Overlord Volumen 11, Capítulo 5 Parte 1

Lee la novela ligera de Overlord volumen 11, capítulo 5 parte 1 en español.
Raruk Berg

Overlord novela ligera vol. 11
Overlord vol. 11 novela ligera
Traducción jpn-ing: Nigel
Traducción ing-esp: Erb
Corrección: . . .

Warning!
Esta traducción es una versión obsoleta, por lo que la traducción no está actualizada con la nueva versión del inglés. En un futuro les traeremos la versión actualizada.

Overlord Volumen 11: Los Artesanos Enanos

Capítulo 5: Lord Dragón de Escarcha

Overlord volumen 11 Cap 5

Parte 1

Era la mañana siguiente. Ainz había decidido partir temprano para recuperar la Capital Enana, Feoh Berkanan, pero justo cuando estaba por partir, un rostro familiar apareció en la puerta.

Era Gondo.

Ainz inclinó la cabeza a un lado. No tenía idea de por qué podría haber venido.

"—¿Vienes a despedirte?"

"No, he venido a servirle de guía."

Ainz parpadeó. Por supuesto, había mencionado que necesitaría a un Enano para que le mostrase el camino. A juzgar por la forma en la que el Consejo había accedido de inmediato a esa solicitud, Ainz infirió que la misión de este Enano sería mantenerlo vigilado, así que pensó que podrían seleccionar a un Enano que él no conociera.

"Ayer, después despedirme de usted, oí muchas cosas de los otros herreros rúnicos. Siento que conozco la ruta hacia la Capital Real mejor que cualquier otro Enano."

"Entonces, ¿eres capaz de encontrar una ruta alterna si es que el túnel hacia la Capital colapsara? Es posible que tengas que adaptarte a los cambios en la situación a medida que surjan. ¿Está bien?"

"He estudiado tanto como pude sobre las rutas. Por favor, permítame servirle de guía."

"Umu."

Ainz comenzó a pensar.

En verdad, llevar a Gondo consigo entrañaba más deméritos que méritos. Sin embargo, si el Consejo lo había aprobado, y luego si Ainz era quien lo rechazaba y pedía un cambio, las posibilidades de conseguir a otra persona como guía serían muy bajas.

"...¿Eres un guerrero, o tienes alguna forma de luchar?"

"No, no la tengo. No confío en mis habilidades relacionadas con ese campo. Sin embargo, estoy preparado para enfrentar cualquier peligro, y nadie le echará la culpa si perezco. Además tengo la capa de mi padre. Ésa fue una de las razones por las que me escogieron."

La capa de invisibilidad prestó mucho peso a su argumento.

Aunque Ainz había planeado proteger a su guía de todos modos, se sentía incómodo de llevar a un Enano sin habilidad de combate. Y aunque seguía siendo posible resucitarlo con magia si moría siempre que tuviera los niveles suficientes, En ese caso, Gondo podría acabar pensado que "todo había terminado".

"¿Necesitarás verificar si he expulsado a todos los Quagoa de la Capital Real? Si mueres a mitad de camino, las cosas se harán muy difíciles para mí... y luego está el asunto de los herreros rúnicos. Preferiría mucho que te quedaras aquí."

Gondo se acercó lentamente a Ainz y le dijo en voz baja:

"La Capital Real posee una vasta Tesorería. Si no ha sido saqueada aún, entonces contendrá muchos tesoros Enanos. En ese lugar también deberían estar algunas de las armas de mi padre y manuscritos técnicos de la familia real. Quién sabe, incluso podría haber un manual secreto dejado atrás por los herreros rúnicos de antaño."

"Ooh..."

Con esa respuesta, Ainz le indicó a Gondo que debía continuar.

"Me gustaría obtenerlos en secreto. ...Aunque parezca de mala educación pedirle este tipo de cosas a Su Majestad, ¿podría pedirle por favor que se haga la vista gorda sobre esto cuando recupere la Capital?"

"...Antes de eso, ¿tienes alguna forma de abrir la Tesorería?"

"No. Sin embargo... creo que Su Majestad debería ser capaz de hacer algo tan simple como eso, ¿cierto?"

