaldabaoth.
Era el demonio que había causado grandes estragos en el Reino y, según los rumores, había utilizado una poderosa magia para destrozar la muralla como si fuera de papel de seda.
La Alianza Semi-humana estaba formada por dieciocho especies y, su número se estimaba en más de cien mil. Este ejército de semi-humanos, se concentraba ahora en destruir las murallas y las fortificaciones, y su avance se había detenido.
Después de enterarse de esto, la gobernante del Reino Santo —la Reina Santa— emitió una orden de movilización general a toda la nación.
Dado que el territorio del Reino Santo se extendía alrededor de los bordes norte y sur de una bahía central, cualquiera fuerza movilizada se formarían naturalmente en dos ejércitos — el Ejército del Reino Santo del Norte y el Ejército del Reino Santo del Sur.
Cada uno de los ejércitos se movilizaron hacia sus propios lugares importantes —la ciudad de Kalinsha en el norte y la ciudad de Debonei en el sur— donde espiaron los movimientos del enemigo durante varios días.
Los informes que recibieron de las tropas que observaban la muralla, hicieron que la situación fuera aún más apremiante.
—La Alianza Semi-humana, con todas sus fuerzas, se movía hacia el oeste—
—Alcanzarían la ciudad fortaleza norteña de Kalinsha en unos días—
"¿En serio? Así que, este lugar se convertirá en un campo de batalla después de todo..."
La que hablaba era la Reina Santa, Calca Bessarez.
Debido a su baja posición en el orden de sucesión — hasta ahora, sólo los varones habían heredado el Reino Santo — ella nunca debería haber tomado el puesto de Reina Santa. Sin embargo, debido a dos cualidades que tenía, la corona había sido colocada eventualmente sobre su cabeza.
La primera, fue gracias a su hermosa apariencia. Su rostro era tan hermoso como una flor recién florecida, lleno de ternura y dignidad, y era alabado como "el tesoro de Roble", mientras que su radiante y vibrante cabello largo eran como hilos de oro hilado. Como se asemejaba al halo de un ángel, muchos de los que vieron su gentil sonrisa pasaron a describirla como una santa.
La segunda, era su excelencia como lanzadora de magia divina. Era un genio que podía usar hechizos de cuarto nivel a la tierna edad de quince años y había ascendido al trono con el firme apoyo del anterior Rey Santo y de los templos.
Habían pasado casi diez años desde entonces, y aunque algunas voces desaprobaban su excesiva bondad, no había cometido ningún error que pudiera considerarse crítico y, por lo tanto, había gobernado el Reino Santo hasta hoy. Sin embargo, su posición no era tan estable como la roca. Más bien, las brasas ardían fuera de la vista.
"Entiendo su tristeza, Calca-sama, pero la gente que vive en Kalinsha lo hace porque se ha preparado para un día como éste. En el pasado, hubo… ejem, esa batalla, donde esa ciudad fue el corazón del combate. Por eso, las murallas aquí son más altas y resistentes que cualquier otro lugar."
La persona que intentaba consolarla, era una mujer de cabello castaño.
Aunque era tan hermosa como la Reina Santa, sus ojos contenían una mirada fría y afilada, como el filo de una cuchilla. Estaba vestida con una armadura de placas plateadas y una sobrevesta[1]. Eran las vestimentas tradicionales del Capitán de la Orden de los Paladines, un antiguo artículo de maestría mágica. Lo más importante era la espada en su cintura, cuyo nombre era conocido por todos en el Reino Santo.
Era reconocida como una de las cuatro Espadas Sagradas, la espada sagrada Safarlisia.
Se dice que uno de los Trece Héroes, conocido como Caballero Negro, llevaba cuatro espadas — la espada maligna Hyumilis, la espada demoníaca Kilineyram, la espada putrefacta Crocdabal y la espada de la muerte Sfeiz. Esta era una de las cuatro espadas que existían como contrapartida de ellas. Por cierto, las otras tres espadas santas eran conocidas como la Espada de la Ley, la Espada de la Justicia y la Espada de la Vida.
Empuñar una espada poderosa a menudo llevaba a uno a embriagarse con su poder y a descuidar los fundamentos de la esgrima. Por lo tanto, el hecho de llevar esa espada que normalmente nunca llevaría era una señal de su inquebrantable determinación de unirse a la próxima batalla, y de ganarla.
