Overlord Volumen 13, Capítulo 7 Parte 1

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Raruk Berg

Overlord novela ligera vol. 13
Overlord vol. 13 novela ligera
Traducción jpn-ing: Nigel
Traducción ing-esp: Rawi
Corrección: . . .

Warning!
Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Se sacará una versión en el futuro.

Overlord Volumen 13: La Paladín del Reino Santo | Parte II

Capítulo 7: Salvador de la Nación

Overlord volumen 12 Cap 7

Parte 1

La liberación de Kalinsha había sido sorprendentemente simple.

La combinación de los Zerns que se rebelaron, la absoluta falta de personal semi-humano comparado con el tamaño de la ciudad y la ausencia del demonio secuaz que los comandaba, significaba que era una conclusión predecible. Por supuesto, hubo muchas bajas en ambos bandos, pero las pérdidas para el Ejército de Liberación del Reino Santo fueron sorprendentemente bajas considerando que habían logrado retomar una ciudad tan grande.

Una de las principales razones de ello, era Neia, que llevaba el Ultimate Estrella Fugaz Súper en la espalda.

Por supuesto, Shizu había ayudado desde las sombras, pero Neia y su espectacular arco habían sido una vista majestuosa que había inspirado profundamente a la gente.

Y así, Neia se subió a una plataforma y se dirigió apasionadamente a la audiencia reunida en la plaza.

Ella les dijo: "No hay rey más grande en este mundo que el Rey Hechicero".

Lo primero que hizo Neia después de liberar Kalinsha, fue pedir apoyo para ir a buscar al Rey Hechicero.

Los Zerns hicieron su parte e interrogaron a los cautivos semi-humanos acerca de las Colinas Abelion, pero ella todavía carecía severamente de recursos materiales, información, experiencia y esas cosas por el estilo.

Una cosa sería que lo intentaran tantas veces como quisieran, pero era difícil enviar repetidamente grupos de búsqueda y equipos de rescate a territorio enemigo. En otras palabras, tenían que hacerlo bien la primera vez. Siendo así, no bastaría con ningún tipo de preparativos. Por ello, había decidido capitalizar el hecho de que muchas personas habían sido liberadas gracias a la liberación de Kalinsha y solicitar su ayuda en varias áreas.

Sin embargo, la gente no ofreció su ayuda inmediatamente después de que fuera solicitada. Incluso después de recuperar Kalinsha, había muchas otras ciudades que habían sido capturadas, así como muchas personas que habían sido encarceladas o que habían perdido la pista de sus familiares. Neia estaba tratando de venderles los beneficios de ayudar al Rey Hechicero para conmover sus corazones.

Sin embargo, a medida que aumentaba el número de ayudantes, el contenido de sus discursos comenzó a cambiar gradualmente.

La gente que había venido a escuchar a Neia hablar del Rey Hechicero, era gente que el Rey Hechicero había rescatado una vez. Eran personas que habían probado el dolor más puro y que ahora querían aferrarse a un ser poderoso para sanar el trauma emocional que quedaba en sus almas.

Aquellos que conocían la grandeza del Rey Hechicero, podían ser considerados sus camaradas.

Para Neia era algo natural hablarles con alegría de la magnificencia del Rey Hechicero.

Poco a poco, la gente que no conocía al Rey Hechicero comenzó a participar también. Estos eran los amigos de aquellos que habían sido rescatados por el Rey Hechicero. A medida que se corrió la voz, más y más personas sin parentesco vino a escuchar las palabras de Neia.

Con la visera puesta, Neia les habló con entusiasmo de la grandeza del Rey Hechicero durante la liberación de la ciudad y la batalla con Jaldabaoth.

Hace varias semanas atrás no habría sido capaz de hablar sin reservas. Se habría puesto tensa ante los ojos del público y se habría quedado sin palabras mientras su mente se quedaba en blanco. Pero después de dirigirse a las multitudes una y otra vez, finalmente se dio cuenta de que no necesitaba expresar sus propios pensamientos, solo pintar un cuadro de la gloria del Rey Hechicero para la audiencia con sus palabras. Neia se había convertido en una oradora elocuente.

Sí, ahora hablaban de ella como la Predicadora Sin Rostro.

Y entonces—

"¡Así es, Su Majestad es verdaderamente incomparable! ¡¿Cómo puede haber otro rey que se preocupe tanto por la gente?! Sí, sé lo que quieres decir. Después de todo, Su Majestad, Calca Bessarez, era también una excelente reina, sin embargo… ¡¿alguien aquí ha oído hablar de un rey que llegaría tan lejos por la gente de otra nación?! ¡Tú!"

Neia señaló a uno de los miembros de la audiencia frente a ella.

"¿Has oído hablar de un rey que haya salido solo para salvar del tormento al pueblo de otra nación?"

"Eh, ah, no, eso, nunca había oído... algo así... antes..."

Mientras los ojos de todos se concentraban en él, la voz del hombre al que habían llamado se fue apagando poco a poco.

"¡Excelente respuesta! ¡Así es exactamente!"

Mientras Neia lo elogiaba, las filas de personas afines que estaban junto a Neia en el escenario, se unieron a las personas de la audiencia que compartían los puntos de vista de Neia, para aplaudir al hombre.

El hombre se sonrojó y parecía un poco tímido.

"En realidad, comprobamos si algún otro rey había hecho tanto, ¡pero no! No importa lo mucho que buscáramos, no podíamos encontrar un rey como el Rey Hechicero."

Había reyes que habían liderado ejércitos para rescatar países vecinos, pero era un hecho que no había reyes que hubiesen ido solos.

"Pensadlo, ¡¿un rey va a ayudar a la gente de otro país sin importar el riesgo que corra?! ¡Nunca se ha hecho antes! ¡Solo el Rey Hechicero!" —Neia se detuvo y luego continuó— "¡Solo Su Majestad! ¡Solo un rey así merece ser llamado un rey justo!"

