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Overlord vol. 12 novela ligera |
Traducción jpn-ing: NigelTraducción ing-esp: RawiCorrección: . . .
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Esta traducción es la versión 2.3 traducido por Rawi. Pronto la versión 4.0.
Overlord Volumen 12: La Paladín del Reino Santo | Parte I
Capítulo 1: El Emperador Demonio Jaldabaoth
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Parte 1
El Reino Santo de Roble era una nación que estaba ubicada en la península al suroeste del Reino Re-Estize.
Era un país altamente religioso, dirigido por una Reina Santa que podía usar magia divina y el liderazgo estaba estrechamente vinculado a las facciones de la iglesia. Dicho esto, no eran tan religiosos como la Teocracia Slane.
Además, había dos características especiales sobre la geografía del Reino Santo de Roble.
La primera, era que sus tierras estaban divididas en dos mitades de norte y sur por el mar. Por supuesto, las dos mitades no estaban completamente separadas. En lugar de eso, había una gigantesca bahía —de cuarenta kilómetros de largo y doscientos kilómetros de ancho— que hacía que su geografía pareciera una ʹUʹ horizontal.
Por lo tanto, algunas personas los llamaban los Reinos Santos del Norte y del Sur.
Luego, había otra característica.
La entrada a la península lucía una gran muralla, de más de cien kilómetros de longitud de norte a sur.
Fue construida para resistir las invasiones de las numerosas tribus semi-humanas que ocupaban las colinas al este del Reino Santo, entre ellos y la Teocracia.
Este gran muro, construido con mucho tiempo y recursos, era un testimonio silencioso de cuán agravante era la existencia de los semi-humanos para el Reino Santo.
Había una gran brecha de poder entre los semi-humanos y los humanos.
Ciertamente, había ciertos semi-humanos que eran más débiles que los humanos, como los goblins. Eso era un hecho.
Ya sea en altura, fuerza física, conocimiento o la velocidad en la que producían lanzadores de magia, eran una raza inferior a los humanos en todos los sentidos.
Aun así, incluso los goblins poseían visión nocturna y si se ocultaban cuidadosamente sus pequeños cuerpos en rincones oscuros —por ejemplo, al lanzar una emboscada nocturna en un bosque— seguramente serían enemigos problemáticos para los humanos.
Ni hace falta decir que la mayoría de los semi-humanos, tenían cuerpos más poderosos que los humanos y también había muchas razas que estaban naturalmente dotadas de una habilidad mágica. Si permitían que los semi-humanos invadan a su antojo, tendrían que pagar un precio incalculable en sangre para luchar contra ellos.
Por lo tanto, el Reino Santo eligió solidificar su defensa.
Hicieron esto para evitar que los semi-humanos pusieran un solo pie en su tierra.
Hicieron esto para hacerle saber al mundo, que esta tierra no pertenecía a los semi-humanos.
Hicieron esto para que los semi-humanos entendieran que, si se atrevían a poner un pie en su dominio, sufrirían un furioso contraataque.
♦ ♦ ♦
Sin embargo, el muro construido para ese propósito tenía algunos problemas.
Para mantenerlo funcionando a plena capacidad, tuvieron que mantener una gran cantidad de mano de obra permanente en el lugar. El liderazgo del Reino Santo había calculado una vez cuánta fuerza de combate se necesitaría para derrotar a una tribu invasora de semi-humanos. La conclusión fue, que el país colapsaría antes de que los semi-humanos los atacaran.
Aunque no tenían el lujo de reunir tropas que no se utilizarán, era necesario desplegar allí una cantidad adecuada de mano de obra.
En la historia del Reino Santo —después de la construcción del muro— la invasión más grave de sus tierras, se produjo durante una invasión que tuvo lugar en medio de la "Lluvia Larga".
Fue un ataque nocturno, lanzado por una raza llamada Srush, que poseía extremidades ventosas y unas largas venenosas lenguas que podían cruzar grandes distancias y liberar una toxina paralizante; y los miembros de su especie superiores podían incluso cambiar el color de su piel como si usaran el hechizo「Camuflaje」.
Los Srush escalaron la pared y se dirigieron al oeste.
Muchas aldeas se habían perdido gracias a ellos, y tal era la tragedia que se había desarrollado en aquel entonces que, hasta el día de hoy, todavía había rumores sobre si los Srush aún escondían dentro de las fronteras del Reino Santo.
Querían hacerse con todo el poderío para evitar que una tragedia de este tipo volviera a ocurrir, pero estacionar tropas en cada punto a lo largo de su longitud de todo el país, supondría una carga para la nación. La solución que se les ocurrió, fue construir pequeñas fortalezas a intervalos fijos a lo largo de las murallas. Estos puntos fuertes serían supervisados por diversas fortalezas gigantescas.
Estacionaron un pequeño número de tropas en estas bases, con el propósito de librar batallas prolongadas hasta el último hombre. Si se enfrentaban a un ataque enemigo, lanzarían bengalas para pedir refuerzos para pedir refuerzos a las fortalezas. Además, había compañías de soldados que dotarían de personal y patrullarían las fortalezas, sirviendo como tropas de reserva durante las emergencias, para ser desplegadas con flexibilidad según lo requiriera la situación.
