Overlord Volumen 13, Capítulo 5 Parte 1

Lee la novela ligera de Overlord volumen 13, capítulo 5 parte 1 en español.
Raruk Berg

Overlord novela ligera vol. 13
Overlord vol. 13 novela ligera
Traducción jpn-ing: Nigel
Traducción ing-esp: Rawi
Corrección: . . .

Warning!
Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Se sacará una versión en el futuro.

Overlord Volumen 13: La Paladín del Reino Santo | Parte II

Capítulo 5: Ainz Muere

Overlord volumen 12 Cap 5

Parte 1

Había un total de cuatro personas dentro de la habitación.

Había dos paladines, que habían entrado inmediatamente después de la batalla y estaban cubiertos con una armadura manchada de sangre —Remedios Custodio y Gustav Montagnés. Estaba la persona a cargo de los sacerdotes sobrevivientes, un hombre de mediana edad que podía usar hechizos de tercer nivel— Ciriaco Naranjo. Y por último, estaba el príncipe Caspond Bessarez.

Dos de ellos habían venido del campo de batalla y uno de ellos había estado a cargo de sanar a los heridos. Como resultado, la habitación del príncipe Caspond estaba llena de hedor a sangre.

Remedios no se había quitado el casco incluso ahora. Esa no era la etiqueta apropiada para visitar las habitaciones de un príncipe en absoluto — uno podría incluso llamarlo irrespetuoso — pero Caspond no parecía preocupado por ello y parecía muy tranquilo.

Al mismo tiempo, el aire en la habitación era terrible, aunque no por el punto anterior. Era cierto que apestaba aquí, pero la razón era porque el ambiente era hostil. Era tan pesado que incluso parecía opacar la luz del sol que entraba por la ventana.

Así no era como debían estar las personas que habían vencido probabilidades abrumadoramente desfavorables y habían salido victoriosas.

Caspond fue la primera persona en hablar en este profundo silencio. Aun así, ¿quién más podía hablar primero sino él?

"Háblame de nuestra condición de bajas."

"De los 6.000 milicianos que trajimos al campo de batalla, 4.000 de ellos han resultado heridos o muertos."

"… Si se me permite sumarme a las palabras del Vice-capitán, también hay miles de heridos que están siendo curados por los sacerdotes, pero la mitad de ellos perecieron porque no pudimos llegar a tiempo."

"...Además, solo la mitad de los paladines sobrevivieron y ocho sacerdotes fallecieron."

Caspond cerró los ojos y sacudió la cabeza al escuchar las palabras de Gustav.

"Después de enfrentar a tal ejército demoníaco... si bien no podemos decir que las pérdidas son aceptables, ¿deberíamos estar agradecidos de que solo fueron esas? ¿O deberíamos estar tristes por el número de bajas...?"

"Lo último."

La voz apacible de Remedios interrumpió a Caspond.

"Lo último."

"…La Capitana Custodio tiene razón. Deberíamos estar tristes de haber sufrido tales pérdidas."

Gustav y Ciriaco miraron hacia abajo al escuchar las palabras de Caspond.

Sabían que, contra un ejército de 40.000 semi-humanos, era un milagro que el Ejército de Liberación del Reino Santo, lamentablemente superado en número, tuviera tantos supervivientes — aunque fuera obra de un solo ser. Sin embargo, también entendieron que, decir algo así, sería perturbador e improductivo, por lo que no tuvieron más remedio que hacer esto en su lugar.

"¿Fue el Rey Hechicero quien derrotó a las fuerzas semi-humanas en sus campamentos?"

"Sí. Hubo pocos reportes de testigos en medio del caos defendiendo las murallas de la ciudad, así que, no estamos seguros de los detalles, pero se habla de misteriosos seres no-muertos destruyendo el ejército."

"Ya veo. Eso coincide con lo que escuché del Rey Hechicero. Así que, usó a los no-muertos que creó para acabar con un ejército masivo como ese, hm. En ese caso... podemos concluir que el Rey Hechicero puede derrotar a Jaldabaoth, ¿verdad?"

Caspond dirigió su mirada hacia Remedios, pero ella simplemente frunció los labios y permaneció en silencio. El aire altamente volátil alrededor de la Paladín más fuerte del Reino Santo, la convirtió en una figura de terror para los débiles. Caspond se apartó de ella y se dirigió hacia Gustav, quien inmediatamente le devolvió la mirada con una profunda expresión de disculpa e inclinó la cabeza.

"Hahh... ¿estará bien apostar el destino del Reino a él? O, mejor dicho, ¿deberíamos pensar qué hacer si el Rey Hechicero pierde ante Jaldabaoth? ¿Alguien tiene alguna idea de lo mejor que podemos hacer si eso ocurre?"

Él fue respondido por el silencio. En medio de todo esto, Remedios habló.

"En ese caso, ¿qué tal si traemos a Momon?"

Las otras tres personas además de Remedios, se miraron con expresiones severas en sus caras.

Remedios — quien sintió que era una buena idea — frunció el ceño.

"¿Qué? ¿Tienen alguna idea mejor? Es más apropiado que esa maldita criatura no-muerta, ¿no?"

"…Capitana. Ahora estamos discutiendo qué hacer si el Rey Hechicero muere. En tal situación, esperar ir al Reino Hechicero para obtener más ayuda sería muy arriesgado."

"No necesariamente..." Dijo Ciriaco mientras se acariciaba el bigote blanco.

"Un momento por favor, Vice-capitán. La idea de la Capitana es arriesgada, pero no es una mala jugada. ¿Qué hay de mentir acerca de que el Rey Hechicero es capturado por Jaldabaoth y hacer que venga Momon?"

"Sacerdote-dono, eso sería demasiado peligroso. Incluso si Momon derrotara a Jaldabaoth, el descubrimiento de la mentira podría desencadenar una guerra. Incluso si todo va bien, la impresión que tiene el Reino Hechicero de nuestro país se hundirá hasta el fondo. Y si las cosas van mal, Momon bien podría convertirse en un segundo Jaldabaoth y dirigir el ejército de no-muertos del Reino Hechicero hacia nuestra nación."

"Precisamente. Y lo peor es que el Reino Hechicero tendrá una queja justificada contra nosotros."

Remedios inclinó la cabeza ante la explicación de Caspond.

"No tenemos fronteras junto al Reino Hechicero, así que, está bien, ¿no?"

"Capitana Custodio, por favor, deje de pensar en cosas peligrosas. No quiero adoptar ninguna política que nos ponga en peligro... dicho eso, no tengo mejores ideas. ¿Qué hay de vosotros dos?"

Ciriaco y Gustav tampoco podían pensar en nada.

La habitación se sumió en un breve silencio.

Finalmente, Caspond habló en voz baja.

"…Por el momento, pensémoslo cada uno por nuestra cuenta. No habrá problemas si el Rey Hechicero puede vencer a Jaldabaoth." —Caspond aplaudió— "Entonces, hablemos de otro asunto. ¿Qué hay de las raciones que trajeron los semi-humanos? ¿Podemos comerlas normalmente? Y si podemos consumirlas, ¿cuánto tiempo pueden durar? "

Normalmente pertenecerían al Rey Hechicero, ya que fue él quien derrotó al ejército semi-humano, pero él había dicho que las cedería de forma gratuita.

Gustav respondió. Él estaba a cargo de varias tareas como esa.

"Señor, parece que hay un montón de objetos duros parecidos al pan y verduras que deberíamos ser capaces de comer. Gracias al ataque de las criaturas no-muertas del Rey Hechicero, fueron capturadas intactas, por lo que están en muy buenas condiciones. Además, también hay algunos alimentos que deben investigarse más a fondo, como vegetales con olor agrio, etc."

La comida en conserva era muy común en el Reino Santo. Sin embargo, se trataba de raciones semi-humanas, por lo que podrían pertenecer a una especie que comía alimentos podridos, por lo que Gustav dijo que tenían que investigar más a fondo.

"Solo hay un problema. Esa sería la carne."

"¿A qué te refieres?"

La cara de Gustav estaba oscura mientras miraba a Caspond.

"Una porción de la carne parece provenir de humanos. Esa conclusión vino de mirar su forma y no estamos seguros de eso. Quizá sepamos si la probamos, pero prefiero no hacerlo, si no le importa."

