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Blade & Bastard vol. 1 novela ligera |
Traducción jpn-ing: J-Noxx xxxxTraducción ing-esp: Raruk BergCorreción: Raruk Berg
Blade & Bastard 1: Warm ash, Dusky Dungeon
Prólogo

Mimui woarif! (¡Que se haga la luz!)”
Y en la oscuridad, se hizo la luz. La mazmorra, nebulosa en el débil resplandor, resonó con un solo paso.
No, jamás resonó solo un paso.
En su lugar, una muchedumbre de pasos. Seis personas moviéndose, cada una a su ritmo, cada una vestida con su propia combinación de equipamiento, sin un uniforme consistente. Aun así, nunca rompieron la formación. Estos eran aventureros.
“Oye, Sarah, ¿no puedes usar un hechizo mejor que ese?”
Las escaleras de piedra se extendían hacia adelante. Un hombre, irritado debido a su tamaño, habló con una voz que parecía más bien un gemido. Bajo la luz verde pálida, parecía un luchador ataviado con una cota de malla completa. Mientras seguía quejándose, su gran yelmo, que llevaba una estatuilla ornamental de un dragón agazapado, se balanceaba con fuerza de un lado a otro.
“「MILWA」 se desvanece en poco tiempo”, se quejó él.
“¿Qué, pretendes que lance「LOMILWA」? Me niego, Sezmar.”
Quien le respondió fue una delicada joven y hermosa. Llevaba una pechera sobre la túnica de sacerdotisa y tenía una mirada serena. Sus largas orejas —que recordaban a las hojas de bambú y que hacían juego con su rostro encantador y ágil cuerpo— se balanceaban mientras hablaba.
“Pero si te parece bien que no identifique a los monstruos con「LATUMAPIC」, o protegerte con「BAMATU」, entonces no me importaría lanzar algo más fuerte.”
Sezmar intentó decir algo, se rindió e intentó volver a hablar, pero al final se quedó en un silencio taciturno.
Al ver a su líder (que siempre lideraba el ataque en la batalla) reducido a este estado de ánimo, un pequeño aventurero con armadura de cuero sonrió para sí mismo. Debido a su baja estatura, podría ser confundido con un niño, pero la sonrisa en su rostro era la de un hombre adulto.
“Ustedes, los poderosos humanos, sí que lo tienen difícil, ¿huh?”, comentó el hombre. “No ser capaz de ver en la oscuridad como nosotros.”
“Si no puedes decir nada agradable, mejor no digas nada, Moradin. Ni un rhea como tú ni un enano como yo, podemos ver a través de la oscuridad de esta mazmorra.”
El que reprendió a Moradin, fue un hombre con barba que compartía la baja estatura de su compañero. Su rostro, sin embargo, era el doble de ancho, y su cuerpo musculoso estaba construido como una roca. Este hombre llevaba un yelmo con cuernos, portaba un martillo de guerra y hablaba con una voz tan solemne como cabía esperar por su aspecto.
“Ups. Lo sé, por supuesto, Sumo Sacerdote Tuck”, dijo Moradin.
“Y tú, Sarah.” El Sumo Sacerdote Tuck dirigió su atención hacia ella. “Cuando reprendas a alguien por su comportamiento, deberías hablar con un poco más de delicadeza.”
“Okayyy…”
En circunstancias normales, un elfo jamás aceptaría de buena manera las críticas de un enano.
Sin embargo, Sarah seguía siendo una simple sacerdotisa, mientras que el Sumo Sacerdote Tuck había terminado su formación y se había convertido en un poderoso obispo. Sarah sabía que no tenía ninguna esperanza de ganar si le respondía, y de todos modos ella era muy reacia a discutir.
Había pasado mucho tiempo desde que la esperanza de vida de las razas de hadas como los elfos, los enanos, los rheas y gnomos, se había acortado hasta aproximarse a la de los humanos. Sarah era una elfa, pero seguía siendo apenas un desliz de niña — aunque la belleza de su rostro era mayor de lo que uno esperaría para su corta edad, no era mayor de lo que aparentaba.
“Todavía no hemos bajado al siguiente nivel, ¿verdad?” Se quejó Sarah. “Mis pies me están matando.”
“Tú lo dijiste”, murmuró otro aventurero.
Este hombre era Prospero, un mago que era tan frágil como la joven sacerdotisa. La longitud de estas escaleras también le había pasado factura en su físico. Apoyó algo de peso en su bastón, utilizándolo para su propósito más tradicional, y luego respiró profundamente, se limpió el sudor de la frente y habló una vez más.
“La profundidad de esta mazmorra trasciende el conocimiento humano.”
“Esta es una mazmorra, ¿verdad?”, murmuró Sarah.
“No es simplemente una cueva... Fue hecha por alguien.”
“Es realmente fascinante. ¿Quién la creó? ¿Cómo... y con qué propósito?”
“Eso es lo que vamos a averiguar”, respondió Sezmar, incapaz de aguantar más sus quejas y especulaciones. Si dejaba que los lanzadores de hechizos debatieran, ¿quién sabía cuántos años él tendría para cuando terminaran?