Su nombre era, Remedios Custodio.
Era una amiga íntima de Calca, y la capitana más fuerte de la historia del Orden de Paladines, el fundamento de su poder, se basaba en el poderío militar. Al mismo tiempo, ella era "Blanco" de los Nueve Colores.
"Sí, sí. Y también hemos enviado a todos los no combatientes a refugiarse para que no haya bajas entre ellos. Más bien, ¿No crees que el problema más apremiante después de la guerra serán los gastos incurridos durante la batalla?"
La persona que hacía ufufufufufu de una manera indecente, era una mujer.
Aunque la forma de sus ojos y su boca variaban ligeramente, su rostro seguía teniendo un gran parecido con la de Remedios. Sin embargo, esas tenues diferencias fueron suficientes para cambiar la impresión que los demás tenían de ella. Parecía que estaba tramando algo — o en términos menos educados, que estaba rodeada de un aire siniestro.
Era hermana de Remedios, más joven que ella por dos años, Kelart Custodio.
Ella era la Suma Sacerdotisa de los templos y líder del sacerdocio.
Era de conocimiento público que ella podía usar magia divina del cuarto nivel.
Sin embargo, eso no era más que un engaño; aquellos cercanos a ella sabían que podía lanzar hechizos de quinto nivel.
Por cierto, ella no era una de los Nueve Colores. Mientras que los templos estaban bajo la orden de la Reina Santa, era política del gobierno no otorgar un título de color a uno de ellos para evitar problemas con el equilibrio de poder.
Estas hermanas eran conocidas como las ‘hermanas genio Custodio’, las alas gemelas de la Reina Santa.
Hasta ahora, muchos nobles dudaban de la ascensión de Calca al trono como mujer y se preguntaban si había hecho algo con o para las hermanas. Por lo tanto, a menudo hablaban mal de las tres al mismo tiempo.
Mientras que muchos rumores sobre ellas habían sido aclarados, un chisme en particular permaneció. Las tres eran solteras — sin siquiera un amante masculino — y se dijo que tenían una relación yuri yuri. Sin embargo, por mucho que Calca lo negara, no podía librarse de ese rumor y era una gran fuente de frustración para ella.
"Sólo escuchar eso me da dolor de cabeza. Es bastante malo que no podamos ganar nada, aunque ganemos."
"Aun así, dicen que los semi-humanos de esta vez están muy bien equipados. ¿Por qué no vender su equipo?"
"Así es… sabes que no puedo aprobar eso, nee-sama. Digamos que querríamos vender su armadura — ¿dónde la venderíamos? No has pensado en eso, ¿verdad? Solo podemos venderlos en el extranjero, pero, la armadura semi-humana no va a imponer nada más que precios de ganga. Además, deberíamos evitar reforzar los arsenales de otros países hasta que se reconstruya el muro destruido. En particular, espero que no caigan en manos del Reino Hechicero."
"¿Eh? ¿No te gusta el Reino Hechicero? Nunca te he oído decir eso en la corte."
"A ningún sacerdote le gustaría. Tú también eres igual, ¿verdad, Calca-sama?"
Calca pensó. Como parte del clero y como Reina Santa, a ella no le gustaba. Sin embargo, como jefa de estado—
"—El deber de un rey es amar a su nación, amar a su pueblo y darles la paz. Mientras haga eso, debería estar bien, ¿no?"
Las hermanas se miraron las una a las otra frente a Calca.
"¿Amor? De ninguna manera. ¿Cómo podrían los no-muertos sentir eso?"
"Estoy de acuerdo con nee-sama. Los no-muertos... no creo que puedan amar como tú, Calca-sama."
"Ustedes dos son muy duras. Aun así, no pueden hablar mal de la gente sin siquiera verlos, ¿verdad?"
Las miradas desconcertadas en sus caras eran muy parecidas. Calca pensó que eran hermanas después de todo y, después de calmar la sonrisa en su rostro, su voz se volvió seria.
"¿Qué dijeron tus ayudantes? Kelart, dime nuestro plan para tratar con Jaldabaoth."
La Reina Santa no participó en las reuniones de estrategia. En vez de eso, ella rodeó a los soldados para levantarles la moral. Mientras que las tropas del Reino Santo estaban mejor entrenadas que las de otras naciones, en última instancia, eran reclutas. Era importante motivarlos... sexualmente.