"¿Pero podemos confiar en él? ¡¿Acaso no es un no-muerto?!"

Neia respondió a la pregunta de la audiencia con una suave sonrisa. Al principio, Neia había pensado lo mismo. En otras palabras, eran como ella misma del pasado. Simplemente no lo sabía; no lo entendía.

Ella le haría ver... no, le abriría los ojos, como si hubiera abierto los suyos y los de los demás. Con ese sentimiento en su corazón, Neia se dirigió a la multitud.

"¡Sí! ¡Su Majestad es un no-muerto! ¡Es normal que todos se sientan incómodos! Es un hecho que los no-muertos son monstruos aterradores. No tengo intención de decir que todos los no-muertos son buenos. Muchos no-muertos son malvados y no hay duda de que odian a los vivos."

Ahora que todo el mundo la escuchaba con seriedad, Neia se dio cuenta del estado de ánimo en el aire y declaró con fuerza su conclusión.

"¡Sin embargo! ¡Hay excepciones para todas las cosas! Así como puede haber un día cálido en invierno, así como un brote puede florecer de una rama marchita, así como una brillante estrella fugaz puede atravesar la noche más oscura. También lo es Su Majestad — un ser no-muerto que ayuda a los vivos. Debes haber oído las historias de la gente que rescató. También es posible que algunos de vosotros hayan sido rescatados por él. Entonces, basándoos en lo que sabéis que es verdad, ¡tienen la prueba de que no estoy mintiendo!"

Tras asegurarse de que no hubiera objeciones por parte de la multitud, Neia habló en un tono melancólico y sombrío.

"…Esta vez, la línea de defensa se rompió y los semi-humanos entraron corriendo como una avalancha. ¿Una tragedia así solo ocurrirá una vez? ¿Alguien cree que no sucederá una segunda vez?"

El silencio del público hablaba por ellos.

Por supuesto que esperaban que no volviera a ocurrir, pero nadie podía creerlo.

"Entiendo perfectamente lo incómodos que os sentís. Tal vez la generación de nuestros... los hijos de todos puedan descansar tranquilos. Después de todo, la tragedia que acaba de ocurrir nos estimulará a una vigilancia incansable... ¡sin embargo!"

El tono de Neia se hizo más fuerte.

"¿Alguien puede garantizar que una tragedia así no se repetirá en la generación de nuestros nietos, o en la de los nietos de nuestros nietos? ¡¿Alguien se atreve a decir que pasó una vez, para que no vuelva a pasar?! Por eso debemos prepararnos, para que nuestras defensas no vuelvan a ser violadas."

Las voces que decían "Sí" y "Así es" empezaron a flotar entre la multitud.

"—Parece que todo el mundo está de acuerdo, pero, en un futuro lejano, en una época en la que esta tragedia no es más que un recuerdo lejano, ¿puede el pueblo mantener su fuerza? ¿Creéis que podemos poner el doble o el triple de fuerzas en la línea de defensa?"

El presupuesto militar agotaría las reservas nacionales y desplegarían una cantidad intimidante de fuerza de combate, pero no tendrían resultados obvios que mostrar.

"Confío en que haya gente que sirvió en las fortalezas durante su reclutamiento. Entonces, por favor, recordad los gastos diarios y las provisiones que se consumían en ese entonces; si se triplicaran, ¿no creéis que sería una gran carga para la nación? En ese momento, ¿creéis que un país que solo conoce esa tragedia de memoria continuará sus esfuerzos?"

Mientras el entendimiento amaneció en las caras de su audiencia, Neia pronunció su conclusión.

"¡Por eso necesitamos la protección de Su Majestad!"

"¡¿Por qué?! ¡¿Por qué debemos buscar la ayuda de los no-muertos?!"

Sonó la misma voz de antes.

Fue el hombre que la había interrogado antes. La gente como él tranquilizaba a Neia. La gente más dura era la que no reaccionaba. Cuando eso sucedía, ella se sentía incómoda sobre si sus palabras les habían llegado a ellos.

Los partidarios de Neia habían sugerido plantar a algunos detractores como él en la audiencia de antemano, pero Neia se negó. Del mismo modo, ella había rechazado la idea de plantar optimistas en la audiencia.

"Digo esto precisamente porque es un no-muerto. Su Majestad es poderoso, pero, lo más importante, es que es un no-muerto, así que, en ese futuro lejano, seguirá vivo — seguirá existiendo."

"Pero, pero oí que el Rey Hechicero cayó en batalla y murió."

"Ese rumor es verdadero y falso al mismo tiempo. Lamentablemente, la primera parte es cierta. Su Majestad gastó mucho maná y lanzó muchos hechizos para salvar a los que éramos impotentes y, al final, fue derrotado por Jaldabaoth. Pero la segunda parte es falsa. ¡Su Majestad no está muerto! La existencia de Shizu lo demuestra a todos."

Esta fue la señal para que Shizu — una de las figuras clave en la liberación de Kalinsha — entrara por el costado.

La audiencia dio un grito de asombro y se escucharon murmullos de adoración a "Shizu-sama".

"…Mm."

Shizu mantuvo la cabeza alta e hinchó el pecho.

"Una vez, fue una de las doncellas demonio al servicio de Jaldabaoth, pero luchó junto a nosotros en la Batalla de Kalinsha. Eso es porque Su Majestad le arrebató el control de las manos de Jaldabaoth."

Mucha gente había visto a los semi-humanos asesinados por Shizu sin pausa durante la batalla. La gente que se dirigía a ella como -sama probablemente había sido ayudada directamente por ella.

Shizu era muy popular. Aunque una vez había sido una doncella demonio de Jaldabaoth, seguía siendo muy bonita y, lo que es más importante, parecía joven. Se podría decir que era difícil mantener la hostilidad contra ella.