"¿De cuánta carne estamos hablando aquí?"

Ciriaco tenía una mirada de disgusto en su rostro.

"Muchos semi-humanos comen carne, por lo que había mucha cantidad. A primera vista, parece que la mitad de las raciones que trajeron fueron carne."

"¡¿Qué?! ¿La mitad de las raciones para un ejército de 40.000 soldados es carne?"

Hipotéticamente, si un semi-humano comiera un kilogramo de carne al día, eso significaría cuarenta toneladas. Si tuvieran suficiente para dos semanas, serían quinientas sesenta toneladas. En ese caso… el Príncipe se agarró la cara.

"…¿Cuanta de esa carne es de humanos?"

"No lo sabemos. Comprobar cada una de las piezas llevaría mucho tiempo y si no están en sus formas originales..."

"Sería una pena tirar tanta comida cuando el futuro parece tan sombrío. Me gustaría separar la carne humana de la otra carne... Sacerdote Naranjo, ¿pueden tus hechizos hacer algo en ese frente?"

"Mis disculpas, Príncipe. No podemos hacer algo como eso. Siento que mis colegas entre los paladines deberían sentirse de la misma manera."

Caspond vio a Gustav asentir y suspiró profundamente.

"Entonces, la magia no puede hacer todo, ¿eh? ¿Qué tal si los semi-humanos en cautiverio lo comen para averiguarlo?"

"Deberíamos dejar que los muertos descansen en paz. Si hay carne humana, debemos devolverla a la tierra."

"Exactamente, capitana Custodio... ¿qué piensas, vice-capitán Montagnés?"

"Sí, estoy de acuerdo con la Capitana. Siento que no hay tiempo suficiente para investigar cada barril de carne. Deberíamos usar nuestro tiempo y esfuerzo en otras áreas."

"Ya veo... muy bien, lo entiendo. Entonces, con respecto a la carne semi-humana, nos desharemos de todo lo que parezca cuestionable. En ese caso, ¿qué hay de las armas y la armadura de los semi-humanos?"

El Rey Hechicero también las entregó sin cargo, pero él había dicho que esperaría algo de gratitud, por lo que ellos tendrían que entregar los artículos apropiados cuando llegara el momento.

Si podían derrotar a Jaldabaoth o recuperar la Capital Real, Caspond planeaba anunciar a la gente que entregaría las riquezas de la nación al Reino Hechicero.

"En primer lugar, recuperar el equipo de los semi-humanos y enterrar los cadáveres tomará tiempo, por lo que ni siquiera tendremos tiempo de comprobar su calidad... Sacerdote-dono, si surge algún no-muerto aquí, ¿se convertirán en súbditos del Rey Hechicero?"

Los no-muertos desovaban fácilmente en lugares donde mucha gente había muerto. Un lugar donde murieron más de 10.000 semi-humanos, encajaba perfectamente.

Al ser señalado por Caspond, una mirada profundamente preocupada apareció en la cara de Ciriaco.

"¡No lo sé! Realmente no lo sé. Pero, cualquier cosa podría pasar, entonces, deberíamos tratar con los cuerpos y santificar la tierra lo más pronto posible. Me gustaría confiar solo en nuestro poder para eso, pero, simplemente no podemos manejar las cosas de esa manera, así que me gustaría obtener un poco de ayuda de los paladines."

"Ahh, déjanoslo a nosotros. Estamos acostumbrados a tratar con los muertos vivientes, después de todo."

"No esperaría menos de la capitana Remedios, me tranquiliza el corazón... Si tan solo la Reina Santa-sama o Kelart-sama estuvieran aquí..."

Todos se callaron cuando las palabras de Ciriaco disminuyeron.

Después de lo que pareció un período de oración silenciosa, Caspond habló.

"Ah, sobre ese punto, vice-capitán Montagnés. El Rey Hechicero parece querer llevarse los ítems mágicos a su nación, así que los tomó primero. Por supuesto, devolverá todo lo que pertenezca al Reino Santo."

"Entendido. Aun así, aunque puedo saber cuándo se trata de espadas y armaduras, tendré dificultades con otros objetos. Si alguien aquí tiene conocimiento de ítems mágicos, me gustaría que ayudasen."

"Podría ayudar cuando se trata de ítems transmitidos a través de la familia real. En cuanto a los ítems religiosos, sin embargo..." —Ciriaco asintió cuando Caspond lo miró— "En ese caso, iremos a buscar ayudantes entre los civiles. Aun así, esto fue realmente inesperado. No, deberíamos decir que fue más de lo que esperábamos. Deberíamos agradecer al poder del Rey Hechicero por superar nuestras expectativas."

Nadie presente expresó ninguna objeción. En medio del silencio, Caspond habló de nuevo, como si fuera su representante.

"Esta ciudad se salvó de la conquista gracias al poder del Rey Hechicero."

Hubo un sonido muy audible de dientes rechinando y Caspond miró preocupado a Gustav.

"Después de esto, tendré que agradecerle en nombre del Reino Santo. Cuando llegue el momento, espero que todos estén presentes... en cualquier caso, poder recurrir al poder del Rey Hechicero y lograr la victoria es una ocasión feliz."

"No olvides que hicimos nuestro mejor esfuerzo también."

Las palabras de Remedios parecieron congelar el aire en la habitación. No, fueron dos personas las que se congelaron; Gustav y Ciriaco.

La boca de Gustav se abrió y se cerró como un koi[1]. Parecía no tener idea de cómo disculparse por el arrebato de su superiora.

"En efecto. Capitana Remedios, es un hecho que no habríamos ganado esta batalla sin la fiera resistencia que vosotros y la gente pusieron."

Caspond vio a Remedios asentir y luego continuó hablando.

"Sin embargo— también es un hecho que, sin la ayuda del Rey Hechicero, habríamos perdido y es igualmente cierto que podría haber ganado él solo. ¿Me equivoco?"

Remedios se quitó el casco ferozmente y lo tiró contra la pared, haciendo un fuerte ruido.

"Su Alteza. ¡¿Ha pasado algo?!"

La puerta de la habitación se abrió de golpe y los paladines que estaban de guardia se precipitaron.

"No ha pasado nada. Seguid esperando afuera."

Los ojos de los paladines iban y venían entre el casco de Remedios y la expresión de su cara y se dieron cuenta de lo que había pasado. Después de indicar que entendieron, salieron silenciosamente de la habitación.

"Capitana Custodio, por favor no se preocupe. Te pido que estés tranquila."

"¡¿Cómo quieres que esté tranquila?! ¡Toda la gente que he visto en el camino solo alaba al Rey Hechicero! ¡Es como si hubiera ganado todo por sí mismo! ¿Acaso no apareció sólo a mitad de la batalla? ¿Cuántas personas murieron antes de ganar? ¡Esa fue una victoria pagada por la vida de la gente, los paladines, los sacerdotes, hombres, mujeres, ancianos y niños!"

Remedios miró a Caspond.

"¡No es cierto que él haya ganado solo!"

"Capitana..." suspiró Gustav.

Gustav ya no podía ocultar su miedo por la forma en que Remedios estaba actuando frente al Príncipe. Remedios nunca había sido alguien que pensaba demasiado, pero, al menos, era lo suficientemente inteligente como para saber quién era su superior. Sin embargo, ahora, las cosas eran diferentes — parecía una bestia enloquecida por el dolor.

"¡Ese bastardo volaba por el cielo cuando todo terminó para presumir! ¿Acaso la guerra es un juego para ese canalla?"

"...Capitana Custodio, parece que presenciar la muerte de tantos hombres la ha perturbado. ¿Le gustaría tomar un descanso?"

En respuesta a la pregunta madura de Caspond, Gustav le lanzó al hombre una mirada agradecida.

"Antes de eso, hay una cosa en la que he estado pensando. Estoy segura de que Jaldabaoth y el Rey Hechicero están confabulados."

Las tres personas que no eran Remedios se miraron entre sí.

"¿Tiene un solo hecho para respaldar eso, Capitana?"