¿De verdad cree que puedo hacer cualquier cosa?

"¿Así que quieres que me convierta en cómplice de un ladrón de poca monta?"

"Creo que la explicación correcta de lo que podría suceder es que Su Majestad deseaba ver si la Tesorería había sufrido un robo, por lo cual tuvo que abrirla. Entonces, se distrajo brevemente, sólo por el tiempo suficiente. Yo sería ese ladrón de poca monta, sin relación alguna con Su Majestad."

"...La línea de sucesión de la realeza Enana ha sido cortada. ¿Es correcto? ¿Existe algún registro de los tesoros que deberían encontrarse al interior de las bóvedas?"

"Me temo que no."

"Es muy importarte asegurarse de eso. Sería muy peligroso si existiera dicho registro, ¿sabes? No puedo aprobar esto. ...Más importante aún, ¿ese tesoro no le pertenece a tu país? ¿No te avergüenza robarlo?"

Gondo se rió con desdén.

"Bueno, esos manuales no significan nada para un país que nos entregó a nosotros y a la artesanía rúnica, ¿no le parece?"

¿Es traición, entonces? Aunque ese pensamiento le pasó por la cabeza a Ainz, la verdad era que a él no le haría daño. Al contrario, sería un desperdicio permitir que esos libros se pudrieran en la nación Enana.

Más concretamente, el robo de Gondo rompería por completo sus lazos con el Reino Enano. Ellos no tolerarían a un criminal que había saqueado su tesorería. Este asunto podía usarse como una forma de chantaje, y se convertiría en un grillete que imposibilitaría por completo que Gondo traicionara al Reino Hechicero.

Sin embargo, también podía usarse contra Ainz de manera similar.

"...En efecto. Tampoco tiene sentido dejárselos a aquellos que no los necesitan. Efectivamente, mis ojos podrían fallarme en ese momento. Sin embargo, como mencioné antes, tienes que buscar cualquier registro de los tesoros. Me gustaría evitar cualquier conflicto futuro."

"Entendido. Haré como ordena Su Majestad."

"Entonces, dejaremos las cosas así."

Aunque se había apartado a cierta distancia para discutir esto, alguien con oídos agudos podría estar escuchándolos.

"Cambiemos el tema. Háblame sobre los peligros que podríamos enfrentar antes de llegar a la Capital Enana. Una descripción a grandes rasgos estará bien."

"Buena pregunta. Todos los que desean llegar a la Capital Enana deben pasar por tres pruebas."

"¿Pruebas? Interesante. Resúmelas."

"Mm, la primera prueba es la Gran Grieta. Hay una pendiente más allá de la puerta que lleva hacia la fortaleza. Pasando la fortaleza es la Gran Grieta la que divide la tierra. Ahora que han tendido un puente colgante, difícilmente califica como una prueba. Sin embargo, al cruzarlo, se debe estar preparado para recibir los ataques concentrados del enemigo."

"¿Los Quagoa poseen armas?"

"Umu, no he oído hablar de eso antes. Pero, podría ser peligroso asumir que no, ¿cierto?"

Eso tenía mucho sentido. También existía la posibilidad de que pudieran usar las armas mágicas de la fortaleza.

"A continuación, la siguiente prueba es una zona con un río de lava. Incluso el aire caliente puede ser fatal por sí solo. Se debe cruzar por un estrecho camino de piedra cortada. Además, de cuando en cuando ha habido avistamientos de un monstruo enorme."

"¿Un monstruo, dices?"

La figura de Guren, el Guardián de Área del 7mo Piso, le vino a la mente.

Si ése monstruo se parecía a él, las cosas efectivamente se pondrían muy molestas.

... Ahora que lo pienso, los Slimes y las sociedades humanas están estrechamente relacionados. ¿Será ése el caso en este país también? Si tuvieran Slimes poco comunes, me gustaría llevármelos a casa.

Justo cuando Ainz pensaba sobre los Slimes que vivían junto a los filtros de alcantarillado, Gondo pasó a la última prueba.

"La prueba final es el Laberinto de la Muerte. Es una cueva con incontables ramales, llena de vapores venenosos. Si se inhalan estos vapores, las extremidades se paralizarían y el corazón dejaría de latir."