"¿Había considerado esto el Rey Hechicero cuando la ató a su servicio?", Neia le había preguntado eso una vez a Shizu. Shizu había respondido, "Tal vez".

"Shizu fue atada por la magia de Su Majestad y eso permanece en efecto mientras el Rey Hechicero aún viva. En otras palabras, ella es la prueba de que Su Majestad aún vive."

Cuando el aire se volvió eléctrico, Neia levantó los brazos para indicar que todos debían estar callados, porque no había terminado de hablar.

"Estoy segura de que todos os preguntáis por qué Su Majestad aún no se ha mostrado. La verdad es que, yo tampoco lo sé. Sin embargo, ¡no puedo imaginar que un señor tan compasivo nos abandonaría! Debe haber alguna razón por la que no pueda volver aquí inmediatamente. No sé si eso se debe a las consideraciones de Su Majestad, o si ha surgido algún peligro. ¡Y es por eso—!"

La voz de Neia resonó por la plaza silenciosa.

"—¡Por eso os suplico a todos por vuestra fuerza! Por favor, prestadme la fuerza para encontrar a Su Majestad. Incluso si apostamos nuestras vidas a caminar a lo largo y ancho de las Colinas Abelion, donde viven los semi-humanos antes de encontrar a Su Majestad, el Reino Santo todavía no puede pagar completamente la deuda que le debemos. Y ya he dicho esto antes, pero Su Majestad solo vino a luchar contra Jaldabaoth, pero terminó luchando contra los semi-humanos en nombre de nosotros, los débiles, desgastando así su poder y conduciendo a su derrota."

Neia levantó la voz aún más fuerte mientras gritaba.

"Y es por eso que... ¡todos! ¡Es por eso que debemos pagar la deuda que tenemos con la persona que vino a salvarnos! ¡Ese gran señor vino solo a salvarnos! Incluso si es un no-muerto, ¡no pretendo ser una ingrata! …Y por eso, hago un llamamiento a la gente que trata de pagar la deuda a Su Majestad de alguna manera."

Neia se detuvo un rato para dejar que la anticipación aumentase antes de volver a gritar.

"¡Busco gente que me ayude a encontrar a Su Majestad! ¡Pero no necesitáis ir en persona! Vuestras habilidades, vuestros conocimientos, todo lo que podáis aportar será de utilidad. ¡Por favor, prestadme vuestra fuerza! ¡Por favor, ayudadme!"

Neia inclinó la cabeza y a su lado, Shizu también.

"Ohhhhh", la multitud rugió.

Después de levantar la cabeza, Neia terminó así.

"…Estoy segura de que hay algunos de vosotros que no pueden creer basándose solo en mis palabras. Sin embargo, ¿qué tal si le preguntáis a la gente del Ejército de Liberación que liberó Kalinsha? De esa manera, estoy segura de que creeréis que no estoy mintiendo."

♦  ♦  ♦

Después de volver a su habitación, Neia se desplomó en su silla.

"Gracias por vuestro duro trabajo, Baraja-sama."

La persona que se dirigió a ella era una mujer que parecía muy amable — aunque un poco triste.

Parecía tener veintitantos años y sus rasgos distintivos eran un par de amplios pechos que atraían los ojos de los hombres y una cabeza de cabello corto. Aparentemente, una vez había sido largo, pero había sido cortado en un campo de prisioneros.

Ella era parte del equipo de apoyo que Neia había establecido. Los partidarios de Neia querían un nombre para su grupo, así que se llamaron a sí mismos el "Equipo de Rescate del Rey Hechicero."

Su trabajo consistía en ayudar a gestionar la cada vez más ajatreada vida diaria  de Neia.

Aunque solo había pasado medio mes desde que se conocieron, esta mujer se había vuelto irremplazable para Neia. Eso se debió a que había completado sus tareas asignadas — limpieza, lavandería, cocina y varias otras tareas — con una perfección consumada.

"Ahh, gracias."

Neia se limpió la cara con la tela que la mujer le había ofrecido y la sensación de frescor era muy cómoda en su ardiente cara.

A continuación, Neia dijo whew que parecía recordar a un hombre de mediana edad antes de dejar la toalla sobre la mesa y, dirigirse hacia la mujer que la reclamó inmediatamente.

"Ah, aunque lo he estado diciendo todo este tiempo, por favor, no me llames -sama. Después de todo, no soy tan especial."

"¿Qué dice? Usted habla por Su Majestad en este país y actúa en su nombre. No dirigirme a ti como -sama sería descortés."

El hecho de que una mujer mayor que ella dijera esto, molestaba a Neia.

Este era un problema solo experimentado por aquellos que no estaban acostumbrados a una posición superior.

Hablando de eso, Neia no era una oradora ni nada de eso. Más bien, se preguntaba cómo había terminado en esa posición.

Neia sintió que Shizu — que estaba mirando fijamente con la cara en blanco mientras estaba acostada en el sofá casualmente — encajaba mejor en la descripción.

Originalmente, la grandeza del Rey Hechicero debería haber sido obvia para todos desde un punto de vista objetivo. Entoces ella simplemente estaba declarando lo obvio, no argumentando a su favor y no tenía la intención de empezar a predicar ninguna forma de creencia u opinión organizada.

Aunque Neia había empezado a hacerlo por su propia voluntad, nunca había esperado que las cosas salieran de esa manera.

"Entonces, me retiro. Por cierto, Bertrand Moro-shi desea verla."

"Entiendo. ¿Puedes ayudarme a llamarlo? Gracias por tu arduo trabajo de hoy."

La mujer que dirigía la vida diaria de Neia, se inclinó ante ella y luego abandonó la habitación. Un hombre entró, como para cambiar de lugar con ella. La mujer tenía aversión a los hombres y les temía y se sentía incómoda cuando estaba en el mismo lugar que los hombres. Por lo tanto, ella había elegido excusarse.

"Baraja-sama, me disculpo por molestaros mientras estáis descansando. ¿Puedo pedirle algo de su tiempo?"