"Sí. Ya estamos discutiendo cómo enfrentarnos a situaciones en las que los semi-humanos podrían rodear esta ciudad, pasarla por alto, avanzar hacia el sur, dividir sus fuerzas para lograr diferentes objetivos y así sucesivamente."
En momentos como éste, fue cuando reafirmó su creencia de que las hermanas eran similares, pero no iguales. Si ella le hubiera hecho esa pregunta a la hermana mayor, la respuesta que obtendría, la haría querer agarrar su cabeza en frustración.
"Ya veo... entonces, ¿qué posibilidad crees que es la más probable?"
"Dado la ruta de invasión de los semi-humanos hasta ahora, es muy probable que elijan rodear esta ciudad. Sin embargo, hay un problema con eso."
"Mm, sí."
"¿Qué quieres decir?"
Remedios tampoco había participado en las reuniones, dado que ella era la guardaespaldas de Calca. Sin embargo, el hecho de que ella no hubiera captado la respuesta que la Reina Santa había comprendido instantáneamente, se debía a otro problema.
"... Nee-sama. Hablo del demonio que causó estragos en el Reino, Jaldabaoth. Aunque no se sabe lo inteligente que es, los demonios son hábiles en maquinaciones y artimañas. Puede que adopte un plan que no hayamos previsto."
"Ya veo... los ayudantes que tienen que manejar la estrategia y la planificación, seguro que lo tienen difícil..."
Aunque había mucho que quería decirle a la líder de la Orden de Paladines, Calca se resistió el impulso de hacerlo.
"... Esto es bastante molesto. Entonces, si los semi-humanos rodean esta ciudad, ¿qué pasará después de eso? Mientras que los suministros de alimentos son abundantes, luchar en un asedio defensivo va a sembrar horrores en la moral. ¿Has considerado eso también?"
"Sí. Normalmente, todo lo que tendríamos que hacer es esperar a que lleguen los refuerzos del sur, pero tenemos informes que dicen que Jaldabaoth utilizó un poder misterioso para destruir el muro de un solo golpe. Mientras ese tremendo factor de incertidumbre esté en juego..."
Las tres fruncieron el ceño a la vez.
Cualquiera se sentiría molesto al pensar en lo que había sucedido con la muralla, pero Calca sabía lo que estaba pasando.
Remedios, simplemente estaba imitando lo que habían hecho las otras dos.
A Remedios no le gustaba pensar, y era una persona muy testaruda. Eso era un defecto, pero también era la razón por la que podía encarnar la justicia absoluta.
La naturaleza de la justicia era difícil de contemplar. Por ejemplo, imagina que hubiera dos niños, un humano y un semi-humano. Siendo puros e inocentes, se hicieron amigos. Sin embargo, si el niño semi-humano fuera descubierto por los adultos, sería encerrado y el niño humano rogaría por su vida. Sin embargo, si dejaban libre al niño semi-humano, éste podría crecer y convertirse en una amenaza para la humanidad. ¿Era justo o injusto matar al niño semi-humano? Esto no era una pregunta que pudiera ser respondida fácilmente.
Calca lo habría salvado sin dudarlo.
Sin embargo, Remedios lo mataría sin dudarlo. Además, ella insistiría en que era justo y no sentiría ni una pizca de culpa por ello. En su corazón, cualquier cosa que hiciera por el bien de la nación y del pueblo, era aceptable.
Cuando subió al trono al trono como la Reina Santa, Calca había declarado a sus dos amigas íntimas: "Concederé felicidad al pueblo y haré un país donde nadie tenga que llorar". En respuesta, ella había dicho, "Te ayudaré en esto y apoyaré esa causa justa." Era más franca que nadie, su corazón lleno de convicción y la luz en sus ojos eran como las de un fanático.
Alguien así, era claramente peligroso, pero Calca no se distanció de su amiga. Los impulsos justos de amar a los demás, amar la paz, odiar el mal y el deseo de ayudar a los débiles, eran todas las cosas que ella debía acoger.
Y fue por esa naturaleza suya que, lo que ella pensaba y lo que hacía, eran lo mismo. Como no pensaba en sus palabras, todo lo que decía salía de su corazón.