Gondo miró hacia Aura y a Shalltear.

Ese gesto parecía decir que Ainz podría estar bien, pero que ellas dos estarían en problemas.

Estarán bien... Bueno, supongo que puedo decírselo cuando lleguemos allí.

"¿Y cuál es el camino correcto a través de las cuevas?"

"Lamentablemente, no lo sé. Pregunté a todas mis conexiones, pero ni siquiera los mayores lo sabían. Tampoco los miembros del Consejo. Tal vez podría estar registrado en un archivo..."

"Pero no lo encontraste tampoco, ¿verdad? Bueno, dudo que puedas localizar fácilmente un documento así de crítico para la seguridad nacional. Reuniremos información cuando llegue el momento y nos adaptaremos a la situación."

Ainz memorizó la información sobre estas tres pruebas, y les hizo un gesto a los otros.

"Vamos, entonces."

Ainz, Shalltear y Aura tomaron la delantera. Gondo se unió a unos diez soldados y a su comandante que iban camino a recuperar la fortaleza, y entonces las puertas se abrieron lentamente. El hedor de la muerte se filtraba a través de la abertura, así que tenían idea de lo podían esperar, pero entonces la horripilante escena se reveló a todos los presentes.

El túnel ligeramente inclinado hacia abajo era ancho y había sido nivelado para facilitar el paso. Sin embargo, las paredes y el piso estaban cubiertos de sangre, vísceras y trozos de carne. El suelo estaba cubierto de cadáveres Quagoa.

"¡Urk!"

El hedor a muerte, sangre y vísceras inundó el cuarto. Fue demasiado para Gondo, que no tenía experiencia como guerrero, y comenzó a vomitar. Las caras de los soldados Enanos se pusieron verdes, y no fue por efecto de la luz.

El cuerpo de Ainz no conocía el concepto de la nausea, así que no le causó ningún problema. Sin embargo, no le agradaba este olor.

Un sonido húmedo vino de debajo de sus pies. Parecería que había pisado las entrañas que un Quagoa partido en dos había dejado caer.

Ainz suspiró y luego lanzó [Volar en Masa], permitiéndoles volar a todos.

Parecía que los Caballeros de la Muerte se habían deleitado con su carnicería en este lugar. Cualquiera que se resbalara y cayera en este túnel de sangre seguramente perdería la fuerza ante la inmundicia y la pestilencia. Más importante aún, la visión de alguien cubierto de sangre y dando tumbos al lado de uno era desagradable.

El grupo descendió por el pasaje inclinado, completamente limpios debido al hechizo de vuelo.

Gracias a las rocas tenuemente brillantes incrustadas en el camino, había algo de luz para poder ver. Sin embargo, el espacio entre roca y roca estaba cubierto por la oscuridad. Por supuesto, Ainz poseía visión nocturna, y no le representaba ningún problema.

Después de bajar por la pendiente —una distancia de unos 100 metros— pudieron ver la entrada de la fortaleza ante ellos. No, sería más exacto decir que era la puerta trasera de la fortaleza.

Una vez que cruzaran esa puerta al interior de la fortaleza, podrían atravesarla y cruzar el puente colgante más adelante. Luego de viajar al oeste por varios días desde ese lugar, deberían ser capaces de ver la antigua Capital Enana.

La entrada de la fortaleza estaba cubierta de cadáveres Quagoa. Algunos parecía que no habían sido asesinados por los Caballeros de la Muerte, sino que habían sido comidos. Éstas debían ser las víctimas de los zombis de los Caballeros de la Muerte.

La detección de no-muertos de Ainz no obtuvo respuestas. Probablemente porque los zombis habían vuelto a ser cadáveres regulares después de que los Caballeros de Muerte fueron destruidos.

Ainz miró alrededor. En este momento no había reacciones no-muertas, pero si los dejaba así como estaban, las cosas podrían volverse peligrosas, dadas las características de los no-muertos de este mundo.

"Es comúnmente aceptado que dejar desatendidos a los cadáveres resultará en la aparición de no-muertos. ¿Qué planean hacer?", preguntó Ainz a los soldados que habían estado siguiéndolo.