Bertrand Moro.

Tenía el cuerpo robusto de un hombre de unos cuarenta años, pero la parte de él que más destacaba, era el escaso cabello.

La familia Moro tenía una tradición como mayordomos de notables casas nobles y, en el pasado, él también había trabajado como mayordomo. Por eso era el secretario del equipo de apoyo, para aprovechar al máximo sus habilidades.

Neia tuvo mucha suerte de conocer a alguien como él cuando fundó el grupo. Si ella no lo hubiera conocido, su cabello se habría vuelto blanco a una edad temprana.

"No, está bien. ¿Qué es esto?"

"Gracias por concederle a su sirviente unos minutos de su tiempo, permitiéndome presentar un informe. Quiero decir que nuestra organización cuenta ahora con más de 30.000 miembros."

"¡Ah, eso es maravilloso! ¡Y pensar que nos ganamos a tanta gente que entiende la grandeza de Su Majestad! No, eso era de esperar. ¡Su Majestad es una persona increíble, después de todo!"

Shizu asintió y dijo "Mhm".

La organización tenía ahora más miembros que la población de una pequeña ciudad. De los 3.5 millones de habitantes del Reino Santo del Norte, alrededor del 1% pertenecía ahora al grupo.

"Nuestros simpatizantes han expresado el deseo de que un símbolo de algún tipo muestre su pertenencia al grupo."

"Ya veo... de hecho... Eso... tiene sentido."

"Ciertamente. Algunos artículos que se pueden llevar para indicar que son miembros, son esenciales para fomentar un sentido de seguridad y pertenencia."

Mhm, Neia asintió. Estarían muy contentos de tener algún símbolo de solidaridad, algo relacionado con el Rey Hechicero. Neia también quería uno.

"Por favor, utilice los mejores medios a su disposición. Sin embargo, no quiero que demos un trato preferencial basado en donaciones en efectivo y cosas por el estilo."

"…Unoff...fan...oup..."

Neia se dio cuenta de algo que ni siquiera su agudo oído podía analizar por completo.

"Shizu-senpai, ¿qué has dicho?" preguntó Neia.

"…Nada."

"...¿En serio? Aun así, si cometo un error al hablar de Su Majestad, deberías decírmelo."

Neia volvió la mirada hacia Bertrand. Recientemente, había más y más gente que permanecía imperturbable incluso cuando ella los miraba y eso hacía muy feliz a Neia.

"Lo llevaremos a la etapa de producción. Ahora bien... ¿puedes contarme sobre el resto de mi agenda?"

"Sí, Baraja-sama. Aproximadamente dos horas después, los partidarios organizarán una actividad de "Día de Acción de Gracias del Rey Hechicero" y está previsto que usted participe y hable de las grandes hazañas de Su Majestad."

"Ya veo."

Neia estaba muy emocionada. Habiendo descubierto que el Rey Hechicero era justicia, sintió una sensación de compañerismo y cercanía con los seguidores que podían entender cómo se sentía y disfrutó mucho hablando con gente que compartía sus puntos de vista.

"Además, hay gente que quiere que presencie los frutos de su entrenamiento. Dado que está muy ocupada, ¿debería rechazarlos?"

Neia había fundado recientemente una unidad de guardia de honor y actualmente los estaba entrenando con intensidad. Tanto Neia como Shizu habían participado en esa formación.

Para Neia, que sentía que la debilidad solo sería una carga para el Rey Hechicero, trabajar duro para hacerse fuerte, era una segunda naturaleza. Si la participación de Neia podía animar el estado de ánimo y motivarlos, entonces, tenía que unirse a ellos.

"No, me gustaría estar allí con ellos."

"Estoy seguro de que estarán encantados... y, aunque este resumen de los acontecimientos era bastante básico, es todo lo que tengo para informarles. En cuanto al tiempo que tomará reunir a los seguidores... el tiempo de preparación será de una hora, así que, por favor, descansen hasta entonces."

Bertrand inclinó la cabeza y salió de la habitación y, después de verlo salir, Neia se levantó de su silla y caminó hacia el sofá donde estaba Shizu. Luego se recostó junto a Shizu y la abrazó fuertemente, como si estuviera tratando de aplastarla con su cuerpo.

"…Buena chica, buena chica."

Shizu era más baja que ella misma, pero le dio palmaditas en la espalda a Neia de una manera tranquilizadora, como lo haría una madre por su hijo.

"¿Cuándo podremos ir a buscar a Su Majestad... ha pasado un mes desde entonces..."

La gente que buscaba en la región este del Reino Santo, no había encontrado al Rey Hechicero y, aunque había una posibilidad distinta a cero de que no lo hubieran encontrado, era casi una conclusión obvia que había caído en la tierra de los semi-humanos, las Colinas Abelion. Por lo tanto, tuvieron que hacer amplios preparativos, pero hacerlo simplemente estaba llevando demasiado tiempo.

De los 3.000 Zerns que habían traicionado a Jaldabaoth, 2.800 de ellos se habían ido con su príncipe al Reino Hechicero, mientras que los 200 restantes habían ido a las Colinas a recoger información, pero no habían encontrado nada hasta entonces.

"…No debes rendirte."

"¡Lo sé! Pero, pero..."

Neia abrazó más fuerte a Shizu. Respiró profundamente el aroma — como el del té negro — que provenía de ella.

La mera presencia de Shizu fue suficiente para borrar el malestar de Neia.

Eso se debía a que su existencia era la prueba de que el Rey Hechicero estaba vivo.

"...Estará bien. Ainz-sama es bondadoso."

"Ah, así es, Shizu-senpai."

"…Por lo tanto, deberías conseguir más apoyo y elaborar un plan de búsqueda que no pueda fallar."

"Ah, así es, Shizu-senpai."

"…Así, Ainz-sama será feliz."

"Ah, así es, Shizu-senpai."