Tras poner en práctica estas medidas, los semi-humanos no habían logrado penetrar de nuevo en la muralla.
Sin embargo, la diligencia de los líderes del Reino Santo en aquel entonces, se había convertido en una obsesión. Ni siquiera una línea defensiva de fortalezas tan cuidadosamente planeada podía tranquilizarlos.
De hecho, era un muro increíblemente masivo para los seres humanos. Sin embargo, no representaba ninguna amenaza para las razas que eran varias veces más altas que los humanos o que poseían la capacidad de volar. Por esas razones, incluso con fortificaciones tan robustas, no había garantía de seguridad absoluta si se tenían en cuenta las numerosas habilidades especiales de los semi-humanos.
El Rey Santo en ese momento, era un hombre prudente e incluso había preparado una estratagema para cuando la muralla fuera violada. Su solución era movilizar a toda la nación.
Por esa razón, los ciudadanos del Reino Santo fueron reclutados como una forma de servicio nacional. Mientras fueran adultos, todos los ciudadanos, hombres y mujeres, se convertirían en soldados y pasarían un tiempo necesario de entrenamiento militar, tras el cual serían asignados a tareas de centinela en la muralla. La esperanza era que se convertirían en mano de obra con la que proteger sus tierras en caso de que los semi-humanos cruzaran el muro.
Todas las residencias de cierto tamaño, también fueron fortificadas. Esto dio a los aldeanos locales suficiente poder de combate para aguantar hasta que el ejército regular pudiera llegar y permitió que dichas aldeas sirvieran como puestos de avanzada militar. Al final, las aldeas del Reino Santo estaban mucho mejor protegidas que las de otros países y también podían funcionar como bases militares.
♦ ♦ ♦
La línea de defensivas del Reino Santo estaba compuesta por tres fortalezas unidas por la muralla. Cada una de ellas protegía una de las tres únicas puertas fortificadas a lo largo de toda la muralla —que tenía más de cien kilómetros de longitud— y también funcionaban como guarniciones para enviar tropas a las fortalezas circundantes. Si los semi-humanos invadían y se daba una orden de movilización general, se convertían en zonas de concentración donde se reunían las tropas para atacar al enemigo.
Este era uno de ellas, la fortaleza central.
Mientras el sol se ocultaba lentamente bajo el horizonte, la tierra teñida de rojo se empapaba lentamente con el color de la noche.
Un hombre de aspecto poderoso, estaba parado con un pie en las almenas, mirando hacia el terreno — en las estribaciones occidentales. Después de eso, bajó la pierna.
Era un hombre robusto con muchos músculos.
Su cuello era robusto y sus músculos torácicos estaban lo suficientemente abultados como para que uno pudiera percibirlos a través de su gruesa armadura. Sus poderosos brazos sobresalían de sus mangas remangadas. No había mejor manera de describirlo que "atlético", independientemente de la parte de él que se mirara.
Su rostro era severo, un veterano de duras condiciones y sus gruesas cejas y su bigote descuidado, hablaban de una naturaleza salvaje y agresiva. Su poderoso cuerpo y su severa apariencia, deberían haber coincidido entre sí, pero sus ojos rompieron esa tendencia.
Eran diminutos y redondos, como los de un pequeño animal y parecían casi cómicamente fuera de lugar.
Así era el hombre que ahora miraba al cielo.
El viento arrastraba las delgadas nubes a velocidades increíbles, pero, incluso si podía ver las estrellas más allá de su velo de telaraña, no producía suficiente luz estelar para iluminar la tierra.
Las fosas nasales del hombre se ensancharon y respiró profundo, oliendo el aroma de la noche a través del aire de principios de otoño, que estaba aromatizado con un toque de frío invernal. El cielo nocturno violeta se tragaba la débil luz del crepúsculo en el horizonte con una velocidad visible a simple vista.
El hombre se volvió de espaldas a las colinas y miró a los hombres que le rodeaban.
Eran guerreros veteranos que confiaban en él y que le seguían. Fue porque estaba rodeado de tales guerreros que se permitió a sí mismo un momento de relajación.
Después de todo, el trabajo del día estaba hecho y nadie podía discutirlo.
"—Oye, ¿alguien le ha preguntado al pronosticador sobre el tiempo de esta noche?"
La pregunta se hizo con una voz poderosa que hacía honor a su poderoso cuerpo. Los soldados se miraron entre sí y uno de ellos habló en nombre del grupo.
"¡Mis más sinceras disculpas! Cabo Campano, Señor, ¡parece que ninguno de nosotros ha oído el informe en cuestión!"
Este hombre —Orlando Campano— era un hombre de rango bastante bajo en la jerarquía militar del Reino Santo.
De abajo hacia arriba, las filas militares del Reino Santo pasaban de Recluta, Soldado, Soldado de Primera Clase, Cabo, Sargento, Sargento de Pelotón, etc. Por supuesto, existían diferentes rangos en diferentes unidades y estos eran simplemente los rangos para la infantería regular.
Habitualmente hablando, un simple cabo no necesitaría ser tratado como "Señor".
Sin embargo, los hombres de Orlando no lo llamaron "Señor" para burlarse de él. Su respeto por él, era evidente en su actitud y tono. Tampoco era solo ese hombre; cada soldado presente, cada uno cargando con la carga de un hábil veterano de muchas batallas, sentía lo mismo acerca de Orlando.