Cualquier líder de alguna organización — particularmente las que han estado de pie durante mucho tiempo — se volvería lento debido a las preocupaciones y cuidados. Además, la pureza original del propósito se empañaría y se oscurecería.
Como el poder estaba en manos de una sola persona, era natural que se produjeran luchas de poder. Aunque se decidiera un vencedor, la batalla contra los sospechosos, los celos y el miedo, continuaría hasta que un bando pereciera.
Sin embargo, Calca se había liberado de esta maldición a mitad de camino. Eso fue porque ella había alcanzado un poder mágico que ocupaba un lugar destacado incluso en comparación con las generaciones pasadas de Reyes Santos. Otros la habían alabado por ello, y su corazón estaba tranquilo. Por lo tanto, Calca podía dejar a un lado sus preparativos mentales para tomar el trono de Reina Santa, pero sus hermanos no sentían lo mismo.
Solo había un hermano mayor entre sus parientes en quien podía confiar, Caspond.
Desde que vivió así todo este tiempo, Remedios fue un oasis espiritual para Calca.
"Umu. Tal increíble poder me hace pensar en el poder de las Dioses Demonio de las historias."
"Nee-sama, ni siquiera los Dioses Demonio eran tan poderosos. Jaldabaoth podría ser un ser superior a los Dioses Demonio."
"... Qué molesto. Entonces, ¿cómo vamos a vencerlo?"
"¡De qué te preocupas, Calca-sama! Dicen que fue derrotado un aventurero de rango adamantita del Reino. ¿No crees que podríamos hacer lo mismo?"
"... Eso es verdad. Si un aventurero comparable a nosotras pudieran hacerlo... pero, el problema ahora radica en si Jaldabaoth puede o no usar continuamente ese poder que derribó el muro."
"En ese sentido, los ayudantes consideran que, dado que el muro solo fue atacado una vez, debería tener problemas para usarlo en sucesión."
"Eso es comprensible. Si pudiera usarlo repetidamente, entonces, podría haberlo hecho. Si no lo hizo, significa que probablemente sólo pueda usarlo una vez."
Calca estuvo de acuerdo con la opinión de Remedios. Si había una manera de hacerlo, no había razón para no usar ese ataque repetidamente.
Calca tenía la misma opinión. Acarició ligeramente la corona que llevaba puesta. Era un ítem mágico que era el dispositivo central para el gran hechizo ritual hereditario del Reino Santo, 「Última Guerra Santa」.
"... Bueno, podemos reclutar aventureros de alto nivel — del tipo que están acostumbrados a derrotar monstruos y similares — como parte de la movilización de nuestro pueblo. Si reunimos todo nuestro poder de combate, Jaldabaoth no será un enemigo imbatible. El hecho es que ya ha sido derrotado una vez."
El gremio de aventureros había protestado enérgicamente contra el reclutamiento de aventureros en el ejército, pero Calca no había revocado su orden. Era de esperarse — esto era un asunto de importancia nacional y dividir su fuerza era una tontería extrema. Además, el gremio de aventureros no era tan poderoso como el Reino Santo mismo, así que, forzarlos a obedecer era una tarea sencilla.
"Eso es verdad. Aunque supongo que fallamos en que no obtuvimos información detallada sobre las actividades de Jaldabaoth en el Reino."
"Me disculpo por eso."
"No, no quise decir eso, Kelart. Tú no tienes la culpa. La culpa es mía, ya que no presté atención a las noticias de otros países."
"Desde luego que no, Calca-sama. Definitivamente la culpa es de Kelart."
"Nee-sama..."
"Bueno, ciertamente no es culpa mía. ¡Hice mi trabajo protegiendo a Calca-sama y eliminando monstruos! No me equivoqué en mi trabajo. ¡Eso es lo que llaman hacer un uso apropiado del talento!"
Remedios infló su pecho y lanzó un hmph en señal de triunfo.
Tenía razón al decir eso. Dicho eso, aun así, le molestaba.
"... ¿Podría ser que Jaldabaoth esté detrás de ese incidente donde las personas de varios pueblos desaparecieron?"
"Ese podría ser el caso..."
Había pasado un tiempo, pero se habían producido incidentes en los que, los residentes de muchos pueblos habían desaparecido. Al final, no habían conseguido recopilar ninguna información que indicara quién era el culpable, pero era posible que Jaldabaoth estuviera moviendo los hilos entre bastidores.