"…Neia. Me gustas. Ahora que me he acostumbrado, tu cara es muy bonita."

"…Muy bonita… Hablando de eso, debes estar muy aburrida porque no puedes salir, Shizu-senpai. ¿Iremos juntas a algún lado la próxima vez?"

La extraordinaria belleza de Shizu — prácticamente esculpida — atrajo mucha atención, pero si la gente conociera su verdadera identidad como doncella demonio, las miradas dirigidas a ella se convertirían en miradas de miedo y precaución. Muchos de ellos habrían exagerado delirios como "me va a robar el alma", que surgieron de las historias en las que demonios se transformaron en hermosas mujeres para reclamar almas como parte de un trato. Sin embargo, Neia sentía que los demonios tenían derecho a elegir a sus parejas.

Para empezar, siendo que ella era una subordinada del misericordioso Rey Hechicero, esta doncella demonio de dificultad 150 posiblemente no deseará las almas de las personas de su alrededor, mucho menos querrá encantar a los suyos.

Aun así, había habido cosas problemáticas que no podían evitar y Neia — como escudera del Rey Hechicero — no sería capaz de enfrentarse a él si ella terminaba causándole problemas a Shizu, su subordinada. Por supuesto, Neia también comprendió que Shizu era tan poderosa que no le haría daño.

Por esa razón, ella pasó mucho de su tiempo aquí, pero ahora que había más gente en su organización, debería estar bien llevarla donde los partidarios se reunieron.

"…Muy bien, iremos juntas como una especie de práctica."

"Muy bien, preparémonos, entonces. Aunque esas ropas de doncella son un poco llamativas… ¿podrías cambiarte a algo más ordinario?"

"…El doctor… ejem. No hay problema. Préstame ropa. Te dejaré la elección a ti."

"…Lo siento, pero nunca tuve a nadie con quien salir y no tenía ningún interés en la ropa, así que, no estoy segura de poder elegir una ropa para ti."

Shizu palmeó suavemente los hombros de Neia. Mientras se veía sin emoción a primera vista, Neia podía entender su calor maternal. Después de eso, Shizu se señaló a sí misma con el pulgar.

"… Déjamelo a mí."

"¿En serio?"

El descubrimiento de que los gustos de Shizu eran inesperadamente buenos sería un asunto para más tarde.

♦  ♦  ♦

La carga de trabajo de Caspond había aumentado drásticamente después de la recaptura de Kalinsha. Las personas rescatadas debían ser reincorporadas a la sociedad, la cantidad de información que debía ser procesada había aumentado enormemente y, tanto el trabajo de verificación como el de asignación, consumía mucho tiempo.

Durante este ajetreado período, solo un paladín fue estacionado al lado de Caspond por su seguridad.

Esto representaba una falta de seguridad, pero uno no podría utilizar un paladín experto —que sabían leer, escribir, hacer cuentas, reaalizar ritos religiosos y mantener la paz— como un mero guardaespaldas. En ese sentido, habría sido más eficiente asignarle a Remedios, ya que ella no tenía cabeza para las cosas normales, pero, después de considerar sus facultades mentales, decidió que era mejor que entrenara con otros paladines.

Cuando Neia y Shizu habían recuperado la cabeza de Kelart Custodio, su chillido de dolor causó tal disturbio que era un milagro que nadie hubiera muerto como resultado. Aunque al final se había calmado, todavía tenían que tratarla con cuidado.

En realidad, nadie podría haber hecho nada sin ayuda. Tenía que estar agradecido con los adultos que le habían dado esa sabiduría. Mientras se dedicaba a tener esos pensamientos, Caspond se dedicó a su trabajo, con su pluma pasando por encima de las páginas.

Aunque era una práctica para el futuro, este trabajo seguía siendo muy molesto. Su ayudante paladín o bien no podía leer el estado de ánimo o estaba realmente muy molesto, pero habló con Caspond, que estaba tratando de enterrar su irritación en lo más profundo de su corazón.

"—Mi Príncipe, ¿está bien dejar que la situación de Neia Baraja continúe cómo está?"

Caspond entendió el significado de esa pregunta y sonrió cansado sin apartar los ojos de sus documentos.

"No se puede evitar ¿no?, así que no te molestes. También, el Príncipe lo hará."

"Muchas gracias, sin embargo, ¿qué quieres decir con que no se puede evitar?"

El paladín no parecía entenderlo, así que Caspond levantó la cabeza de sus libros y le miró a los ojos.

"¿Qué crees que pasaría si le hiciéramos algo, como presionarla para que pare?"

"No creo que pase nada, mi Príncipe. Todo lo que está haciendo es causar disturbios en la nación."

"Ya veo, así que usted — aunque no estoy seguro si esto es apropiado — no la ha oído hablar, entonces... Supongo, pero creo que he visto otra versión de lo que ella está hablando en otra parte. Ahora, mi primera pregunta... ¿ha mentido?"

Caspond vio como el paladín buscaba en su memoria antes de contestar:

"Ella no.… bueno, sería mejor si estuviera mintiendo. Luego, cualquier persona con un poco de intelecto puede comprobar lo que ha dicho y descubrir que casi todo está justificado. El Rey Hechicero los liberó, como un héroe que, con una sola mano, recuperó una ciudad."

Tomó un trago de agua del vaso de la mesa para mojarse la garganta antes de continuar.

"Y, además, Neia Baraja es una heroína que ayudó a liberar Kalinsha. La alabamos por eso. En cuanto a la doncella demonio — la presentamos como una sirvienta del Rey Hechicero. Eso llevó a una opinión por las nubes del Rey Hechicero, así que tuvimos que exagerar un poco al elogiarla. Además, su equipamiento es digno de un héroe."

La visión de Neia llevando el maravilloso arco que el Rey Hechicero le había prestado y vistiendo la armadura del Gran Rey Buser, era nada menos que heroica.