"¿En serio?"
Orlando se acarició lentamente su rostro sin afeitar.
"Señor, si el tiempo lo permite, ¿permitirá que este vaya y pregunte inmediatamente?"
"¿Hmm? No, no es necesario. Nuestro trabajo ha terminado. Lo que pase después, es asunto de los demás."
♦ ♦ ♦
Orlando Campano.
Era un hombre con muchos logros que, confiando solo en su habilidad de combate, se había ganado el honor de ser nombrado uno de los Nueve Colores del Reino Santo por el anterior Rey Santo.
La razón por la que un hombre así permaneció en un puesto tan humilde, surgió de dos problemas que Orlando tenía.
El primero, fue porque era de espíritu muy libre — odiaba recibir órdenes.
Y el segundo, fue porque estaba obsesionado con la habilidad de combate.
Cuando estos dos puntos se unieron, llevaron a una forma de vida que decía, "si quieres decirme lo que tengo que hacer, dame una paliza primero". Si se encontraba con un enemigo digno, le decía: "Pareces muy fuerte. ¿Qué te parece si haces de sparring conmigo?" y, entonces, lucharían hasta que uno de ellos se desmayara.
Esta personalidad suya había provocado muchos incidentes violentos que involucraban a nobles y sus superiores, por lo que ya había sido degradado más de diez veces.
No había necesidad de tener personas que no pudiera obedecer órdenes en el ejército y también eran odiados universalmente. Bajo circunstancias normales, podría haber sido encarcelado o dado de baja deshonrosamente. Sin embargo, no había tenido un destino así simplemente por su fuerza. Además, había personas que admiraba a gente como él.
Para los tipos rudos que estaban descontentos por recibir órdenes de los nobles indigentes, la manera de vivir de Orlando por la fuerza de su brazo, era nada menos que la alegría misma.
Su unidad era un escuadrón compuesto por matones de ese tipo — no, eran más bien una pandilla que un escuadrón.
Eran bastante numerosos, por lo que, llamarles compañía, no habría estado fuera de lugar. Además, sus miembros no eran iguales a Orlando, pero todos eran luchadores hábiles, lo que le llevó a asumir un puesto no oficial que sus superiores no podían tolerar, pero sobre el que no podían hacer nada.
♦ ♦ ♦
Orlando miró a su alrededor y, después de confirmar la identidad del hombre que se les acercaba, una sonrisa apareció en su cara, como la de un carnívoro a punto de asaltar a su presa.
Ese hombre parecía muy delgado en comparación con la musculosa forma de Orlando. Sin embargo, la suya no era la esbeltez de una ramita. Más bien, tenía un aspecto enjuto y acerado a su alrededor. Si uno forjaba y reforjaba a un hombre, quemando todo lo que no estaba relacionado con su función prevista, produciría una delgadez de libro de texto del tipo que él encarnaba.
Además, sus ojos angostos eran agudos, como si estuviera a punto de atacar en cualquier momento. Luego estaban sus estrechas pupilas, que no parecían propias de nadie que se dedicara a una empresa legítima. En términos corteses, era un asesino. En términos poco corteses, era un asesino en serie.
"Hablando del diablo y aquí viene. Es un placer encontrarte aquí, Night Shift-san. Encantado de verte~ "
El otro hombre no emitía ningún sonido al acercarse a ellos con pasos silenciosos. Vestía de una forma muy distinta a Orlando.
Orlando y los hombres que lo rodeaban, llevaban trajes de armadura de cuero grueso, hechos de las pieles de bestias mágicas llamados Ganado Lanca. Además de eso, llevaban pequeños escudos redondos y espadas de un solo filo — el traje estándar de las tropas superiores del Reino Santo. Por cierto, Orlando era el único que tenía dos de esas espadas en la cintura.
En contraste con eso, el otro hombre llevaba un traje de armadura de cuero ligero encantado. Había un escudo de búho cosido en su pecho derecho, mientras que el emblema del Reino Santo adornaba su izquierda.
"... Orlando. Aún no he recibido tu informe de turno. Además, ¿es esa la actitud que deberías adoptar con un superior? Eso es prácticamente insubordinación. ¿Cuántas veces tengo que recordártelo?"
"Bueno, perdóname, Sargento de Pelotón-dono."
Mientras Orlando lo saludaba descuidadamente, los hombres que estaban a cargo de él también lo saludaban. Era un saludo digno, del tipo que nunca le darían a un noble o a un mero oficial superior. Era un saludo que mostraba un verdadero respeto.
El hombre suspiró con un "haaah". Era un suspiro hecho por alguien que sabía que esto era intolerable, pero que también sabía que sermonearlo sería inútil.
Lo siento, jefe. Los viejos hábitos son difíciles de morir, como dicen.
La razón por la que Orlando saludó a este hombre, aunque a regañadientes, fue porque había derrotado a Orlando.
Me gustaría golpearte una vez antes de irme de este lugar. En tus términos. ¿No crees, Sargento de Pelotón Pavel Baraja?
Pavel Baraja, apodado como "El Vigilante Nocturno". Al igual que Orlando, era uno de los Nueve Colores. El inmenso y hermoso arco que llevaba en su espalda brillaba con la tenue luz de la magia y la aljaba que colgada en su cintura, brillaba de la misma manera. Era un arquero, tal como su apariencia lo sugería, con una reputación de precisión perfecta.