"Sí, señor. Lo limpiaremos," respondió el comandante. "Bueno, decimos limpiar, pero es más bien arrojarlos a la Gran Grieta en un lugar donde no importará incluso si atraemos a un monstruo."

"Y después de eso, ¿tendrán que reparar la fortaleza y averiguar cómo atacaron los Quagoa? Parece que tienen mucho trabajo por delante."

Era aquí donde se separarían de ellos. Los únicos que tomarían parte de la recuperación de la Capital Enana serían Ainz, Aura, Shalltear y Gondo. Bueno, los Hanzos también estaban cerca, pero no había necesidad de que ellos lo supieran.

Los Enanos sonrieron con amargura. Aunque era verdad que las investigaciones eran arriesgadas —corrían el riesgo de encontrar Quagoa, después de todo— no era nada a comparación de la tarea de Ainz de atacar el campamento principal de los Quagoa. Probablemente era eso lo que querían transmitir.

"Entonces, ingresaremos a la fortaleza. Nosotros iremos primero para garantizar que es seguro, así que esperen afuera hasta entonces. Como precaución, ¿podrían proteger a Gondo?"

Después de la respuesta afirmativa del comandante, Ainz atravesó la puerta abierta.

De pie al centro de la tragedia, Ainz le hizo una pregunta a Aura, que se encontraba detrás de él.

"Aura, ¿puedes sentir si alguien aquí está usando alguna habilidad de sigilo?"

"Nop. No hay nada con vida en la fortaleza."

Aura colocó la mano al lado de su larga oreja, haciendo un gesto de escucha al mismo tiempo que respondía. Si la ranger Aura lo decía, entonces no había nada vivo dentro de esta fortaleza.

Aun así, no podían bajar la guardia.

La persona que había derrotado a los Caballeros de la Muerte de Ainz debería de haber pasado por aquí. Si esa persona había tomado muchas clases especializadas en sigilo, podría ser capaz de burlar las habilidades de percepción de Aura.

Pese a ello, alguien así por lo general tendría un pobre poder de ataque, y sería fácil lidiar con él incluso si los emboscaba.

Había muchos cadáveres al interior de la fortaleza, pero a diferencia del pasaje anterior, eran cadáveres de Enanos los que se encontraban por todas partes.

Ainz atravesó la fortaleza hacia la puerta que estaba enfrente de la que habían usado para ingresar. Después de abrirla, vio las fauces de Gran Grieta abriéndose frente a él, y ni siquiera la visión de Ainz pudo ver el fondo.

Ya que más allá no había Quagoas, parecía que se habían retirado sin montar una base de operaciones en el lugar.

"Ésta debe ser la Gran Grieta..."

Ainz se volvió para mirar de izquierda a derecha.

"Pero no parece haber nada parecido a un puente colgante... no, ¿ésa es una parte del puente? Si está ahí, entonces significa que..."

"Es posible que el enemigo haya destruido el puente durante su retirada," dijo Shalltear desde un costado.

"Hm..."

Si el enemigo era un ser poderoso que podía derrotar fácilmente a un Caballero de la Muerte, ¿qué necesidad había de destruir el puente? Si lo habían hecho para bloquear un contraataque, entonces significaba que no tenían mucha confianza en su fuerza — No.

Ainz agitó la cabeza.

Los Caballeros de la Muerte no eran comunes en este mundo. Por lo tanto, el enemigo debía de haber supuesto que había una entidad poderosa controlando a los dos Caballeros de la Muerte. Siendo así, perder el puente no sería una gran pérdida.

"No está mal... Dile a los Enanos que el camino es seguro."

"¡Entendido!"

Mientras Ainz observaba a Shalltear dirigirse hacia los Enanos, vio a Aura en cuclillas. Quiso preguntarle qué estaba haciendo, pero dada su expresión diligente, sería mejor no interrumpir su concentración.

Ainz volvió a mirar la Gran Grieta, luego tomó una piedra y la arrojó dentro. No había un significado especial en ello; lo había hecho por un capricho. Sin embargo, no pudo oír la piedra golpeando el fondo.