"Ahora, volvamos a tu sugerencia. Si tratamos de silenciarla, ¿cómo nos verá el pueblo? ¿No crees que nos verían como tratando de callar a un héroe porque lo que está diciendo no es bueno para la familia real? Ese tipo de cosas."

"Pero eso..."

El paladín intentó tartamudear una negación, pero su cara ya decía que entendía mejor de lo que sus palabras podían. Sabía lo que iba a pasar.

"Por un lado, tienes a un héroe cuya estrella se eleva y, por el otro, tienes a la familia real que está en declive. ¿A quién crees que le creerá la gente?"

"—¡Mi Príncipe! ¡Por favor, no digas eso!"

"Me disculpo... pero iré directamente al grano, ¿qué crees que hará la doncella demonio del Rey Hechicero si intentamos interferir con Neia Baraja?"

"Oh."

La cara del paladín se puso rígida y una mirada espantosa apareció en la cara de Caspond.

"Jeje. El hecho de que esté protegida por esa doncella demonio significa que es la más fuerte de la ciudad, ¿entiendes? Intentar silenciarla directamente es extremadamente peligroso, así que, tendremos que dejar las cosas como están. Entiendo tus preocupaciones, pero cada movimiento disponible es malo."

Llamaron a la puerta y entró uno de los soldados de afuera.

"Mi Príncipe, el Vice-capitán-sama desea hablar con usted."

"Él puede entrar."

Quizás había oído la voz de Caspond, pero Gustav entró corriendo desde donde había estado esperando fuera. El leve jadeo en su aliento mostraba que había venido aquí con prisa.

"¡Perdóneme, Su Alteza Príncipe Caspond!"

El trabajo de Gustav lo llevaba más lejos que el de Caspond y también era más desafiante, así que, rara vez venía aquí. Por eso Caspond sabía que era una situación difícil. Si había venido aquí en persona, había traído consigo una situación difícil con la que no podía lidiar solo.

"Te lo digo siempre, no te preocupes. Además, no necesitas inclinarte si somos los únicos que estamos cerca. Ya que tienes tanta prisa, debe ser bastante urgente, ¿verdad?"

"¡Sí! ¡Nuestros exploradores informan de un ejército de 50.000 hombres que portan la bandera de los nobles del sur se dirigen a esta ciudad!"

"Ya veo... no me digas que ¿el Sur ya ha vencido a las fuerzas de Jaldabaoth? En cualquier caso, prepárate para la batalla, porque no sabemos si los ejércitos del Sur están siendo controlados por Jaldabaoth. Ten cuidado. Te lo dejo a ti."

"¡Sí!"

"No ataquéis antes de que el enemigo haga un movimiento bajo ninguna circunstancia. Si quieren hablar, traedlos aquí. Después de eso..." —Caspond se dirigió hacia el paladín— "Tú te encargarás de recibirlos. Si son lo que creo que son, debería haber varios nobles de alto rango presentes. Prepara refrescos y vino para hacerlos felices."

Los dos respondieron "¡Sí, señor!" y salieron de la habitación. Mientras Caspond los veía irse, murmuró para sí mismo.

"De acuerdo... ¿ha llegado la hora?"

♦  ♦  ♦

"Es un espectáculo para la vista, marqués Bodipo, conde Cohen, conde Dominguez, conde Granero, conde Randalse y vizconde Santz."

"Oh, no importa, me alegro de ver que estás bien, mi Príncipe."

"¡Claro que sí! ¡Ciertamente! ¡Estábamos tan preocupados por usted, Alteza!"

Después de un brindis, Caspond y los nobles del sur brindaron por su seguridad e intercambiaron saludos una y otra vez.

Los nobles describieron la situación y hablaron de sus dolores de cabeza. Caspond escuchó atentamente, porque, al hacerlo, demostró lo duro que habían trabajado — cuánto habían renunciado por el Reino Santo.

El conde Cohen, que había estado hablando durante mucho tiempo, de repente pareció haber notado algo e hizo una pregunta.

"—Oiga, mi Príncipe. ¿Soy yo, o pareces un poco diferente ahora?"

"Ahh, por supuesto. Confío en que sabes que Jaldabaoth invadió el Norte. Mis dominios cambiaron mucho como resultado. Además, siento que las partes que no has visto han cambiado aún más... ¿no crees que me he vuelto más delgado?"

Caspond indicó su barriga.

"Bueno, ese parece ser el caso", respondieron todos alegremente. Al mismo tiempo, había un brillo agudo en los ojos de los nobles.

Caspond notó eso. Instantáneamente se dio cuenta de que estaban comparando el valor anterior de Caspond con su valor actual.

Aunque lo habían ocultado con la suficiente rapidez, entendía que la evaluación seguía en curso.

Ahora esperaba que pensaran que nada había cambiado, con la esperanza de que no interfirieran con la familia real después de la guerra.

"…Aun así, yo, Caspond, estoy profundamente agradecido de que ustedes caballeros se hayan propuesto salvar el Reino Santo."

"¿Qué estás diciendo? Su Alteza, como nobles, es natural que reunamos nuestras fuerzas y nos pongamos en camino por el bien de la familia real. O no, cualquiera que esté físicamente capacitado y no se una a una batalla concerniente a la supervivencia del Reino Santo, ¡ni siquiera puede ser considerado un noble!"

Los nobles asintieron e hicieron ruidos de reconocimiento. En otras palabras, los nobles que no habían venido aquí eran los enemigos políticos de los que estaban presentes.

Desafortunadamente, Caspond no sabía qué casas nobles no se llevaban bien. Eso probablemente significaba que no había aprendido lo suficiente.

Si bien quería evitar que se le calificara de parcial, tendría que darles un trato preferencial o enfrentarse a consecuencias más bien nefastas. Todos odiaban a un murciélago que revoloteaba tratando de ganarse la simpatía de todos.