"Pienso en esto todo el tiempo, pero, trabajar de noche sí que es difícil. Los semi-humanos lo hacen bien en la oscuridad; pero, ya es muy difícil encontrar sus rastros y mucho menos luchar contra ellos."
"Por eso estamos aquí. La única forma de obtener magia y talentos comparables a los semi-humanos —sin tener en cuenta su visión— es a través del entrenamiento. Y nosotros hemos recibido ese entrenamiento."
"Sí, sí. Lo mismo ocurre con esa hija de la que estás tan orgulloso, ¿verdad?"
La cara de Pavel se crispó y Orlando se arrepintió instantáneamente de su mala elección de palabras.
Se trataba de un hombre cuya expresión permanecía inalterada incluso en medio de una fiesta de borrachera. La única excepción fue cuando surgió el tema de su hija y su esposa. Ahí había un problema fatal.
"Oh sí. Es una chica extraordinaria."
—Estaba ocurriendo. Ya había comenzado.
Pavel no prestó atención al arrepentimiento de Orlando y siguió hablando.
"Sin embargo, sinceramente no tengo ni idea de por qué quiere convertirse en paladín. Ella es una chica frágil y gentil, ciertamente no es del tipo que piensa que el poder del combate lo es todo —honestamente, en el pasado hasta se asustó de las orugas hasta las lágrimas— y aunque dije la fuerza lo es todo hace un momento, eso no se aplica a mi esposa... aunque mi esposa es un poco parecida en algunos aspectos —y es adorable porque creció como yo, no, debo decir que es una pena que haya sido así— pero realmente es pena es que no tenga ningún talento para usar espadas. Sin embargo, es hábil con el arco. Si solo pudiera afinar sus habilidades en ese aspecto, pero ella aquí queriendo ser una paladín y todo eso..."
Dejó que el serpenteante monólogo entrara por un oído y saliera por el otro, haciendo los ruidos apropiados en respuesta cuando eran necesarios, pero parece que le habían descubierto.
"Oye, ¿me estás escuchando?"
Esa pregunta era de esperar.
No, no estaba escuchando. Creo que me detuve después de la tercera vez.
Después de escuchar lo mismo unas cinco o seis veces, bajo circunstancias normales, Orlando habría respondido infelizmente "vete al infierno". Sin embargo, tomar ese tono con Pavel, sería un terrible error. Eso fue porque sabía que seguramente respondería, "Entonces te lo diré otra vez."
Solo había una respuesta correcta que podía dar.
"Por supuesto que lo hice. ¡Qué chica tan encantadora es!"
El rostro de Pavel cambió dramáticamente. Aunque fue una expresión fea y diabólica la que puso a Orlando en guardia, el hecho es que, el otro hombre, simplemente estaba avergonzado.
Si no aprovechaba la forma en que la mente de Pavel estaba saboreando la alegría de escuchar a su hija siendo alabada por otros y superar el deseo de Pavel de alabar a su hija una vez más, se hundiría en ese infierno de nuevo.
"Además— "
Solo una cosa podría triunfar sobre el tema de su hija. Eso era el trabajo.
"¿El trabajo nocturno no altera tu reloj biológico? ¿tu cuerpo no se pondrá algo raro?"
La expresión de carnicero en el rostro de Pavel, volvió a su habitual expresión de asesina.
"... ¿Cuántas veces ya has hecho esa pregunta? La respuesta es la misma de siempre; no hay nada de qué preocuparse. Aun así, ¿por qué estás tan obsesionado con esa pregunta? ¿A dónde quieres llegar realmente?"
Sabía la causa, pero aun así, este rápido cambio de actitud lo dejó sin palabras y se quedó mirando fijamente.
¿A dónde fue el tú de hace un momento? Quería decir, pero Orlando no quería volver al infierno por el que había pasado.
"... Hah. ¿Qué es lo que realmente quiero decir? Bueno, esa es una pregunta sorprendente... Estaba pensando que me causaría muchos problemas si el hombre que me dio una paliza arruinara su cuerpo y terminara teniendo que retirarse por algo trivial. Por supuesto, una vez que gane, esas cosas menores ya no importarán."
En el pasado, Orlando había sido muy arrogante cuando fue asignado a esta fortaleza por primera vez y, pensar en aquellos días le avergonzaba. Los soldados expertos se reunieron a su alrededor en señal de admiración, alimentando aún más su ego, y de alguna manera, había terminado luchando en un simulacro de batalla con Pavel.
Orlando prefería la espada —el combate cuerpo a cuerpo. En contraste, Pavel prefería el arco— el combate a distancia.
Si los dos se enfrentaban, la cuestión del rango en el enfrentamiento, sería extremadamente importante. Sin embargo, Pavel había declarado con orgullo que estaba perfectamente bien en un combate cuerpo a cuerpo.
Y entonces, Orlando había perdido.
Orlando respetaba a Pavel por esa razón. Al mismo tiempo, albergaba el deseo de ganarle la próxima vez. Esta vez, quería luchar contra Pavel en su campo de experiencia, el combate a distancia y salir vencedor allí.