"En ese caso, tenemos que resolver esto antes de derrotar a Jaldabaoth. Hablando de eso, si el Reino lo hubiera matado, no habríamos tenido problemas como este... Al final, ¿fue Gazef Stronoff el que lo derrotó?" preguntó Remedios.
Kelart miró a Calca con una mirada desconcertada.
Sus ojos parecían preguntarle: ¿No le contaste a Nee-san al respecto? Por lo tanto, Calca le dio una respuesta que despejó esas dudas, y luego sonrió con cansancio.
Traducido, significaba, Claro que se lo dije. Le conté cómo Jaldabaoth atacó la capital real, cómo el aventurero derrotó a Jaldabaoth, y la aparición de otros demonios, y cómo el Guerrero Capitán los derrotó a todos. Se lo conté todo... así que, o le entró por un oído y le salió por el otro, o fue desplazado por una información más reciente...
"... Realmente lo siento por los Vice-Capitanes de Nee-sama."
"¿Hmm? ¿Por qué estás hablando de ellos de repente?"
Kelart no contestó a esa pregunta, sino que se rizó un mechón de pelo alrededor de su dedo.
Como Remedios no era una persona que razonaba, entonces, tenía que haber alguien que le cubriera las espaldas. Esos serían ellas.
Podía apreciar con agudeza el sufrimiento por el que ellos pasaban. Sin embargo, la ingenuidad de Remedios — o, la estupidez, si no se quiere ser cortés — también tenía un efecto curativo en el alma, así que, los aspectos positivos y negativos se cancelaban entre sí.
"... Hah. Solo sé poco detalles, pero al parecer, luchó con otro demonio que estaba cubierto de escamas."
"¿En serio? Bueno, si hubiera derrotado a Jaldabaoth, las cosas no habrían terminado de esta manera. No puedo imaginar que ese aventurero adamantita sea más fuerte que Gazef."
"No estoy muy segura de eso, pero, creo que podría ser el caso."
Remedios frunció el ceño con desagrado.
Probablemente le disgustaba la idea de que alguien cuya fuerza había reconocido pudiera ser inferior a un desconocido.
"Bueno, todo lo que sabe es cómo usar una espada. Si él tuviera maneras de lidiar con demonios como nosotras, las cosas habrían sido diferentes.
En términos de poder de combate puro, los paladines estaban un escalón por debajo de los guerreros. Sin embargo, ese no era el caso cuando se luchaba contra los seres malignos. Remedios tenía razón, pero Kelart aún suspiraba en silencio.
Justo entonces, Calca imaginó que había oído el sonido de las campanas.
Inmediatamente, Remedios se puso en acción. En momentos como este, ella era la primera en actuar.
Abrió las ventanas de golpe.
Entró una brisa de principios de otoño, expulsando el aire interior que se había calentado un poco debido al calor corporal del trío.
El aire fresco y vigorizante trajo consigo el sonido de las campanas. Eso era prueba de que, lo que había oído antes, no era un sonido fantasma causado por el zumbido de sus oídos. No, hubiera preferido que fuera un producto de su imaginación…
Al mismo tiempo, se oyó un conjunto de pasos de varias personas que se adentraban en el pasillo.
"Calca-sama, por favor, quédate detrás de mí."
Remedios rápidamente desenvainó la espada sagrada de Safarlisia y se levantó, colocándose entre Calca y la puerta.
La puerta se abrió con un *pon*.
"¡Su Santa Majestad!"
Ella reconoció al primer hombre que entró en la sala cuando gritó con desesperación — era el jefe del personal.
"¿Qué ha pasado? ¿Por qué tienes tanta prisa?"
La voz de Remedios llevaba un toque de reprensión y el jefe del personal contestó en un tono claramente desconcertado.
"¡No hay tiempo para caminar lentamente! ¡Su Santa Majestad! ¡Es Jaldabaoth! ¡Jaldabaoth apareció dentro de la ciudad! ¡Ha empezado a destruir la ciudad con muchos demonios a cuestas! Además, los semi-humanos también se están moviendo. ¡Probablemente están avanzando hacia nosotros!
"¡¿Qué has dicho?!”