"Su profundidad es desconocida, Su Majestad," dijo el comandante que Shalltear había traído consigo. Él debía de haber visto lo que Ainz estaba haciendo. "Enviamos dos expediciones para investigarlo, pero ninguna de ellas regresó."

"Ya veo. Probablemente haya monstruos allá. ...¿Esas cosas han salido alguna vez?"

"Señor, nada como eso ha sucedido hasta la fecha. Por lo tanto, decidimos no enviar más expediciones. Explorar demasiado en lo profundo sería poco prudente."

"Bueno, es verdad."

Ainz podía crear no-muertos incorpóreos parecidos a fantasmas, y al usar magia para compartir sus sentidos, podía llevar a cabo una investigación a fondo. Sin embargo, no había tiempo para ese tipo de cosas.

Dadas las circunstancias actuales, investigar la Gran Grieta tenía poca prioridad. Aun así, tenía que hacerse. En Yggdrasil, los lugares como estos casi siempre ocultaban objetos valiosos o mazmorras.

Si estuviera en manos de los desarrolladores de mierda, podrían haber ocultado un túnel al fondo de la Gran Grieta, y en ese túnel podría haber minerales poco comunes. No, ellos definitivamente harían eso. De hecho, ya ha pasado antes.

"—Entonces, cruzaremos al otro lado y perseguiremos a los Quagoa que huyeron hasta llegar a la Capital Real."

El hechizo de vuelo seguía estando activo, así que eso no era un problema en sí mismo. Sin embargo, lo que preocupaba a Ainz era si algo podría salir arrastrándose de la oscuridad.

Era un incidente ocurrido en Yggdrasil, pero Ainz no pudo evitar recordar el momento en que había estado cruzando un lago y descubrió a un monstruo gigante parecido a una serpiente nadando debajo. No era un recuerdo agradable, pero había hecho uso de esa experiencia durante la creación del 5to Piso—

Después de despedirse del comandante, los cuatro levantaron el vuelo, con Shalltear y Aura vigilando abajo de ellos. Sin embargo, sus preocupaciones de hace un momento eran infundadas y llegaron al otro lado sin lograr ver nada debajo.

Dicho esto, Ainz dejó escapar un silencioso suspiro de alivio al sentir sus pies firmemente plantados en tierra firme una vez más. Por supuesto, tenía que mantenerlo en secreto de los demás.

Ainz inspeccionó sus alrededores.

Aquí sólo había cuatro cadáveres enemigos, lo que significaba que los Caballeros de la Muerte habían sido derrotados en este lugar.

"Shalltear, hay unas cuantas cosas que debo decirte ahora."

Luego de llamar a Shalltear, Ainz le echó un vistazo a Aura, y vio que estaba inspeccionando el suelo.

Tal vez sería mejor llamarla a ella también. Pensó eso, pero luego meditó que esta vez quería dejarle el papel principal a Shalltear. Luego podría explicarle una versión resumida a Aura.

"¡Espere un momento, Ainz-sama!"

Shalltear sacó una libreta de notas y la abrió.

"Por favor continúe."

"Oh. Umu. Un bloc de notas, eh... Muy atento de tu parte. ¡Ejem! Eh— ahora estamos por entrar a una zona muy peligrosa. En cuanto a por qué es peligrosa, es debido a que hay un ser capaz de derrotar a dos de mis Caballeros de la Muerte. Aunque compararte a un Caballero de la Muerte es casi un insulto—"

"—Nada de eso, Ainz-sama. Usaré toda mi fuerza para enfrentarme a cualquier ser poderoso capaz de derrotar a los Caballeros de la Muerte que usted creo."

"No, no debes usar toda tu fuerza."

"¿Por, por qué? Si el enemigo es fuerte, ¿no debería atacarlo con seriedad? — ¡perdóneme por hacerle una pregunta así, Ainz-sama!"

"En absoluto. Tu pregunta tiene mucho sentido."

Ainz colocó las manos detrás de su espalda, y luego le explicó cómo hacer frente a un enemigo desconocido.