"Ya veo. ¿Quieres pelear conmigo, entonces? Mientras esté en la mejor condición física, sin desventajas por mi parte."
Una sonrisa bestial cruzó el rostro de Pavel mientras dijo eso, e hizo que el pecho de Olrand se emocionara.
Oh sí, definitivamente. ¿No es eso obvio? Quiero pelear contigo. Quiero arriesgar mi vida en tu contra. Sin embargo, eso no está permitido, ¿verdad? Aun así, si es posible, me gustaría que tuviéramos una batalla en la que ambos pudiéramos morir en cualquier momento. Así es como quiero pelear contigo.
Sin embargo, Orlando permaneció en silencio. Eso fue porque sus instintos decían que no había manera de saber a dónde iría la bestia que tenía ante sus ojos. Y, de hecho, lo que Pavel dijo después, confirmó esos instintos.
"Aun así, tengo que disculparme. Tú también deberías saber por qué. Hay muy pocas personas que puedan vencerte tal y como estás ahora en un combate cuerpo a cuerpo, y yo no soy uno de ello."
Entonces, arreglemos esto con un combate a distancia. Esas palabras no salieron de la boca de Orlando. Eso fue porque sabía que solo sería un insulto para un oponente digno.
Recordó las habilidades de arco de Pavel. Todavía no estaba seguro de que pudiera evadir sus ataques y al mismo tiempo acortar la distancia.
—No, todavía no.
"Bueno, si eso es todo, es hora de hacer tu informe."
"No hay necesidad de apresurarse, jefe. Todavía no es la hora del cambio de turno, ¿verdad? Mira, la campana no ha sonado todavía."
Ciertamente, el timbre que señalaba el cambio de turno, aún no había sonado.
"Aún tienes que prepararte para el cambio de turno, ¿no? Hay cosas que hacer antes de que suene la campana. Deberías prepararte para poder cambiar en cuanto suene la campana."
" Todavía es demasiado pronto para eso, ¿verdad, jefe? Ven a hablar con nosotros un rato."
"Entonces, ¿puede este hacer un informe el segundo al mando del Sargento de Pelotón?"
La persona que hablaba, era uno de sus hombres.
"Oh, esa es una gran idea. Excelente trabajo. ¿Qué te parece, jefe?"
"... Hah. Estás siendo muy persistente hoy. Quieres decir algo, ¿verdad? Por Dios... si quieres decir algo, sal y dilo."
Pero, por supuesto, no pudo.
Aunque él había reconocido al otro hombre como alguien con quien podía hablar porque lo respetaba, Orlando era el tipo de persona que no hablaba con la gente precisamente porque los respetaba. Eso era porque él quería quedar como un hombre que podía arreglárselas solo.
"Bueno, por eso eres el jefe. Lo entiendes, ¿verdad?"
"... Hahhhh. Entonces, ¿qué es? No te dejaré ir a la ligera si se trata de tonterías triviales."
"Bueno, sobre eso..." Orlando se quitó el casco y se rascó la cabeza. El aire fresco se sentía extrañamente cómodo en su acalorado cuero cabelludo.
"La verdad es que quiero hacer una peregrinación de guerreros. Entonces, ¿puedo dejar este lugar?"
Podía oír los jadeos de sorpresa de todos los que le rodeaban. Sin embargo, la expresión del esbelto hombre que tenía delante permaneció impasible.
"¿Por qué me lo dices?"
"Porque usted es el hombre que más respeto en esta nación, jefe. Si usted tampoco me detiene, entonces no tendré más dudas"
"... ¿No eres un suboficial? Si has terminado tu período de conscripción, no puedo detenerte."
El Reino Santo practicó el servicio militar obligatorio. Por eso, a veces llamaban suboficiales a las personas que elegían ser soldados de carrera, para diferenciarlos de los que habían sido reclutados. Pavel y todos sus hombres, eran suboficiales, mientras que Orlando tenía algunos suboficiales y reclutas bajo su mando.
"En ese caso, no te importa si renuncio, ¿verdad?"
Esa pregunta marcó la primera vez que el rostro de Pavel había cambiado, aparte de cuando el tema de su esposa e hija había surgido. Orlando apenas había logrado descubrirlo gracias a sus extraordinarios poderes de percepción que había adquirido al ser guerrero. Nadie más lo había notado.
Era alguien que Orlando había reconocido como un hombre de acero, pero, en realidad, estaba perturbado por la cuestión de su permanencia o partida. Su corazón se arremolinó con una mezcla de deleite y tristeza.
"... Bueno, legalmente hablando, tengo que aceptarlo. No puedo detenerte... Dicho eso, sentiremos la ausencia de un hombre fuerte como tú. Deberías haber emprendido tu viaje de guerrero antes, ¿verdad? ¿Por qué ahora? ¿Es porque no hay más ataques de semi-humanos?"
Desde aquella vez hace medio año, los semi-humanos habían dejado de atacar esta fortaleza. En el pasado, habían atacado una o dos veces al mes, en grupos de unas pocas docenas cada vez.
Aunque solo contaban con unas pocas docenas, seguían siendo semi-humanos que tenían habilidades físicas superiores en comparación con la humanidad y muchos de ellos poseían habilidades especiales, además de eso. Con esos números podrían masacrar fácilmente a todo un puesto fronterizo.