"Hemos visto al ejército semi-humano en los alrededores. No sabemos cómo engañaron a nuestros centinelas, ¡pero teníamos la información equivocada! ¡La batalla va a comenzar en cualquier momento!"
Eran tanta información a la vez que Calca no podía asimilarlas todas, eso duró solo un segundo. Inmediatamente ella retomó su conducta majestuosa y dio órdenes.
"Aunque esto es una gran desviación de nuestros planes, empezaremos oficialmente el combate contra Jaldabaoth. Mientras lo entretenemos, prepárense para enfrentar al ejército semi-humano. Transmite mis órdenes a los aventureros."
Al escuchar las palabras de su subordinada, las dudas en el corazón de Calca volvieron a inundarse de nuevo.
¿Había subestimado a Jaldabaoth?
Por supuesto, ella no tenía ninguna intención de subestimar al demonio que fácilmente podría destruir la gran muralla de su nación. Pero, ¿la sensación de que ella podía derrotarlo era un error en sí mismo? ¿No sería mejor huir hasta reunir más información sobre el enemigo?
No. Calca desechó la debilidad incipiente en su corazón.
Si no peleaban ahora, ¿cuándo lo harían? Aunque era importante conocer al enemigo, ahora era la única oportunidad que tenían de atacar con todas sus fuerzas. Después de esto, la fatiga de la batalla agotaría sus recursos y sólo le resultaría más difícil reunir toda su fuerza.
Además, retirarse continuamente hasta haber completado sus operaciones de recopilación de información, permitía esencialmente que su país fuera pisoteado.
Si ese fuera el caso, un número inimaginable de sus ciudadanos acabaría sufriendo.
"... Dejaré que el pueblo viva sus días en felicidad y haré de este un país donde nadie saldrá herido."
"¡Así será, Calca-sama!"
Remedios era todo sonrisas seguidas de los murmullos autodirigidos de Calca.
Sin embargo, estas eran las palabras que había dicho en el pasado, antes de conocer la verdad del mundo. Siendo las cosas como eran ahora, parecía un objetivo casi imposible de alcanzar.
"¡Hmph! Se ha vuelto arrogante ahora que ha cruzado la muralla, pero, pensar que no trajo a su ejército semi-humano con él" Remedios se estaba furiosa.
¿Era realmente así? No, debería haber sido así. Sin embargo, no podía desprenderse de la innegable sensación de que algo estaba mal y que se enroscaba alrededor de su corazón.
"... Aun así, no bajes la guardia, ¿entendido? ¿Así es como deberías tratar a un oponente de tal poder?"
"¡Por supuesto, Calca-sama! ¡No pretendo ser descuidada en lo absoluto! Te presentaré la cabeza de ese demonio después de ser cortarla con la Espada Sagrada Safarlisia."
Eso no es bueno. Conseguir que se calme está más allá de mi poder.
Eso era lo que Calca pensaba, pero no estaba preocupada por ella. Eso se debía a que Remedios era una persona diferente cuando ella entraba al campo de batalla.
"Ahh~ No hay necesidad de que me traigas su cabeza, pero tu lealtad me hace muy feliz. En ese caso, con respecto al plan de matar a Jaldabaoth... ¿puedes darnos algo de tiempo?"
"Por supuesto. Su servidora ya ha enviado una fuerza de vanguardia para llevar a cabo nuestros planes."
En ese momento, Calca sintió un dolor sordo en su corazón. Eso se debía a que, cumplir esa orden, era enviarlos a morir. En otras palabras, les estaba diciendo: "Toma a los soldados que no tienen ninguna posibilidad de ganar y arrójalos contra Jaldabaoth para frenarlo".
Una de sus obligaciones como monarca, era cambiar las vidas de unos pocos por la supervivencia de muchos. Por lo tanto, ella no podía llorar o lamentarse aquí. Los soldados estaban dando sus vidas por ella, así que, ella tenía que montar un espectáculo para convencerles de que era una misión gloriosa.
Tendría que hacer el papel de reina suprema, la Reina Santa que era respetada por encima de todos las demás.
"¡En ese caso, salgamos!"
El aplauso sonoro de sus manos era la señal para que todos hicieran su movimiento.
Notas
- ↑ Raruk Berg: Se denomina sobreveste o sobrevesta a una túnica sin mangas cubierta por delante en su mitad inferior y forrada toda de armiños o de una tela de color vistoso.