“Hawkwind, ¿alguna señal del enemigo?”, preguntó Sezmar.
“Ninguna.”
Este hombre, Hawkwind, iba vestido como una especie de espía, y su naturaleza de hombre de pocas palabras apoyaba esa imagen. Sin embargo, sus cinco compañeros de viaje sabían que también podía ser sorprendentemente gracioso y agradable.
Hawkwind parecía saborear la nueva experiencia mientras decía lo que estaba en la mente de todos. “Finalmente, un nuevo nivel...”
Sezmar, Sarah, Moradin, Sumo Sacerdote Tuck, Prospero y Hawkwind.
Los rostros de estos seis aventureros estaban tensos, pero también llenos de una emoción incontenible. Estaban en las primeras líneas de limpieza de esta mazmorra. Este era un nuevo piso — nunca nadie había puesto un pie aquí, y nunca antes había recibido la visita de otros. Habría peligros, sí, y amenazas, sin duda. Uno de sus compañeros podría perder la vida.
¡¿Pero a quién le importa eso?!
Eso es lo que había dicho Sezmar cuando decidieron abrir la escalera sellada.
Esta escalera se encontraba detrás de una enorme puerta. Cada uno de estos tipos de puertas bloqueaba el siguiente nivel de la mazmorra, y estaban presentes en todos los pisos... al menos, hasta ahora. ¿Eran para alejar a los intrusos o para ocultar algo dentro? Hasta que no se abriera esa puerta —que tenía un número aterrador de sigilos y letras desconocidas talladas en su superficie— no se podía avanzar al siguiente nivel.
Aquí, en este día, a esta hora, habían localizado la puerta de este nivel, y el grupo de Sezmar sería quien la abriera. ¿Cómo se puede llamar a un aventurero si tiene miedo a aventurarse? Riquezas desconocidas podrían aguardar. La gloria de dar ese primer paso les convertiría, sin duda, en la comidilla de la ciudad. Además, la información sobre un nivel inexplorado valía una fortuna por sí sola. No tenían ninguna razón para no seguir adelante.
*¡Clank!* El propio sonido de la bota de hierro de Sezmar contra el suelo de piedra lo puso tenso.
“¿Por qué estás asustado?”, se burló Sarah.
“¡C-Cállate...!” Tartamudeó Sezmar, replicando a Sarah por su comentario algo chillón. Moradin no pudo reprimir del todo una carcajada y dio un respiro bajo su casco de hierro.
Este era un territorio nuevo para ellos. Era importante que Sezmar se mantuviera alerta, pero ponerse demasiado nervioso tampoco era bueno.
“Bien, hagamos esto”, declaró Sezmar, dando con determinación el primer paso hacia adelante.
*Silencio.*
“¿Hm? ¿Qué pasa?”, preguntó Sarah.
Su líder se había congelado, casi como si estuviera petrificado. Sarah se inclinó hacia delante y trató de ver su rostro (¡a pesar que lleva un casco de hierro!), pero Sezmar no dijo ni una sola palabra. ¿Era una trampa? ¿O el ataque de un monstruo desconocido? Si estaba paralizado, ¿había llegado el momento de usar el hechizo「DIALKO」que ella había estado guardando?
“Dariarif.” Susurró Sarah, pronunciando la primera palabra del hechizo sin querer.
Pasó un momento, y entonces...
“Oye...” Sezmar murmuró con voz tensa. Esta vez, fue el turno de Sarah de dar un pequeño salto.
“¿Qué sucede, Sezmar?” Preguntó Moradin con cautela, con la voz baja. Hawkwind ya había adoptado una postura defensiva.
Habiendo llegado tan lejos, los aventureros estaban preparados para entrar en combate contra amenazas desconocidas en cualquier momento.
“Somos... los primeros aventureros... en llegar a este nivel, ¿verdad?”, preguntó Sezmar.
“¿De qué estás hablando? Por supuesto que lo somos.” El Sumo Sacerdote Tuck habló en un tono alentador, tratando de apaciguar el temor con el que Sezmar estaba lidiando. “La enorme puerta estaba sellada y nadie la había abierto. Tú lo sabes mejor que nadie, sin duda.”
Sezmar continuó sin responder al Sumo Sacerdote Tuck. “Prospero... la puerta realmente estaba sellada, ¿verdad?”
“Sí.” Prospero asintió, listo para girar su bastón ante cualquier amenaza. “Eso debería ser correcto.”
“Sezmar...”, susurró Sarah. “¿Qué pasa? ¿Estás realmente asustado?”
“Bueno, entonces...” Ignorando las burlas de Sarah —un intento de distracción para desviar su propio miedo—, Sezmar hizo un gesto con la barbilla. Los ojos de la elfa siguieron su línea de visión, dirigiéndose hacia donde su casco de hierro apuntaba, hacia un espacio más allá de la zona iluminada por su tenue luz mágica.
Con hombros temblorosos, sin poder evitar reírse, Sezmar finalmente dijo: “¿Quiénes son todos estos muertos...?”
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