Ciriaco miró fríamente a Remedios. Si uno miraba con calma lo que había hecho hasta ahora, Remedios lo decía claramente porque odiaba al Rey Hechicero y quería desprestigiarlo. Ahora claramente no era el momento de dejar que las preferencias personales dictaran las decisiones.

"¿Acaso no es el único que se beneficia de esto? Tanto los semi-humanos como la gente del Reino Santo están muertos. ¡Él— el Reino Hechicero está desgastando nuestro poder militar para algún día tomar el control de la nación y las colinas! ¡Por eso vino aquí!"

"…Ya veo. Eso ciertamente tiene sentido desde la perspectiva del beneficio. ¿Qué pensáis los dos?"

Gustav frunció el ceño al responder la pregunta de Caspond.

"El Rey Hechicero vino aquí porque se lo pedimos. Además, ¿no fue la sugerencia de la Capitana que pelearan?"

"…De hecho, lo fue. Esa zorra enmascarada de Blue Rose está también con el enemigo. Si no fuera por lo que ella dijo, nunca hubiéramos ido al Reino Hechicero. Si no fuera por esa sugerencia, habríamos ido al Imperio o a la Teocracia. Y quién sabe, podría haber venido de todas formas, aunque no dijéramos nada."

"Haaaaah" Caspond suspiró profundamente.

"Capitana Custodio, tu lógica no ha sido más que un resentimiento personal desde el principio. Simplemente estás tergiversando los hechos para que coincidan con lo que estás diciendo. Recuerdo que el Rey Hechicero exigió tomar bajo su custodia a las doncellas demonio, ¿me equivoco?"

"…Por favor, perdóneme por decir estas cosas que son impropias de un sacerdote. Escuché que esas doncellas demonio son bastante poderosas. En ese caso, puedo entender por qué el Rey Hechicero querría obtenerlas. Los demonios no necesitan comer ni beber y no tienen una esperanza de vida máxima. Ser capaz de dominar a un demonio tan poderoso podría ser mejor que ganar un ejército."

"En ese caso, significaría que el Rey Hechicero está ayudando a nuestra nación porque sintió que había suficiente valor en ellas. Es solo sentido común para un rey que gobierna una nación."

"¡¡Aun así, nadie ha visto a esas doncellas demonio antes!! ¡¿Verdad?!"

Mientras Remedios gritaba como si estuviese loca, Caspond la miraba como si fuera una niña lamentable y triste.

"Capitana Custodio. Me gustaría hablar razonablemente contigo y no hablar con impulsos... pero parece que estás cansada. Ve a descansar, es una orden."

Remedios, avergonzada, todavía parecía querer gritar algo más, pero Caspond estaba un paso por delante de ella y siguió hablando.

"Ve a consolar a los hombres heridos. Eso también es parte de sus deberes como comandante de campo, ¿me equivoco?"

"Entendido..."

Remedios recogió su casco y salió de la habitación.

No había forma de describir cómo el aire de la habitación se relajó después de eso. Era como la sensación de fatiga que tendría después de una tormenta y todas las piezas habían sido recogidas, mezcladas con una sensación de alivio por el hecho de que habían logrado sobrevivir.

Sin embargo, un hombre tenía asuntos pendientes.

"Su Alteza. ¡Me disculpo sinceramente por las acciones de la capitana Custodio!"

Caspond sonrió amargamente a Gustav cuando este último inclinó la cabeza.

"Tú también lo pasaste mal. Sin embargo, ¿podrías considerar el futuro? Sinceramente, no tengo ni idea de lo que va a ser de este país después de esta guerra. Si tan solo pudiéramos encontrar a mi hermana, la Reina Santa... ¿qué le pasó a ella en la batalla de Kalinsha? ¿Has oído algo de la capitana Custodio?"

Gustav era el asistente personal de Remedios. Por lo tanto, habría estado presente cuando Remedios se lo contó a Caspond.

El hecho de que él lo supiera, pero preguntaba de nuevo, demostraba una cosa: el príncipe sospechaba que Remedios podría estar mintiéndole.

"…Mi Príncipe, la capitana Custodio me dijo lo mismo que le dijo a Su Alteza cuando nos conocimos por primera vez."

Ella había sido enviada volando por una onda de choque y cuando volvió en sí, la Reina Santa y su hermana — Kelart Custodio — no estaban por ningún lado. Aunque los cadáveres de paladines, aventureros y sacerdotes estaban esparcidos por todas partes, los cuerpos de esas dos no se encontraban por ninguna parte.

"¿De veras? Tal vez me estaba preocupando demasiado... La capitana Custodio no parece ser de las personas que dicen una cosa y luego quieren decir otra. Sería mejor si hubieran sido capturadas por él. En cambio, si han sido asesinadas... el asunto de la sucesión se volverá muy complicado..."

Sobresaltado, Ciriaco le hizo una pregunta.

"Caspond-sama, ¿está cansado de la posición de Rey Santo?"

"¿Me estás halagando? En realidad, ese podría ser el caso si mi hermana hubiera fallecido de un accidente en circunstancias normales. Sin embargo, las cosas son diferentes ahora. El norte está cansado y el sur está listo para luchar. En ese caso, es muy probable que el sur apoye a alguien para ser el Rey Santo. Hablando con franqueza, es muy probable que uno de los grandes nobles del Sur termine como el Rey Santo."

"¡¿Qué?!"

Caspond sonrió al mirar el rostro conmocionado de Ciriaco.

"No creo que eso sea algo tan impactante... en ese caso, con respecto a lo que el vice-capitán Montagnés dijo anteriormente, si las cosas van bien, lo primero que los nobles sureños harán, es pedir que la capitana Custodio asuma la responsabilidad de todo el asunto y sea puesta bajo arresto domiciliario."

"¿Por qué harían eso?"

"Entonces le preguntaré, vice-capitán Montagnés, ¿por qué no harían eso? ¿Acaso no sería ese el mejor desenlace para un paladín que no protegió a su majestad? Y esa no es la única razón tampoco. Ella puede vencer a un ejército sola. En ese caso, seguramente, privar a tu enemigo de sus colmillos es una táctica básica en la guerra, ¿estoy equivocado?"

"¿El enemigo? ¿Quién es el enemigo?"

"Los nobles del sur son el enemigo. En otras palabras, la facción de la Reina Santa. Remedios Custodio era confidente de la Reina Santa. Seguramente los paladines que lidera también serían vistos como enemigos, ¿me equivoco?"

"En ese caso, ¿qué hay de los sacerdotes que dirigió Kelart Custodio-sama?"

"Si bien hay sacerdotes que escalaron las filas gracias a sus conexiones con los nobles del sur... ¿no crees que ese sería el caso también? La magia divina es indispensable en la vida cotidiana. Si bien siento que alguien sabe lo estúpido que es poner a alguien incompetente en un alto cargo, a veces las personas hacen cosas que otros pueden describir como tontas."

"Mi Príncipe... ¿qué deberíamos hacer?"

"Vice-capitán Montagnés, ¿qué quiere decir con eso? ¿Quieres evitar que sea puesta bajo arresto domiciliario? ¿O quieres evitar que los paladines se involucren?"

"Quiero decir, ¿qué deberíamos hacer para lograr un futuro mejor para el Reino Santo?"

"Necesitamos encontrar a mi hermana. Entonces, necesitamos un logro que todas las personas aceptarían, como haber salvado a la nación. Por ejemplo, expulsando al enemigo sin tener que recurrir a las fuerzas del Sur."

"Eso es imposible... no podemos ganar sin el poder del Rey Hechicero."

Caspond miró a Gustav, que estaba confesando sus dificultades y se encogió de hombros.

"Aun así, eso tiene que hacerse. De lo contrario, no habrá forma de detener la presión del Sur después de que ganemos. Hm, sí, o podríamos dañar el sur tanto como el norte. Todo lo que importa es que el equilibrio de poder se preserve al final." —Caspond miró hacia el techo— "Si hubiéramos hecho un trato con el Sur antes... Ella era demasiado amable por su propio bien. Y entiendo cómo todo esto podría haber molestado a la Capitana Custodio. Después de todo, el único que se mostró bien en esta batalla, fue el Rey Hechicero. Si las cosas van mal, el Rey Hechicero podría terminar convirtiéndose en el Rey Santo también, ¿estoy equivocado?"