"Sin embargo, debes tener en cuenta cómo es que nuestros enemigos esperan que actuemos. Lo que más desea el enemigo es información — nuestras habilidades de batalla, en otras palabras. Podrían usar tropas desechables para medir nuestra fuerza de combate. Es decir, verificarán nuestras habilidades y cuando sientan que pueden obtener la victoria, atacarán de manera tal que no puedan perder y que nosotros no podamos escapar."

"Y pensar que en realidad harían eso..."

"Por supuesto, no sabemos si el enemigo llegará a esos extremos—"

"Ah... Ainz-sama..."

Aura lo llamó un poco nerviosa, algo muy inusual en ella. Bajo circunstancias normales, él habría detenido su explicación a Shalltear y escuchado a Aura.

Sin embargo, estaba de muy buen humor ya que ésta era una oportunidad de hablar largo y tendido sobre una de sus especialidades.

Por lo tanto, Ainz se volvió hacia Aura y se llevó el dedo índice a la boca.

"¡Ah, sí!"

Aura se dio cuenta. Ainz estaba dando una sentida lección, así que quería que guardara silencio. Había entendido lo que Ainz estaba tratando de decir.

"Como estaba diciendo, Shalltear. Yo haría lo mismo si estuviera luchando contra un enemigo fuerte. No, mis amigos también harían lo mismo."

"¿Los Seres Supremos harían eso también? Pero, comparar a este enemigo con los Seres Supremos es un poco..."

"¿En verdad? Deberías asumir que el enemigo puede hacer todo lo que yo puedo. Sólo los tontos pensarían que son especiales y se confiarían. Permanece siempre cautelosa. En cualquier caso, no deseo que el enemigo conozca nuestra fuerza de lucha total."

Mantener ocultos a los Hanzos también era para desestabilizar los planes del enemigo.

"Por lo tanto, Shalltear, te impondré varias restricciones para nuestro viaje a la Capital Enana — antes de que lleguemos al cuartel del enemigo."

"¡Sí! ¿Qué tipo de restricciones son ésas?"

"Umu. En lo concerniente a la magia... aunque te permito usar hechizos hasta de décimo nivel, no debes usar demasiados hechizos diferentes. Como mucho, limítate a uno o dos."

"...Ya veo, esto es para engañar al enemigo, hacer que se confíe, y luego derrotarlo con un contraataque. Siendo ése el caso... ¿Por qué no limitarme al quinto nivel de magia o uno más bajo?"

"No, de esa forma no lograremos hacerle sentir una falsa sensación de confianza al enemigo. En el momento en el que crean tener la medida de nuestra verdadera fuerza y busquen destruirnos por completo, tendremos la oportunidad para herir mortalmente al enemigo. En mi caso, si viera a mi enemigo atacándome con sólo un par de técnicas y ningún hechizo superior al quinto nivel, inmediatamente concluiría que el enemigo está tratando de ocultar sus habilidades."

"En ese tipo de situación, ¿qué es lo que haría contra esa clase de enemigos?"

"Trataría de pensar en cómo averiguar más sobre ellos. Por ejemplo, podría abandonar brevemente una base prescindible. Luego, reuniría información lentamente. Una vez que el enemigo obtenga la base, sentirán la necesidad de conservarla. Ese tipo de actitud limitará sus acciones, e inevitablemente revelará sus verdaderas intenciones."

"¿Es necesario ser así de cautelosos?"

En un juego, seguía siendo posible recuperarse de una pérdida. Sin embargo, en este mundo, existía la posibilidad de que no pudieran hacerlo. Esto era especialmente cierto en el caso de Ainz, que no había terminado sus experimentos sobre la muerte de jugadores.

"Todas éstas son cosas que se hacen en respuesta a las circunstancias. Shalltear, es necesario pensar, ¿cierto?"

En cualquier caso, debería dejar las cosas allí. Ainz se volvió hacia Aura.

"Entonces, Aura, ¿qué sucede?"

"No, no es nada."

Los ojos de Aura estaban brillando.

Ainz no tenía idea de qué había provocado eso, pero tal vez ella se había sentido impresionada con las tácticas que él le había explicado a Shalltear.