"Caballeros, su lealtad a la familia real debe ser pregonada por todas partes. Creo que tiene que ser una cuestión de registro histórico."

Aunque fue solo por un momento, el que pareció más feliz, era el marqués Bodipo, el más anciano de los presentes, cuyo cabello rubio estaba moteado de blanco.

Ahora que tenía poder y posición, probablemente quería prestigio además de eso. Los otros probablemente preferirían ser recompensados. Por supuesto, era natural que esperaran una cierta recompensa ahora que habían movilizado sus fuerzas.

El marqués murmuró algunas amables palabras de rechazo — más que nada de cortesía — mientras intentaba congraciarse con el príncipe. Durante este tiempo, el vizconde Santz — que parecía bastante incómodo — aprovechó el momento oportuno para interrumpir la conversación e hizo una pregunta con indecisión.

"Mi príncipe, tengo una pregunta que me gustaría hacerle. ¿Cuál es la condición actual de Su Majestad? He oído que ha fallecido..."

"Eso es un hecho."

Sorprendido por la respuesta franca y directa de Caspond, el vizconde Santz hizo otra pregunta.

"Entonces, ¿dónde yace el cuerpo de Su Majestad?"

"…Estaba en un estado horrible, así que, tuvimos que incinerarla. Originalmente, planeábamos usar el hechizo「Preservación」y darle un funeral oficial después de expulsar a Jaldabaoth..."

Caspond agitó la cabeza con una mirada de dolor en su cara, como si no pudiera soportar continuar.

"También confirmamos la muerte de la Suma Sacerdotisa, Kelart Custodio."

"Ya veo..."

Durante este silencio, Caspond aprovechó el tiempo para tomar un trago.

El sustituto de Calca estaba ante sus ojos. Sin embargo, no había una forma sencilla de encontrar a alguien que reemplazara a la Suma Sacerdotisa Kelart Custodio — que estaba en la cúspide de todos los lanzadores de magia divina — no podría ser tan fácilmente sustituida. Por lo tanto, estaban considerando cuidadosamente la mejor manera de usar la muerte de Kelart.

Después de ver que no habían reaccionado incluso después de que él hubiera tomado dos copas de vino, Caspond les dio otra pizca de información.

"Sus restos también estaban en condiciones terribles, así que también fueron incinerados."

Los nobles fruncieron el ceño. ¿Habían sentido algo por la muerte de dos de los principales individuos del Reino Santo? Quizás finalmente se habían dado cuenta de que esta era una batalla en la que sus vidas estaban en juego y perder significaba la muerte. Probablemente se asustaron al darse cuenta de que no serían rescatados, aunque fueran tomados prisioneros.

"¿Qué tal la capitana de los paladines, Custodio-dono?"

"¿Quieres hablar con ella?"

"Oya, ¿así que todavía está viva? Mientras tanto, Su Majestad y la Suma Sacerdotisa están muertas..."

El conde Randalse tenía una magnífica barba. Cuando pronunció esas palabras en un tono sarcástico de voz, los demás sonrieron burlonamente, como para seguir el ejemplo. Caspond abrió la puerta y ordenó al paladín que llamara a Remedios.

Justo cuando el vino de la botella estaba a punto de agotarse, Remedios llegó a su habitación.

Justo cuando el Conde Randalse estaba a punto de hablar, miró a Remedios y sus ojos se abrieron de par en par.

"¡¿Qué?! ¿Es la capitana Remedios, líder del cuerpo de paladines?"

La burla en su tono había sido reemplazada por el shock. Todos los nobles del Reino Santo sabían cómo era Remedios. El conde Randalse tampoco fue una excepción, de ahí su sorpresa. Era tremendamente diferente de cómo la recordaba.

Ahora mismo, Remedios Custodio parecía un cadáver andante.

Sus ojos estaban profundamente hundidos y sus mejillas demacradas. Sin embargo, una luz brillante brillaba en sus pupilas.

"Me llamaste aquí, ¿verdad? ¿Quién más podría ser?"

"¡Qué... descaro...!"

La voz del conde Randalse se calló y miró intensamente a Remedios.

En este momento, Remedios parecía muy aterradora. El hecho de que nadie supiera lo que ella quería o lo que haría, inquietaba a los demás. Por eso Caspond no mantuvo a Remedios a su lado. También era por eso que se preocupó de que Remedios no supiera nada de Neia.

"¿Qué pasa?"

Todos en este país sabían que Remedios Custodio era la paladina más fuerte de esta nación. En términos de pura fuerza bruta, ella era el ser más importante de esta nación.

¿De qué sirve la autoridad contra la violencia que casi se desata? La armadura más sólida de la aristocracia era como papel para ella. En el pasado, había gente a su lado que sostenía sus riendas, por lo que estaba en un estado mental en el que podía soportar ser malhablada. Sin embargo, ahora era un asunto diferente.

Todos los nobles lo entendieron, así que no dijeron nada. Remedios resopló al verlos y luego se encogió de hombros.

"...¿Puedo irme ahora, Su Alteza? Parece que no había razón para llamarme."

"Ahh. Gracias por venir."

Después de que Remedios se fuera, los nobles finalmente se permitieron parecer infelices.

"¿Puede permitirle que muestre tal falta de respeto a Su Alteza?"

"Aunque sea la Capitana de La Orden de Paladines, esa actitud es intolerable. ¿Podemos permitir que alguien sin lealtad a la familia real permanezca como capitán?"

Caspond levantó una mano para sofocar la ira en sus voces.

"Estamos en guerra ahora. Sus talentos siguen siendo útiles. Dejemos su disposición al futuro Rey Santo."

Bastantes personas se habían disgustado por la actitud de Remedios. Algunos de ellos estaban escondiendo su miedo a ella con ira, pero otros tenían motivos ocultos. Caspond lo sabía y sonrió fríamente en su corazón.