Los otros dos sintieron que era imposible, pero ninguno de ellos podía negarlo.

"En ese caso, debemos comenzar a pensar en nuestros planes a partir de ahora. Aunque me gustaría que la Capitana Custodio esté aquí, ¿desobedecerá una orden directa?"

"…Siento que estará bien siempre y cuando esté de acuerdo con la justicia de este país."

"Ya veo... he estado pensando en cómo liberar los campos de prisioneros. La razón para eso es..."

Caspond comenzó a explicar.

Aproximadamente 100.000 semi-humanos habían atacado a la nación.

Como no habían oído hablar de ningún movimiento de los semi-humanos que se enfrentaran a las fuerzas del Sur, estimaron que, los 40.000 semi-humanos que los habían atacado esta vez, eran una gran parte de las fuerzas asignadas para administrar los campos de prisioneros en el norte.

"Estoy de acuerdo con su opinión. Al atacar los campos de prisioneros desprotegidos como están ahora, podemos destruirlos poco a poco e incrementar nuestras propias fuerzas al mismo tiempo. Podríamos matar dos pájaros de un tiro."

"Vice-capitán Montagnés, me alegra oír que lo aprueba. ¿Qué hay de ti, sacerdote Naranjo?"

Ciriaco también estuvo de acuerdo con la sugerencia de Caspond.

"El Rey Hechicero está en esta ciudad. Como puede mantenernos a salvo, me gustaría que los paladines ataquen los campos de prisioneros... ¿puedes hacer eso? Además, una cosa más. Me gustaría que la Capitana Remedios se quede aquí mientras lanza el ataque. Hazle pensar que ella está a cargo de ser mi guardaespaldas."

"¡Muchas gracias, Mi Príncipe!"

"…No creo haber dicho nada por lo que deba agradecerme, vice-capitán Montagnés." —dijo Caspond mientras la sonrisa desaparecía de su rostro— "…La ausencia de la paladín más fuerte del país, significa que, si hay alguien como el Gran Rey Buser en el campo de prisioneros que están atacando, todos podrían ser aniquilados, ¿me equivoco?"

"¿Podemos decidir qué campo atacar?"

"Desde luego. Lo dejo en tus manos. No hay necesidad de forzarse a atacar un campamento grande que es más peligroso."

"Entendido. En ese caso, siento que deberíamos irnos ahora mismo."

"Vice-capitán Montagnés, ¿pueden ir con vosotros algunos de nuestros sacerdotes aptos para la batalla?"

"Por supuesto. Entonces, saldremos en un par de días."

♦  ♦  ♦

Ainz usó「Teletransportación Mayor」para llegar a su destino, que era la cabaña de madera en la superficie de Nazarick. Aunque no sabía cuánto tiempo lo habían estado esperando, Albedo, Demiurge y Lupusregina ya estaban allí.

Albedo y Demiurge habían sido convocados por Ainz, mientras que Lupusregina debería haber estado de servicio en la cabaña.

Como Lupusregina estaba a cargo de todos los asuntos relacionados con villa Carne, debería haber sido excusada de la lista de tareas de la cabaña de madera, pero eso no estaba escrito en piedra.

Quizás alguien más podría haber estado de servicio, pero no habían podido venir, por lo que Lupusregina se había apresurado en venir. Si ese fuera el caso, sería genial. Después de todo, eso implicaría que, incluso si hubiera una falta de mano de obra después de completar una misión, había un sistema para intercambiar inmediatamente con alguien más para compensar el déficit.

Aun así, espera.

Mientras que las Pléyades tenían habilidades de profesión completamente diferentes, sus habilidades de limpieza eran todas iguales. Solo tenía sentido que pudieran turnarse entre sí, cuando eran ámbitos profesionales.

Sin embargo, en contraste con eso, también había personal que era difícil de usar. Comenzando con los guardianes de piso y la supervisora de los guardianes, había algunos NPCs con habilidades altamente especializadas que podrían necesitar que alguien se hiciera cargo de ellos por una razón u otra. Además, Ainz también había estado trabajando duro para establecer un sistema de vacaciones.

Después de todo, dejar que Actor de Pandora sustituya a todos también es peligroso.

Para tomar un caso extremo, ¿qué pasaría si Ainz no estuviera cerca? Por ejemplo, si fuese encarcelado, o si fuera encantado, o alguna otra cosa. Si bien no creía que todo se derrumbaría sin que él tomara decisiones, tenía la sensación de que Albedo y Demiurge dirían "Ainz-sama nunca dejaría que eso le pasara a él" con la misma voz y, por lo tanto, no pensarían en tales posibilidades.

Necesito evaluar seriamente la necesidad de esto y rápidamente.

En un tono grave, Ainz ordenó a las tres personas que se inclinaban ante él que levantaran la cabeza.

"Ha pasado tiempo, Demiurge."

"¡Sí!"

Lo cierto es que Ainz tenía dolores de cabeza sobre los asuntos del Reino Santo todos los días y también pensaba en Demiurge a diario, así que, en realidad, no se sentía así. Sin embargo, había pasado mucho tiempo desde la última vez que se habían visto en persona.

"Ahora bien, probablemente tengáis preguntas sobre mis acciones. Aunque me gustaría responderos, hacerlo en este lugar no es del todo apropiado. Vamos a movernos a otro lugar."

Ainz entró primero en la cabaña.

Podría haber tomado un atajo aquí porque había un Portal Espejo instalado, pero no lo usó hoy.

Había una mesa en el centro de la habitación y había dos sillas a cada lado. Ainz tomó el asiento de honor sin dudarlo, como si estuviera acostumbrado. Ya había experimentado muchas cosas problemáticas que habían sucedido por haberse negado a sentarse allí. Aunque una vez había tenido que pensar qué asiento ocuparía antes de sentarse en él, ahora había llegado al punto en que inconscientemente tomaría su lugar.

Mientras se acercaba a la silla, Lupusregina, inmediatamente se la acomodó para que él pudiera sentarse.

Lo cierto es que opinaba que él mismo debía tirar de la silla. Sin embargo, sus observaciones de Jircniv le hicieron comprender que era muy importante para un gobernante dejar que sus subordinados trabajaran. Aun así, dejar que se encargasen de tareas tan triviales como esta, le daba a Ainz el plebeyo algunos problemas.

Después de sentarse en su silla, Albedo y Demiurge no se sentaron, sino que se arrodillaron en el suelo. Detrás de ellos, Lupusregina también cayó de rodillas.

"—Os permito a los dos tomar asiento."

Los dos guardianes se negaron cortésmente al unísono. Ainz concedió una vez más su permiso a los dos guardianes, con lo cual, finalmente se sentaron frente a Ainz después de expresarle su gratitud sobreabundante. Lupusregina, por otro lado, estaba de pie detrás de ellos dos.

Esto lleva tanto tiempo y es una pérdida de tiempo. ¿No podría ser más simple como en aquel entonces... ugh?

"Entonces continuemos nuestro tema anterior. Aunque dije que no había nadie que necesitara ser salvado, rescaté a la gente del Reino Santo, no obstante. Estoy seguro de que tenéis sus preguntas sobre eso, ¿verdad?"

"No. en absoluto."

¿Er... p-por qué?

Demiurge negó con la cabeza suavemente, como si no pudiera resistir el impulso de suspirar de admiración.

"Todo lo que hace es correcto, Ainz-sama. Siento que la razón por la que actuó así fue porque vio un valor que yo no podía imaginar."

"Eso es correcto. Si siente que es necesario hacerlo, entonces debe ser correcto, Ainz-sama."

—¿Eh?

Las palabras de Albedo congelaron la expresión de Ainz en su rostro. Pero, por supuesto, Ainz no tenía expresiones faciales.

La forma en que los dos guardianes — que también eran los guardianes más sabios de Nazarick — asintieron al unísono ante él, lo llenó de varios sabores de terror y ansiedad.

"Espera espera… En efecto... sí, es verdad." —Ainz empezó a entrar en pánico. La conversación había recorrido un camino que era ligeramente diferente de lo que había previsto, por lo que se había confundido y no podía pensar claramente en lo que quería decir. Sin embargo...— "De hecho, en circunstancias normales, habría actuado como lo habías imaginado."