Hm~ es posible que sean los fundamentos básicos, pero supongo que también debería darle alguna orientación a Aura, ¿cierto? ¿Debería prestarle aquel libro de tácticas PK? Pero eso es lo único que tengo que me da una ventaja sobre los NPCs... ¿Qué debería hacer? Además, alguien me dijo antes que no es bueno dejar que la información se difunda demasiado...

Justo cuando Ainz se sumía en sus pensamientos, Gondo habló.

"Siento interrumpirlos mientras discuten estrategias, pero ¿no deberíamos seguir avanzando? Si el camino colapsara, tendríamos que buscar otra ruta."

"Es verdad... ¿Deberíamos viajar en bestias mágicas?"

"Podría ser mejor no hacerlo. Podríamos encontrar pasajes pequeños en el camino, y si estamos montados, tendremos que dejar a las bestias allí."

Ainz había pensado en usar criaturas no-muertas que se pudieran montar como los Devoradores de Almas. Si había algún problema simplemente podía volverlas a crear. Sin embargo, sería prudente hacerle caso a las palabras de su guía.

"Lo entiendo. Vamos, entonces."

***

"¡Su Majestad ha partido!"

Cuando oyeron esto, seis de los Concejales Enanos — el Sumo Sacerdote de la Tierra, el Director de la Producción de Alimentos, el Secretario del Gabinete, el Maestro Cervecero, el Maestro de Cuevas y minas, y el Maestro del Gremio de Mercaderes — se estremecieron de la alegría.

Era verdad que el Rey Hechicero no había hecho nada hasta el momento. Sin embargo, no podían descansar en paz con un ser no-muerto —que odiaba a los vivos— de tal poder caminando por las calles.

Las personas en este lugar estaban reunidas para garantizar la seguridad de la ciudad y de su gente. Por lo tanto, tenían que considerar los peores escenarios posibles que podrían ocurrir antes de comprometerse a un plan de acción. Por ejemplo, el Rey Hechicero podría haberse tornado violento de repente y comenzado a masacrar niños. Estas preocupaciones los plagaban todo el día, y consideraban numerosas contramedidas y propuestas útiles.

Ahora que el objeto de su discreta discusión ya no estaba aquí, ¿qué había de malo en saborear la dulce liberación de sus cargas?

"¡Traigan el vino! ¡Traigan el vino!"

Así como la tierra seca anhelaba la lluvia, el alcohol era esencial para sanar los corazones exhaustos.

Nadie podría objetar a eso.

"Aun así, va a volver, ¿verdad?"

El aire se volvió pesado de pronto, y el abatimiento se apoderó de todos ellos.

Sus apretados puños cayeron sin fuerzas hacia abajo.

"¿Deberíamos escapar?"

"¿A dónde podríamos ir? Si huimos después de haber firmado ese pacto con él... Además, le pedimos que recuperara la Capital Real por nosotros, ¿cierto? Si estuviéramos en su lugar, ¿no estaríamos enojados ante esto?"

"Bueno, él podría enojarse... pero yo no tendría la confianza para tomar una postura inflexible contra un ser como ése."

"Ah. Sí, entiendo cómo te sientes."

"...¿Eso realmente es correcto? ¿Qué pasó con tu orgullo, Maestro del Gremio de Comerciantes?"

"Bueno, no es como si fuera posible llegar a un acuerdo justo con una criatura así, ¿correcto? En términos generales, los acuerdos sólo son posibles entre dos partes iguales en circunstancias iguales, ¿correcto? Por lo tanto, en la práctica es imposible llegar a un trato razonable con alguien que es mucho más poderoso que tú."

Los Enanos suspiraron como si fueran uno.

Ninguno de los presentes sentía que el Rey Hechicero fallaría en recuperar la Capital Real. Eso era evidente con sólo darles un vistazo a las bestias mágicas que había dejado atrás. Y luego, estaba el hecho de que era una persona capaz de darse el lujo de dejar atrás monstruos como esos cuando sabía que había un Dragón esperando por él.

"Entonces, cambiemos de tema. ¿Alguien puede estimar cuándo regresará?"

"¿Cómo podríamos saberlo? No es como si pudiéramos preguntarle al hombre directamente. Si se riera y dijera 'Justo ahora', estoy casi seguro que me orinaría."