Tanto Orlando como Pavel, habían vivido muchas situaciones en las que tuvieron que enviar tropas de élite para operaciones de socorro.
"Sabes que no disfruto masacrar a los semi-humanos, ¿verdad? Me gusta luchar contra personas fuertes y volverme fuerte."
"Entonces, ¿qué hay del Gran Rey?"
"Ahhhh, ese tipo..."
"Oh y luego está Garra del Diablo, el Emperador Bestia, el Rey Ashen, Relámpago Llama-helada y Lanza Espiral."
Pavel había mencionado los apodos de varios semi-humanos notables, pero, aparte del que él había mencionado primero, ninguno de ellos podía conmover el corazón de Orlando.
El Gran Rey Buser.
Era el rey de cierta tribu semi-humana, un ser conocido como el Señor de la Destrucción.
Ese apodo provenía del hecho de que era hábil en las artes marciales que destruían las armas y de su estilo de lucha que giraba en torno a esas técnicas destructivas. Era un enemigo mortal del Reino Santo que había derrotado a muchos guerreros famosos y había luchado contra Orlando en el pasado. En aquel entonces, había destruido la espada larga de Orlando, sus armas de apoyo, una espada corta y un hacha de mano, e incluso un garfio utilizado para cortar árboles para leña.
Aunque había roto todas las armas de Orlando, el Gran Rey se retiró después de ver los refuerzos enviados desde la fortaleza. En cierto sentido, ser capaz de resistir hasta que llegara la ayuda, fue una victoria para Orlando y mucha gente lo elogió por ello. Para Orlando, sin embargo, simplemente significaba que el Gran Rey no creía que matar a Orlando mereciera la pena, y por eso lo único que sentía Orlando era una vacía sensación de derrota.
"Quiero volver a luchar contra él, pero... supongo que en este momento aún no pueda vencerlo. Probablemente necesitaría a una de esas personas a las que llaman Héroes para derrotarlo, de lo contrario, sería muy difícil. Por lo tanto... ah, también has oído hablar de ello, ¿verdad, jefe? Cómo murió en la batalla ese gran guerrero, Gazef Stronoff."
"Ah, sí, lo hice. Los altos mandos están debatiendo ardientemente sobre cómo va a afectar eso a las naciones vecinas, después de todo."
La muerte de Gazef Stronoff, conocido como el guerrero más poderoso del Reino Re-Estize, era un asunto de gran interés para los soldados del Reino Santo, particularmente para los hábiles.
"¿Conoces los detalles?"
"He oído algunos detalles aproximados. Aparentemente, pidió un duelo a un lanzador de magia conocido como el Rey Hechicero y fue derrotado. Francamente, el hecho de que desafiara a un lanzador de magia a un duelo, es muy difícil de asimilar."
Orlando asintió con la cabeza.
Dicho esto, el término "lanzador de magia" era bastante amplio. Los lanzadores de magia divina podían — después de usar hechizos que mejoraban sus habilidades físicas — acabar siendo más fuertes que un guerrero promedio. Además, los paladines, que eran el orgullo de esta nación, también podían usar magia, por lo que, hasta cierto punto, no se podía decir que no fueran lanzadores de magia. En ese caso, podía entender las razones del duelo.
"... Además, otros dicen que el Rey Hechicero masacró a todo un ejército. Aparentemente, invocó a cabras gigantes, u ovejas, mejor dicho."
"Bueno, es la primera vez que escucho eso. Aun así, ¿cabras gigantes? Qué lanzador de magia tan extraño."
La mención de las cabras trajo a Orlando recuerdos infelices de aquella derrota. Dicho esto, mientras que los rumores decían que había invocado cabras, claramente, no eran cabras ordinarias.
"Bueno, también es por culpa de ese extraño lanzador de magia. Es por eso que necesito hacer esto."
"... ¿Es por eso? No entiendo lo que quieres decir."
"Esto no ha cambiado desde que perdí contra ti, pero soy el tipo de persona que ignora los ítems que otorgan vuelo, hechizos y cosas por el estilo. Siempre he pensado que, todo lo que necesitas hacer, es vencerlos con la espada. Sin embargo, después de que el Capitán Guerrero-dono del Reino — quien era más fuerte que yo — perdiera ante ellos, empecé a pensar que, tal vez, no debería despreciarlos."
"¿Lo que significa?"
" Lo que significa que necesito ir en peregrinaje de guerreros."
"... ¿No dirás que vas a desafiar a esa gente de nuestro país a la que no puedes vencer?"
"No lo haré."
Algunos de los oponentes a los que Orlando no podía vencer eran mienbros de los Nueve Colores.
El Vice-Capitán de los Marines, Enrique Bellse, conocido como "Azul".
El líder de la Orden Paladín, Remedios Custodio, conocida como "Blanco".
Pavel Baraja, conocido como "Negro".
Ran Tsu An Rin, un Tritón que vivía en el mar, conocido como "Verde".
Y luego, fuera de los Nueve Colores, estaba la sacerdotisa más poderosa de la nación, Kelart Custodio.
En otras palabras, eran algunas de las personas de más alto rango en la nación y, desafiarlas, seguramente causaría grandes disputas en el país. Si era solo un simulacro de batalla, entonces, debería estar bien, siempre y cuando fuera contra un compañero de los Nueve Colores, pero nunca se permitiría un duelo a tope.