¿Eh? Ainz estaba un poco desconcertado por cómo el tema comenzaba a desviarse. Por supuesto. Había estado luchando por juntar algunas palabras y tirarlas con la mano, pero, aun así, los dos asentían vigorosamente y Ainz lo encontró un poco extraño. Sin embargo, continuó orando por un milagro de último momento mientras continuaba.

"Pero, er, pero. Esta vez fue un poco diferente. No hice esto porque estuviera planeando algo" —Habiendo encontrado una manera de enmendar sus palabras, Ainz continuó entusiasmado— "Esta vez, deliberadamente introduje un defecto en el plan."

"¿Cuál sería la razón para eso, Ainz-sama?"

Ainz se apoyó lentamente en el respaldo de la silla con un "Hmm". Luego adoptó una postura largamente entrenada que era propia de un rey, era la postura que un maestro debería tener y luego habló.

"Demiurge, Albedo, vosotros dos siempre habéis sido más inteligentes que yo."

"¡Noo—"

Ainz levantó la mano para evitar que los dos hablaran.

"Solo digo que siempre me he sentido así. En ese caso, ¿qué pasaría si algo inesperado ocurriera durante las partes del evento descrito en un plan? Si todo procediera según lo planeado, entonces, todo sería perfecto y terminaría de maravilla."

Dicho eso, tu plan era realmente exagerado. —Ainz refunfuñó en su corazón— Me diste todos los detalles en tu libro de jugadas y tuve la sensación de que lo arruinaría todo.

"Por lo tanto, una pregunta repentinamente vino a mi mente, Demiurge. Una mente táctica perfecta no solo puede funcionar cuando todo va por buen camino; también debe ser utilizable cuando la situación cambia drásticamente o cuando se aparta de las expectativas. Es decir, quería saber si tu adaptabilidad era igual de buena."

"Ya veo, ¡Así que se trataba de eso!"

¡¿Eh—?! ¡¿Ya lo ha entendido?! ¡Y parece que ya también lo entiende todo!

Ainz resistió la tentación de protestar, debido a la sobrenatural velocidad de procesamiento de Demiurge, diciendo algo así como "Sí ya eres tan inteligente... ¡¿Por qué crees que yo soy más inteligente?! ¡¿Es esta una nueva forma de intimidarme?!".

"Como se esperaba de— Ah... eres tan impresionante como esperaba, Demiurge."

"¡Muchas gracias, Ainz-sama!"

"Aun así, yo, ah, me disculpo, porque debiste sentir que te estaba probando..."

"Por supuesto que no, Ainz-sama. Para mí, el hecho de que desee evaluar mis habilidades, es un honor que no conoce igual. ¡Seguramente mostraré resultados que coincidan con sus expectativas, Ainz-sama!"

"Umu. Te lo dejo a ti, Demiurge. En ese caso, durante el curso de nuestras actividades en el Reino Santo, causaré problemas según sea necesario y tú enmendarás el plan en respuesta. ¿Lo comprendes?"

"¡Sí! ¡Entendido!"

¡Looo he logrado...! Ainz se regocijó en su corazón. Estaba tan feliz que la emoción fue reprimida.

Aun así, la excitación aún permanecía dentro de él.

Muy bien, muy bien. De esta manera, incluso si me equivoco, ¡puedo decir que lo estaba haciendo a propósito! No, por supuesto, tengo que tener cuidado de no arruinar las cosas en circunstancias normales. Si hubiera sabido que esto era posible, debería haber dicho algo así hace mucho tiempo.

Si bien no tenía la mala costumbre de regodearse cuando el plan de un subordinado salía mal, era posible que, accidentalmente, pudiera hacer algo para que se preocupara. De esta forma, no tendrían que adivinar si tenía alguna intención en mente, sino pasar a revisar el plan según fuera necesario. Ainz sintió la sensación de felicidad que le brindaba el quitarse un peso de encima de los hombros.

"…Su sirviente entiende sus preocupaciones, Ainz-sama. Entonces, ¿eso significa que evaluará simultáneamente las habilidades de cada guardián de piso y de área también?"

Al escuchar la pregunta de Albedo, Ainz se sorprendió por un momento y pensó ¿A qué se refiere? Sin embargo...

"No hay necesidad de precipitarse. Lo estoy haciendo por Demiurge porque debe trabajar fuera de Nazarick por períodos prolongados. En cuanto a los demás, los probaré cuando sea necesario."

"Ya veo."

"Umu. Ahora, en cuanto al siguiente tema... el plan inicial era llevar a la gente del Rey Santo que estaba cautivada conmigo y proceder a la parte oriental del Reino Santo, a las Colinas de Abelión donde vivían los semi-humanos. Sin embargo, voy a modificar esta parte del plan. Iré allí primero. A partir de ahí, quiero que comencéis a difundir noticias sobre mi muerte."

Parecía que el tiempo se había detenido por un momento. Y entonces...

"¿Eh...? ¡¿Qué está diciendo, Ainz-sama?! ¡¿Cómo podríamos anunciar la muerte de un Supremo, Ainz-sama?!"

Esa protesta vino de Albedo. Esta podría haber sido la primera vez que había visto la expresión de Albedo desmoronarse así. Al menos, la expresión de su rostro lo hizo sentir de esa manera. Pero antes de que Ainz pudiera explicarle sus verdaderas intenciones a Albedo, Demiurge tomó el turno para hablar.

"Albedo. Dado que Ainz-sama ha declarado esto, debe tener en mente un objetivo que no podemos imaginar. ¿No crees que rechazarlo con bases emocionales es inapropiado?"

"Demiurge. Me pregunto de dónde viene tu calma. ¿Podrías reaccionar de la misma manera si te dieran noticias como esas acerca de Ulbert Alain Odle…               -sama? ¿O acaso...?"

"Fufu~… Albedo. ¿Podrías decirme qué intentas decir con eso? ¿Acaso hay algo más que estés intentando decir?"

Los dos guardianes dirigieron miradas una tan fría y la otra ardiente y una extraña atmósfera empezó a gestarse entre los dos. Esta sensación de asfixia era exactamente como la que había sentido cuando luchó contra Shalltear. Tal vez era miedo o tensión, pero, incluso Lupusregina estaba empezando a jadear pesadamente.

Overlord, Falsa Muerte de Ainz

"—¡Suficiente!"

El estado de ánimo peligroso en el aire desapareció instantáneamente cuando Ainz ordenó. El cambio repentino hizo que Ainz se preguntara si todo lo que acababa de suceder había sido una ilusión. Sin embargo, la respiración dificultosa de Lupusregina demostró que no había sido una ilusión.

"Calmaos los dos. Esta es la razón por la cual debo fingir mi muerte. Hay una actividad llamada simulacro de desastre. Debemos prepararnos mentalmente y planificar de antemano en caso de una emergencia. En ese caso, ¿qué haríais si yo muriera? Empezaré contigo, Albedo. Dime lo que tienes en mente."

"¡Sí! ¡Inmediatamente sometería a la persona que se atreviera a faltarle el respeto a todo el sufrimiento de este mundo y luego me prepararía para resucitaros, Ainz-sama!"

"Ya veo. Tu turno, Demiurge."

"¡Sí! Mientras me preparara para su resurrección, fortalecería las defensas de Nazarick y luego obtendría información sobre la persona que se atrevió a ofenderle."

Albedo miró a Demiurge por el rabillo del ojo.

"Meramente reunir información es muy laxo. Independientemente de quién se atreva a ofender al Supremo, deben ser capturados con todas las fuerzas que Nazarick puede ejercer y luego ser atormentados hasta el punto en que su ego se descomponga."

"Albedo, siento que lo que dices es muy sensato. Sin embargo, el enemigo es alguien que puede matar a Ainz-sama. Por lo tanto, no podemos ser descuidados. Aprender los movimientos y fortalezas del enemigo es vital. Si el enemigo es más fuerte de lo que podemos imaginar, entonces, el lugar en el que resucitaremos a Ainz-sama será muy importante."

Antes de que la expresión de Albedo se volviera aún más sombría, Ainz golpeó su bastón en el suelo. El duro impacto fue como derramar un balde de agua helada sobre los dos y sus caras recuperaron la calma de inmediato.