Remedios había sido una vez la mano del anterior Rey Santo y una poderosa arma. Seguramente alguien ahí fuera no querría dejarle esa arma al próximo Rey Santo. O, mejor dicho, todos ellos podrían estar pensándolo por todo lo que sabían.

"¡Ohhh! ¡Su Alteza tiene razón! ¡Esto es la guerra! Sin embargo, ¡no seguiremos luchando contra los semi-humanos para siempre!"

"¡El Conde tiene razón! Creo que nuestro enviado ya ha mencionado que logramos venir aquí porque derrotamos a las fuerzas semi-humanas. ¡Su Alteza! ¡Debemos mantener el impulso y montar una persecución!"

"¡Exactamente! Debemos destruir a los semi-humanos de un solo golpe, para que los logros de Su Alteza lleguen a más oídos."

"Ya veo, ya veo. Entonces... ¿cómo está el Viejo Púrupura?" 

Los nobles se miraron y el marqués Bodipo habló en su nombre.

"Parece que no está bien, así que no vino aquí con nosotros."

El marqués era la persona más anciana del lugar, por lo que la persona a la que llamaba "Viejo" era una persona de 80 años que había sido nombrada como uno de los Nueve Colores. Como gran noble del Sur con el rango de Marqués, se le había otorgado ese color en reconocimiento a su lealtad a la familia real y a sus logros.

No todos los Nueve Colores se habían ganado su posición debido a su fuerza de combate. Al igual que el Púrpura, algunos de ellos se habían ganado su título gracias a una gran contribución. Por ejemplo, había una duquesa que había sido nombrada azul debido a su fama como artista consagrada.

Mientras meditaba la respuesta del marqués Bodipo, sintió por un momento que el otro hombre no ocultaba nada y Caspond volvió a sonreír fríamente en su corazón. Aunque él ya lo sabía, simplemente estaba confirmando esa reacción con sus propios ojos.

"…Ya veo. Parece que tus opiniones coinciden con las mías" —Caspond esbozó su plan para arruinar el plan de Jaldabaoth masacrando a los semi-humanos— "Sin embargo, ¿qué haremos si Jaldabaoth aparece?"

"¿Es Jaldabaoth un demonio tan poderoso? He oído que ni siquiera la Capitana-dono pudo proteger a Su Majestad."

El conde Granero nunca antes se había enfrentado a Jaldabaoth, por eso hacía una pregunta tan ingenua. Caspond respondió en un tono sombrío.

"Es extremadamente poderoso. Le pedimos al Rey Hechicero que se enfrentara a él y su batalla con Jaldabaoth fue realmente intensa."

"¿El Rey Hechicero? ¿Te refieres a ese ser no-muerto?"

Era de esperar que exclamaran sorprendidos.

"¿Oya? ¿No te enteraste de eso? Ya veo..."

"¿Así que recurrió a la ayuda del ejército de otro país, mi Príncipe? ¡Eso es muy malo!"

"No un ejército. Solo el Rey Hechicero."

Los nobles se congelaron con un "¿Eh?" en sus labios. Pasó algún tiempo antes de que reaccionaran de nuevo.

"¿El Rey Hechicero? ¿Él solo? El único rey, el que está en la cúspide de su nación, ¿vino solo?"

Caspond asintió en respuesta a la pregunta del conde Randalse.

"¿Cómo puede ser, eso es imposible, ¿verdad? ¡No hay forma de que tal rey exista! ¿No trajo sus ejércitos con él?"

"No tiene ningún sentido" murmuró la gente reunida. Algunos se preguntaban si esto era algún tipo de plan. Sin embargo, Caspond hizo añicos sus especulaciones con su inflexible respuesta.

"Aunque pueda sonar falso, es la verdad. Todo lo que podemos hacer es aceptarlo. Además, si el Rey Hechicero hubiera traído sus ejércitos con él, los habría usado en el momento en que perdió su duelo contra Jaldabaoth."

"¿Perdió...? No lo entiendo. Dicen que es un no-muerto, así que, ¿podría ser que incluso su cerebro se pudriera? Sin embargo... ¿no es esto muy malo?"

"Lo es. Sin embargo, uno de los enviados que pidió al Rey Hechicero que viniera fue Remedios. Creo que será necesario entregarla para obtener el perdón de la otra parte, al igual que otras medidas diplomáticas."

"¿Eso resolverá los asuntos? ...Ahora que lo mencionas, el Reino Hechicero es una nación dentro de las fronteras del Reino de Re-Estize. En ese caso, no podrán cruzar las fronteras del Reino para alcanzarnos... ¿significa eso que debemos estar en alerta una vez que el Reino de Re-Estize sea destruido?"

No podían entender lo que estaba pasando y todos los nobles agarraron sus cabezas. Era como si estuvieran pensando qué hacer si el sol salía por el oeste. Por lo tanto, decidieron dejar eso de lado por el momento.

"Bueno, dejemos eso a un lado por ahora. ¿Cuáles son sus planes futuros, Su Alteza?"

"Me gustaría retomar la capital. Y me gustaría hacer esto lo antes posible."

"En ese caso, ¡Le ayudaremos!"

"¡Su Alteza se convertirá en el héroe que salvó a esta nación de Jaldabaoth!"

"El ejército semi-humano que invadió nuestra nación era de 100.000. Si reunimos a la gente de esta ciudad y a los soldados que trajimos, podremos vencerlos fácilmente."

"¡Su Alteza! Pronto llegará el día en que te llamen Su Majestad."

Caspond se enfrentó a los halagadores nobles y deliberadamente puso una mirada comprensiva en su cara.

"Umu. No olvidaré estar agradecido por la ayuda que todos ustedes me han dado."

"¿Qué está diciendo? ¡Solo cumplimos con nuestro deber para con el Reino Santo y la familia real!"

En su corazón, Caspond sonreía de una manera completamente diferente.

"Muy bien. ¡Entonces, caballeros, preparémonos para recuperar la capital!"

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