Sin embargo, eso no funcionaría.
Un verdadero choque de espadas, era completamente diferente a una batalla simulada. A veces, el ganador y el perdedor podían invertirse completamente entre ellos. Muchas personas se volvían mucho más fuertes — o más débiles — cuando pasaban del entrenamiento a un combate en vivo. Naturalmente, los fuertes eran reconocidos como tales porque mostraban su poder en combate real. Por lo tanto, uno no podría considerar una peregrinación de guerrero completa sin antes luchar en una batalla real.
"Muy bien, entonces... aun así, ¿dónde planeas entrenarte?"
"Estaba pensando en visitar el Reino Hechicero que mencionaste antes. Parece que hay poderosos no-muertos allí."
El Reino Hechicero de Ainz Ooal Gown.
Habría sido necesario un increíble buscador de atención para nombrar un país después de sí misma, pero no era del todo impensable. Más aún, la persona que lo había hecho, tenía el poder de respaldarlo.
"Ciertamente, he oído hablar de ello por los mercaderes que viajan entre el Reino y el Reino Santo."
Gracias a las enseñanzas de los templos del Reino Santo que estaban profundamente arraigadas en sus corazones, el hombre común odiaba y repudiaba a los no-muertos. Incluso Pavel no fue la excepción. No es por eso, pensó Orlando. Pavel no los odiaba porque fueran enemigos del Reino Santo, sino porque eran enemigos de su esposa.
Sin embargo, no podía sacar a relucir ese tema. Aunque no se perdía en charlas sobre su esposa como lo hacía con su hija, todavía hablaba demasiado.
"La postura del Santo Reino es reconocer tácitamente la existencia del Reino Hechicero, ¿verdad? Dicen que está bien que la gente del Santo Reino vaya allí... ¿no es así?"
No había manera de ocultar el hecho de que, el Reino Hechicero, con sus ejércitos de no-muertos, era un enemigo intolerable del Reino Santo. Mucha gente les había instado a enviar tropas cuando pensaron en cómo el pueblo de la capital del Reino Hechicero de E-Rantel debía estar sufriendo. Sin embargo, el Reino Santo se enfrentaba actualmente a la amenaza de los semi-humanos y no podrían llevar a cabo operaciones militares en otros países sin pacificar primero la región de las colinas.
Dejando a un lado los sentimientos del pueblo, la respuesta de los dirigentes del país hacia el Reino Hechicero no pasó más que una crítica a medias.
"... El Reino Hechicero, hm. Bueno, si te presentas a la jefatura, deberías poder ir allí como miembro del ejército. Ellos ven al Reino Hechicero como una amenaza secundaria después de los semi-humanos. Parece que quieren aliarse con la Teocracia contra ellos."
"De verdad. Parece que habrá muchos problemas debido a las diferencias religiosas."
"Sí, precisamente. Bueno, dejando eso de lado, si tu afiliación no cambia, puedes recibir la ayuda del país y te puedes saltar esos molestos controles de inmigración... creo. Si vas, serás un regalo de dios para la gente que quiere saber más sobre el Reino Hechicero."
"Bueno, ¿no sería bonito? Aun así, si hiciera eso, no podría ir por ahí buscando peleas."
"Tú... la forma en que dices eso tan en serio, es realmente un dolor de cabeza."
"Supongo que será difícil para ti si se convierte en un incidente internacional, eh."
El viento frío soplaba sobre ellos. Por un tiempo, Pavel se quedó en silencio, su expresión no cambió, pero, después de eso, empezó a murmurar con tristeza — como de costumbre.
"Voy a extrañar esa fea cara tuya."
Orlando sonrió maliciosamente. Era una sonrisa salvaje y bestial, pero estaba siendo inusualmente tímido. Pavel no había dicho, "No te vayas", pero tampoco había dicho, "Vete". Decidió asegurarse de que tendría un lugar al que regresar.
"Lo siento por eso... Bueno, volveré después de que me vuelva más fuerte. ¿Quieres que te entrene en ese momento?"
" Qué casualidad que digas eso."
Mientras Orlando sonreía, Pavel le devolvió la sonrisa a su vez. Sus sonrisas eran tan feroces como dos bestias salvajes gruñendo entre ellas.
En ese momento, sonó la campana.
Parece que era hora de cambiar al turno de noche. Habían hablado mucho, así que, así que terminarían con una cosa más. Así como Orlando pensaba eso, esa noción se evaporó de su mente mientras la campana seguía sonando.
Pavel, seguido de cerca por Orlando, miró hacia las colinas.
Esas campanas significaban, "Semi-humanos avistados".
Su visibilidad se extendía a más de cuatrocientos metros de distancia y no había obstáculos para su línea de visión. Mientras que una vez hubo bosques y árboles aquí, el país había llevado a cabo un proyecto masivo de deforestación como parte de la construcción del muro para aplanarlo.
Sin embargo, en los puntos más alejados de las extensas llanuras —donde había colinas y otras obstrucciones— vieron destellos en la oscuridad y sombras negras en movimiento.
"jefe..."