"No dije que fui asesinado por alguien. Si las cosas van mal... no es imposible que termine muriendo naturalmente por alguna circunstancia imprevista."

Lo cierto es que no podía pensar en ninguna causa natural por la que pudiese morir, por lo que estaba usando términos tan vagos.

"Sin embargo, parece que incluso las dos personas que considero las más inteligentes de todas tienen opiniones diferentes. Eso me angustia. Es por eso que debemos llevar a cabo esta capacitación, para que no haya problemas si este escenario desafortunado llega a ocurrir."

Los dos inclinaron la cabeza.

"Por supuesto, no soy el único al que le podría pasar algo así. Demiurge, como comandante defensivo de Nazarick durante un momento de ataque, si ocurre una situación inesperada y eres derrotado, ¿Nazarick podría seguir funcionando normalmente?"

"¡Sí! He hecho preparativos minuciosos respecto a eso. Recuerdo haber enviado un informe sobre eso en el pasado, Ainz- sama."

Eh, ¿recibí algo así? Ainz decidió que sería mejor confiar en la memoria de Demiurge que en la suya.

"Umu. Aun así, eso solo está en la documentación, ¿no es así? La razón por la que estoy preguntando es porque me gustaría saber si se ha comprobado para ver si se pueden continuar las operaciones normales."

"¡Me disculpo sinceramente! ¡No ha sido llevado a cabo!"

Demiurge inclinó la cabeza, su rostro parecía una máscara de profundo arrepentimiento y su voz estaba temblorosa.

"¡Mis más sinceras disculpas, Ainz-sama! ¡Fui totalmente tonta por firmar ese documento, pero no hacer esa sugerencia!"

Albedo tenía la misma expresión en su rostro que Demiurge mientras inclinaba la cabeza.

Ainz estaba lleno de un tremendo sentimiento de culpa. ¿De quién era la culpa? La respuesta fue, que era suya. Si Ainz hubiera sido más confiable, los dos no tendrían que disculparse de esta manera. ¿No era él un jefe despreciable?

"—No hay necesidad de que los dos os disculpéis. Fue mi culpa por no explicar adecuadamente las cosas. Yo fui quien no se dio cuenta de que no se había realizado ninguna prueba de este tipo antes. El error es mío" —Ainz inclinó la cabeza hasta que su frente tocó el escritorio— "Todo esto se debió a mi inutilidad y busco el perdón de todos."

"¡¿Qué?! ¡Ainz-sama!"

"¡Por favor, no haga eso!"

Los dos intentaron detener a Ainz apresuradamente. Sin embargo, Ainz no levantó la cabeza. Estaba demasiado avergonzado para mostrarles su rostro, porque sabía que era tan superficial que ni siquiera podía hablar cuando se disculpaba.

"¡Lu-Lupusregina! ¡Date prisa y levanta la cabeza de Ainz-sama!"

"¡Eh! ¡¿Yo?! Por favor, por favor, perdónenme, ¡no me atrevería a levantar la cabeza de Ainz-sama por la fuerza!"

"¡Por favor, levante su cabeza!"

Fue solo después de que los tres —Demiurge en particular— empezaron a mirar, especialmente nerviosos, que Ainz alzó la vista rápidamente. Después de eso, escuchó suspiros de alivio de los tres.

"…Estoy agradecido de que hayáis aceptado mi disculpa. Ahora bien, cuando llegue a Las Colinas Abelión, usaremos mi muerte como base para un ejercicio. Sí. Dado que esta es una oportunidad única, ¿por qué no realizamos otros simulacros también? Por ejemplo, si Demiurge y yo fuéramos asesinados por alguien, ese tipo de cosas..."

En este punto, Ainz empezó a sentirse incómodo con sus propias sugerencias.

"Dicho esto, ni siquiera yo he planificado completamente los detalles de esta formación. Por lo tanto, si se os ocurre un plan aún mejor, entonces, hacedlo. Ahh, no hay necesidad de pedir mi permiso. Después de todo, este es un ejercicio basado en la premisa de que estoy muerto."

Los dos sonrieron amargamente.

"Ainz-sama, tener que considerarlo muerto desde el comienzo de la fase de planificación del ejercicio es un poco..."

"Es como dice Demiurge, Ainz-sama."

Jajajajaja, la risa de tres personas resonó a través de la cabaña.

Dos de ellos se estaban riendo desde el corazón, pero solo uno estaba fingiendo.

"Aun así, no es necesario que os lo tomen demasiado en serio, ¿sabéis? Después de todo, el objetivo de este ejercicio no es propagar la mala voluntad a través de Nazarick, como lo que acaba de ocurrir con vosotros dos. Sin embargo, me gustaría llevar a cabo varios tipos de entrenamiento y recopilar conocimientos en ese campo, para que cada guardián pueda cambiar de turno según sea necesario — bueno, sé que lo que he dicho no tiene sentido dados vuestros respectivos intelectos. Haced lo que creáis que se debe hacer, en la medida en que lo consideréis necesario. ¿Podéis encargaros de eso?"

Ahora que lo pensaba, Satoru Suzuki nunca había sido el tipo de persona que había llevado a cabo simulacros de desastres en serio, entonces, ¿era realmente convincente cuando alguien así les decía a otros que hicieran lo mejor? Por eso no podía olvidarse de decirles que se lo tomaran con calma.

Después de ver que los dos habían inclinado profundamente la cabeza, Ainz dijo, "Ahora bien, aunque este es un asunto diferente..."

¡Lo diré!

La razón por la que había elaborado todos estos diagramas de flujo y simulado formas de hablar con los dos guardianes, era para este fin.

"—Debéis detener todo progreso de mi estatua gigante en construcción."

"Entendido. Haremos lo que usted ordene."

La única oración de Albedo, parecía poner fin a todo el tema.

¿Eh? La actitud de Ainz pasó de desconcertada a temerosa mientras nerviosamente preguntaba qué tenía en mente.

"…¿Está eso bien? la estatua fue idea tuya, ¿no es así, Albedo?"

"¿Cómo podría alguien contradecir una decisión que el ser supremo ha hecho, Ainz-sama? Si dice que es blanco, será blanco, aunque sea negro. Eso es todo, Ainz-sama."

Ainz tragó saliva. Esa línea de pensamiento lo asustó, y él tembló.

"…No me gusta esa forma de pensar, Albedo. Eso es como abandonar todo pensamiento, e incluso yo cometeré errores en algún momento."

Sería más justo decir que "con toda seguridad", pero parecía que había estado sucediendo todo el tiempo.

"Y en ese caso, ¿no se terminará todo si me capturan? La persona que le lavó el cerebro a Shalltear todavía está por ahí, ¿sabes? Si bien no hay necesidad de cuestionar todos y cada uno de mis objetivos, si yo sugiero algo y tú piensas en algo, deberías mencionarlo."

"Lo comprendo."

Albedo y Demiurge se miraron brevemente con ojos entrecerrados.

"Entonces, ¿puedo preguntar por qué quiere detener la construcción? ¿El objetivo de esa estatua no era dejar que el mundo entienda mejor su gloria, Ainz-sama?"

"Umu." —Ainz rio en su corazón— "Mi grandeza no es algo que solo pueda expresarse a través de objetos materiales."

Recordó que esta línea había recibido la aprobación de Neia.

—¡Es perfecta!

"¿No sería mejor enseñarles objetos materiales? Los tontos, como dicen, son aquellos que solo pueden entender lo que ven ante sus ojos."

Las palabras de Albedo congelaron a Ainz en su lugar. Era como si un pitcher lanzara una bola a un bateador, pero en lugar de que lo golpearan, el bateador atrapaba la bola y era golpeada con toda su fuerza.

"…Ya veo. Tienes razón, Albedo, pero—"

Cuando Ainz agradeció a su voz por no temblar, luchó por poner a trabajar su cerebro y luego se dio por vencido cuando nada le vino a la mente. Mientras casi doblaba sus hombros, no podía permitir que su imagen como gobernante se derrumbara ante sus subordinados.

"—No olvídalo. Estoy seguro de que Albedo puede detectar al menos cinco de los defectos que he detectado y los méritos son mayores que ellos. En ese caso, no hay nada más que decir."

"C-Cinco, ¿cinco defectos? …Demiurge, necesito hablar de algo más tarde. ¿Puedo tomar prestado tu intelecto por un tiempo?" dijo Albedo.

"Por supuesto. Yo, no esperaba nada menos de usted, Ainz-sama, incluso si usted afirma que nuestras mentes son superiores... en realidad, es usted demasiado humilde."

Los dos empezaron a ponerse nerviosos y Albedo inclinó la cabeza profundamente.

"Yo, realmente lo siento, Ainz-sama. Si bien mi plan para construir su estatua ya recibió su aprobación, permítame suspender temporalmente la construcción. Me disculpo sinceramente."

"Hm, mm. Bueno, no se puede evitar entonces... Procede, Albedo."

Ainz simplemente había lanzado un comentario improvisado, pero Albedo y Demiurge parecían anormalmente sacudidos por eso. Incluso pudo escuchar a Lupusregina susurrar "increíble…" desde atrás.

Ainz desvió la mirada, sintiéndose culpable porque los había confundido al decir tonterías. Sin embargo, estaba contento de que el plan para construir la estatua gigante sería brevemente detenido.

A continuación, tengo que hacer algo sobre los cuatro festivales con mi nombre, como El Gran Día de Acción de Gracias del Rey Hechicero, el Cumpleaños del Rey Hechicero, etc. Si el Gran Día de Acción de Gracias del Rey Hechicero se cancelase porque la estatua también ha sido cancelada, ¡eso solo me dejaría tres de ellos! Además, si fueran festivales normales, ¡supongo que no tendría que cancelarlos!

En realidad, Ainz, una vez fingió inocencia y sugirió un plan para organizar festivales. Sin embargo, eso condujo a la formación de un comité de fiestas extraño y vergonzoso. Ainz suspiró largo y fuerte en su corazón y luego miró a Demiurge.

"Bien, eso deja los detalles que necesito discutir con Demiurge. Después de esto, usarás al demonio que invocaste, es decir, Jaldabaoth y atacarás esa ciudad, ¿verdad?"

"Sí. De hecho, así será."

"Por lo tanto... Tengo un par de solicitudes. La primera se refiere a un proyecto personal que estoy llevando a cabo y que no va muy bien, para el cual necesitaré tu ayuda. Ah, no te preocupes, no hay necesidad de ser demasiado llamativo con eso. Y la segunda cosa es, ¿puedes ordenarle a ese demonio que pelee una batalla seria conmigo?"

♦  ♦  ♦

Neia cerró en silencio la puerta de la habitación del Rey Hechicero y se giró sobre sus talones. Y entonces... su cuerpo se estremeció.

Ella palmeó suavemente sus mejillas rojas y algo ardientes para forzar su cara a tensarse antes de que colapsara completamente. Una de las razones, era porque sabía que su relajado rostro hacía que otros desconfiaran, mientras que la otra razón, más importante, era porque se sentía profundamente avergonzada.

Neia no quería caminar alrededor con una mirada indecorosa en su cara. Más tarde tendrá que encontrarse con otros, así que, al menos debería estar presentable.

Más aún, Neia era la escudera del Rey Hechicero, por lo que cualquier cosa vergonzosa que hiciera, también dañaría la reputación del Rey Hechicero.

Sin embargo, solo estoy actuando como su escudera temporal, por lo que sería el Reino Santo el que se vería deshonrado…

De cualquier manera, la gente que odiaba al Rey Hechicero no pensaría así. Como dice el refrán, el odio nos ciega. O, mejor dicho, los que odian las espadas también odian a los herreros.

¡Está bien!

Neia no quería que el Rey Hechicero lamentara el hecho de que ella fuera su escudera. En otras palabras, todo lo que Neia tenía que hacer era su trabajo.

Mientras Neia se dirigía al lugar donde había acordado reunirse, pensó incesantemente en la bondad que el Rey Hechicero acababa de mostrar.

—Eso es, es así como es, qué vergüenza.

Ella había sentido un profundo pesar de parte del Rey Hechicero cuando dijo esas palabras en aquel entonces. No había forma de que pudiera haber tratado de hacerlas sonar casualmente.

… Su Majestad es realmente una persona amable...

El Rey Hechicero se había entristecido por alguien de otro país que había muerto en batalla como si hubiese sido uno de los suyos. ¿En qué parte del mundo se puede encontrar un rey así? Por supuesto, Neia no conocía a ningún otro rey, así que, quizás simplemente era un reflejo de sus sueños.

Por ejemplo, si Neia y los otros hubieran aguantado un poco más, se habrían salvado junto con Neia y ese padre que había perdido a su hijo también habría sobrevivido.

Neia no estaba descontenta de que el Rey Hechicero hubiera llegado tarde a su rescate. En primer lugar, ella estaba agradecida por el hecho de que él había venido a rescatarla, porque ya había dicho que tenía que conservar su maná para la batalla con Jaldabaoth. Además, ella había escuchado a algunos de los milicianos en la unidad de Remedios decir que él había luchado contra varios poderosos semi-humanos en la puerta este antes de que él fuera rescatar a Neia.

El Rey Hechicero había luchado contra dos semi-humanos, los cuales podían matar a un paladín de un solo ataque y a otro cuya fuerza estaba a la par con la del paladín más fuerte del Reino Santo.

El miliciano que le contaba a Neia todo esto, había tenido dificultades para ocultar su excitación mientras hablaba como si fuera una ametralladora y añadió "nos habrían matado a todos si no fuera por el Rey Hechicero".

En efecto. Neia sintió que su pecho se inflaba de orgullo.

El Rey Hechicero había ido a otras partes para ayudar a otros antes de ir a salvar a Neia.

Aunque estaba un poco decepcionada porque el Rey Hechicero no le había dado prioridad a salvarla, estaba mal sentirse así. La defensa de la muralla de la ciudad era importante, pero sería mucho peor si la puerta de la ciudad cayera. Si se hubiera abierto una brecha en la puerta y los semi-humanos lograran entrar en la ciudad, habría habido despiadadas matanzas en todas partes.

Cualquiera con sentido común habría dado mayor prioridad a proteger la puerta de la ciudad para salvar más vidas.

Las personas que actuaban de acuerdo a la lógica eran más confiables que las personas que estaban gobernadas por sus emociones.

¡Así es el Rey Hechicero!

Neia pensó en la paladín más fuerte de su país.

¡Es demasiado descortés comparar a Su Majestad con una persona como ella!

Después de eso, el Rey Hechicero también había perseguido a los pocos semi-humanos que habían entrado a la ciudad y muchas personas se habían salvado como resultado. De hecho...

"¡Ohhh! ¡Escudera-sama! ¿Le agradeciste a Su Majestad de nuestra parte?"

Parecería que Neia había llegado a su punto de encuentro mientras reflexionaba sobre lo genial que había sido el Rey Hechicero.

En cierto sector de la ciudad, seis hombres se reunieron en una calle que aún olía a campo de batalla.

Se dirigieron a Neia como si la hubieran estado esperando ansiosamente. De hecho, habían estado muy ansiosos.

"Sí, he transmitido vuestra gratitud a Su Majestad."

Varias personas inconscientemente se pusieron a la defensiva mientras Neia los miraba, pero después de escuchar sus palabras, sonrieron y le dieron las gracias.

"Ah, muchas gracias. Es difícil agradecer al rey de otra nación. Ah, aunque, es difícil agradecérselo incluso a la Reina Santa-sama."

"Es verdad, ni siquiera puedes verla, por no hablar de darle las gracias."

La gente que tenía delante de ella, tenía edades que iban de los catorce a los cuarenta años. Sin embargo, todos ellos eran líderes de escuadrón. Algunos de ellos incluso habían sido soldados profesionales alguna vez.

A juzgar por su actitud, no sentían ningún temor hacia el Rey Hechicero por ser un no-muerto.

Era cierto que algunas personas aún desconfiaban del Rey Hechicero por su naturaleza de no-muerto. Además, personas así era más común entre los pueblerinos que entre los sacerdotes o los paladines. A menudo decían que el Rey Hechicero era amable para traicionarlos en el momento oportuno y otras cosas por el estilo.