Era imposible para Orlando discernir las verdaderas identidades de esos semi-humanos a esta distancia mientras estaba en la oscuridad. Por lo tanto, llamó al hombre con la vista más aguda.
"Sí, son semi-humanos... Hombres serpiente", respondió inmediatamente Pavel.
Los Hombres Serpiente tenían cabezas como las de las cobras y cuerpos escamosos y humanoides, así como las colas. Fueron semi-humanos considerados parientes cercanos de los Hombres Lagarto. Sus cabezas de serpiente poseían bocas con mordeduras venenosas y sus lanzas estaban cubiertas de poderosas toxinas. El combate cuerpo a cuerpo con ellos, debía evitarse en la medida de lo posible.
Dicho esto, Orlando y sus muchachos eran veteranos experimentados y poseían una gran resistencia a los venenos. Aunque sus escamas ofrecían cierta protección, no eran lo suficientemente duras como para desviar las armas de metal. Podrían ser hábiles con sus colas, pero uno podría simplemente considerarles otra arma. Además, tenían la ventaja en la noche debido a sus órganos sensoriales, pero eso no era un problema.
¿Ir a la carga contra ellos va a ser nuestro trabajo? No, para cuando lleguen aquí, la unidad del jefe los habrá matado a tiros.
Las serpientes despreciaban los objetos fríos, por lo que no utilizarían armaduras metálicas y otros objetos similares. Como resultado, era una tarea sencilla para arqueros de primera línea como Pavel y sus hombres llenarlos de flechas.
"Entonces, ¿cuántos de ellos hay, jefe?"
Normalmente, habría menos de veinte.
"... ¿Jefe?"
Orlando quedó perplejo por la falta de respuesta. Miró a Pavel y vio una mirada de clara irritación en esa cara típicamente inexpresiva.
"¿Qué pasa, jefe?"
"... ¿Hay más de ellos? Podría ser— ¡esto es malo! ¡He visto miembros de otras especies! Armatts, Ogros, ¿y esos son Cavens?"
"¿Qué dijiste?"
Había todo tipo de semi-humanos en la región de las colinas, pero no tenían buenas relaciones entre ellos. Al contrario, a menudo luchaban por el territorio y, aparte de los casos en los que los ogros tomaban a los goblins como esclavos y a los usaban cruelmente, estas razas, muy raramente trabajaban juntas.
Incluso hubo casos en los que algunos de ellos atacaron el Reino Santo después de haber sido expulsados de sus tierras.
Entonces, esto debería ser lo mismo. Porque si no lo fuera...
"¿Una gran invasión?"
No sabía quién había dicho eso. Quizás la persona que lo dijo pensó que se hablaba a sí misma, pero sonó lo suficientemente claro para sus oídos.
"Orlando, tengo algo que preguntarte."
Había tensión en la voz de Pavel. No, eso era de esperar.
Etnicidad, cultura y religión. Así como puede haber muchas naciones compuestas por miembros de la misma especie, crear una nación cohesionada fue una tarea muy difícil. Era aún más difícil cuando las razas de los miembros eran diferentes. Por lo tanto, unir a las tribus semi-humanas en las colinas, era una tarea casi imposible.
Si eso hubiera sido lo que había ocurrido, significaría el comienzo de una batalla por la supervivencia del Reino Santo.
Después de eso, el cuerpo de Orlando tembló incontrolablemente.
Unir todas estas razas, requeriría un poder obvio. Entre la humanidad, la sabiduría y la riqueza calificarían como una forma de poder, pero, las razas semi-humanas apreciaban el poder. En otras palabras...
Eso significa que podría haber un enemigo espantosamente poderoso ahí fuera, ¿no es así?
"Dime que te dicen tus instintos de guerrero. ¿Por qué crees que estos tipos decidieron revelarse en una fortaleza como esta, en un lugar tan bien defendido? Uno, sirven de cebo para atraer a nuestras fuerzas y diluir nuestras defensas. Dos—"
"Confían en salir adelante en un ataque frontal. Veinte por ciento de la fuerza de combate del Reino Santo está estacionada aquí y nos aplastarán como cucarachas."
A pesar de sentir la mirada aguda de Pavel a su lado, Orlando no dejó de hablar.
"Al mismo tiempo, van a usar esta fortaleza como cabeza de puente. Luego, van a aplastar la moral del Reino Santo y aumentar su propia moral. ¿Es eso?"
"... Podrían emitir una orden de movilización masiva."
"¡Ja, ja! ¡Una guerra como esta solo ha ocurrido una vez en la historia del Reino Santo y ahora va a haber otra como en nuestro tiempo! ¡¿Qué podemos decir a eso?!"
"Voy a informar a los superiores. Tú te vienes conmigo también."
"¡Entendido, jefe! ¡Escuchen todos! ¡Esto va a ser una fiesta increíble! Sigan trayendo las armas de reserva."
Si el enemigo era un ejército, tendrían que pasar mucho tiempo formando sus tropas. Esto era especialmente cierto si contaban numerosas razas entre sus números. Sin embargo, lo mismo se aplicaba a los defensores también. Como eran un ejército, necesitarían tiempo para prepararse. Esto se mantuvo incluso en línea del frente.
Había una cantidad sorprendente de cosas que era necesario hacer. No había más tiempo para holgazanear.
Orlando corrió detrás de Pavel.