Sin embargo, Neia sintió que su reacción era porque no entendían al Rey Hechicero y simplemente actuaban con el habitual desdén por los no-muertos. La razón de ello era el grupo de personas que tenía ante sí. Había mucha gente que había cambiado su forma de pensar una vez que llegaron a conocer al Rey Hechicero.

"No, por favor, no os preocupéis. Simplemente transmití vuestra gratitud entera a Su Majestad. Ah, sí, Su Majestad dijo que su agradecimiento lo hizo muy feliz."

Los representantes de las milicias se mostraron tímidos ante esta declaración.

"¡No, no, no! Somos nosotros los que deberíamos estar felices... oh, qué deberíamos hacer..."

"Así es, Su Majestad es realmente compasivo. Estoy avergonzado de cómo solíamos temer a Su Majestad porque era un no-muerto."

"Desde luego, Su Majestad es una persona muy amable. Sin embargo, espero que no esperéis que esa buena fortuna se repita una y otra vez. Después de todo, Su Majestad dijo que había usado una gran cantidad de maná en esta batalla y, por lo tanto, no podrá volver a ayudaros la próxima vez."

Inmediatamente las caras del grupo quedaron en blanco.

"Así que, puede que no tengamos la ayuda de Su Majestad la próxima vez... esto es malo."

"Mucha gente tendrá miedo si saben que no podremos tomar prestado el poder de Su Majestad. Especialmente mi equipo."

"No eres el único. Es lo mismo que en mi lado también... no podemos contarles sobre esto."

Neia se dirigió en voz baja al grupo perturbado.

"Escuchad todos, he llegado a entender una cosa. Eso es, que la debilidad misma es un pecado."

Neia lentamente explicó a la gente que tenía miradas desconcertadas en sus caras.

"¿Lo entendéis? Si fuéramos lo suficientemente fuertes, las cosas no habrían llegado a donde están ahora. Podríamos haber salvado a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestras esposas, a nuestros amigos; podríamos haberlos salvado a todos con nuestras propias fuerzas. El Rey Hechicero dijo una vez que solo uno mismo puede comprender el valor de aquello que valoramos y es importante para nosotros. Después de todo, Su Majestad no es el rey de este país y simplemente vino a ayudarnos por una razón especial."

Neia tomó aliento.

Neia alzó la voz para que la gente que la miraba y la gente del Reino Santo que pasara escucharan sus palabras.

"…Cuando el Rey Hechicero derrote a Jaldabaoth y vuelva a su propio país, ¿qué haremos cuando los semi-humanos ataquen de nuevo? ¿Lloraremos y rogaremos al Rey Hechicero, el rey de otro país, por ayuda una vez más? Por lo que sabemos, el Rey Hechicero podría no ayudarnos la próxima vez. Eso es porque esta vez era una excepción. ¿Alguna vez habéis oído hablar del rey de un país esforzándose tanto por otra nación?"

Nadie respondió a Neia, porque tal cosa no existía en absoluto.

"Tal vez no os sintáis felices de que una chica como yo os diga esto. Pero, ¿quién más puede proteger las cosas que son importantes para vosotros aparte de vosotros mismos? Es por eso que siento que necesitamos ser más fuertes. Necesitamos ser lo suficientemente fuertes como para proteger a los demás, lo suficientemente fuertes como para no tener que depender del poder del Rey Hechicero."

"Sí, tienes razón. Es verdad. Voy a entrenarme."

"Ah, yo también. La próxima vez, seré yo quien proteja a mi esposa e hijos."

"…Yo también quiero entrenar. No quería hacerlo cuando me reclutaron por primera vez... pero ahora me siento feliz de haber sido reclutado."

"Aun así, lo que dijo el Rey Hechicero tiene mucho sentido. Solo uno mismo puede valorar las cosas que son importantes para sí... mm, cuando lo piensas, es realmente cierto."

"Entonces, si alguien más valora más a mi esposa, ¿tengo que matarlo?"

"…Yo, no lo creo, ¿cierto? No creo que el Rey Hechicero estuviese hablando de algo así, ¿verdad?"

"…Oye, solo estoy bromeando, ¿sabes?"

"No parecía una broma..."

Mientras la multitud se reía, Neia hizo una sugerencia.

"Escuchad todos, ¿os gustaría entrenar conmigo? Aunque no puedo enseñaros esgrima, sé un par de cosas sobre el tiro con arco."

La debilidad era un pecado. Eso es porque los débiles solo creaban problemas para el Rey Hechicero, que era la justicia. En ese caso, todo lo que tenían que hacer, era volverse fuertes. No se permitiría causar problemas al Rey Hechicero la próxima vez. Tenía que permitir que Su Majestad se concentrara en luchar contra Jaldabaoth. Eso era lo que ella debería hacer, como escudera.

"Ah, esa es una buena idea."

"Necesitamos ser fuertes. Protegeré a mi familia la próxima vez."

"—¿Por qué os reunís aquí? ¿Estáis discutiendo algo?"

"Ah— Capitana.

Después de ser interrogada de la nada, Neia miró hacia atrás y vio a Remedios Custodio detrás de ella. De hecho, Neia había escuchado sus pasos aproximándose, pero no había pensado que sería Remedios.

Aquí vienen los problemas, pensó Neia mientras intentaba que su cara no mostrara cómo se sentía. Los representantes de los milicianos, por otro lado, parecían estar en apuros.

"¿No puedes responder mi pregunta?"

"¡Sí, señora! Les estaba diciendo a estos caballeros que había transmitido su gratitud a Su Majestad."

"¿A él, dices?"

"…No es apropiado dirigirse al rey de otra nación como él."

Remedios miró a Neia.

"Los fuertes protegiendo a los débiles es de sentido común, ¿no es así?"

"…No sé si es de sentido común, pero creo que solo los fuertes están calificados para decir tales cosas y no los débiles."

"¡¿Qué?! ¿Estás diciendo que soy débil?"

"Sí." —respondió Neia en el acto— "En comparación con Su Majestad, usted es débil... Capitana, ¿he dicho algo malo?"

Neia miró con fuerza a Remedios.

"Hmph, no importa si quieres ser amiga del Rey Hechicero, pero él es un no-muerto, lo sabes, ¿verdad? Un monstruo que habita en un mundo diferente de los vivos."

"Sí, lo sé."

"Lo dije porque estaba preocupada por ti. Pero parece que fue en vano."

Mientras que Remedios parecía decepcionada, a Neia le pareció muy falso. Eso no era lo que realmente pensaba la paladín ante ella.

"Estoy segura de que debe estar ocupada con muchas cosas, Capitana. Y no me atrevería a quitarle su tiempo. Además, tengo cosas que contarles a los demás. ¿No sería mejor que fuera a los otros lugares donde deba estar, Capitana?"

"…Muy bien entonces. Pero escuchad esto, es natural que el Rey Hechicero os ayude. No hay necesidad de pensar mucho en ello, ¿entendido?"

Remedios se fue después de decir eso. Mientras la veían marcharse, alguien de los representantes de la milicia habló.

"¿Cómo puede decir eso...? Es increíble... y pensar que ella es la paladín más fuerte de este país..."

"Sí, ella es así."

Después de escuchar al representante decir lo que pensaba, Neia inconscientemente le respondió. Después de eso, los representantes de la milicia se cubrieron la cara con las manos. Parecería que habían sufrido un gran shock.

Aunque Neia no había hecho nada malo, todavía se sentía un poco culpable.

"Los, los paladines no son, no son todos así. Como debería decirlo... ella es un caso especial. Y ella es... bueno, su personalidad es... así."

"Debe ser difícil para usted, Escudera-sama... Me gustaría invitarla a un trago, si puede beber."

"Aprecio tu buena voluntad... uh, ¿dónde me quedé? Sí, sobre entrenar juntos. Encontraré la manera de tomar prestado un área de entrenamiento y equipo. ¿Puedo contactaros más tarde una vez que todo esté listo?"

"Dejaremos que te encargues de eso", "está bien, esperaremos", respondieron los hombres alegremente.


Notas

  1. Carpas koi o simplemente koi, conjunto informal que componen todas las coloridas variedades domésticas de carpas comunes, que fueron desarrollados por Asia por selección.

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