Esa fueron palabras vergonzosas, pero ninguno de los Enanos se rió de ellas.

"...No hay remedio. Si me dijera eso a mí, también me orinaría."

"Igual aquí. Incluso podría cagarme en los pantalones."

Se miraban el uno al otro mientras pronunciaban esas crudezas.

"¿Nos hemos enterado de algo nuevo? ¿Sabemos algo sobre ese Gondo?"

"Nada en absoluto, sólo que reunió a los herreros rúnicos."

"¿Los herreros rúnicos? ¿Se trataba acerca de ir al Reino Hechicero?"

"¿Quién sabe? ¿Por qué no convocamos a uno de ellos y le preguntamos?"

"Es buena idea, pero ¿eso no le revelaría nuestras cartas a Su Majestad? Actuar precipitadamente es demasiado peligroso. Sólo un idiota tocaría un crisol caliente, después de todo."

"Si ése es el caso, entonces tendremos que decirles a los herreros rúnicos que queremos que vayan al Reino Hechicero. Luego podremos preguntarles de manera casual sobre ello. ¿Qué les parece?"

"...No confío mucho en mi capacidad de hacerlo."

Los enanos murmuraron, "Igual que yo" en respuesta.

"Muy bien, entonces olvidémonos de preguntarles. Sería tonto cavar agujeros innecesarios y terminar muriendo al caer en ellos."

Todos estuvieron de acuerdo con eso. Muchas vidas podrían perderse si se entrometían demasiado y hacían enfadar a Ainz.

"Entonces, les informaremos a los dos de nosotros que no están presentes sobre los asuntos de mañana y que no deben interferir con los herreros. Escuché que el Comandante en Jefe vendrá después, pero ¿qué hay del Maestro Forjador?"

"Yo iré, entonces," dijo el Secretario del Gabinete. "Estoy interesado en qué clase de obra maestra producirá. Además, me estoy preguntando qué tipo de metal fue el que le entregó el Rey Hechicero."

"Lo único que dijo fue que era un metal poco común, pero no hay nada más raro que la adamantita, ¿correcto?"

"Por lo tanto, deber ser más como orichalcum, ¿no?"

Los Enanos eran una raza subterránea. Incluso si sus profesiones no tenían nada que ver con la metalurgia, ellos estarían muy interesados en un metal que no habían visto nunca.

"Si sólo pudiéramos agarrarlo y hacer que nos lo muestre. Ha estado muy ocupado últimamente, ¿verdad?"

Después de recibir el metal del Rey Hechicero, el Maestro Forjador regresó a toda prisa a su taller. Todos sabían cuál era la razón de su prisa, así que no lo detuvieron.

"Bueno, la forja ya debe estar bastante avanzada, teniendo en cuenta que se trata de él. Crear una cota de malla debería resultar en unos cuantos bucles adicionales, así que tal vez podamos tomar prestados algunos."

Tras de un coro de aprobación, la sesión del Consejo se disolvió.

Después de eso, sus cansados cuerpos ansiaban descanso, pero los Enanos eran una raza que organizaba fiestas con alcohol incluso cuando hablaban de tomar un descanso.

"El vino sabe especialmente bueno en el lugar de trabajo," dijeron mientras tomaban las bebidas de alto contenido de alcohol, especiales y exclusivas de los Enanos. En medio de todo esto, al Secretario del Gabinete de pronto se le ocurrió algo y se escabulló de la sala de reuniones convertida en bar.

Naturalmente, estaba yendo a reunirse con el Maestro Forjador.

El taller del Maestro Forjador era enorme, como le correspondía a un hombre que era responsable de la herrería de la nación Enana. Con toda seguridad, era uno de los edificios más grandes en Feoh Gēr. Empleaba a muchos artesanos Enanos y su calor —que podía fundir adamantita— y el golpear de sus martillos sobre yunques nunca se habían detenido antes.

Sin embargo, hoy estaba en silencio — un acontecimiento que le puso los pelos de punta al Secretario del Gabinete.

Estaba seguro de que los crisoles estaban encendidos.

Eso se debía a que la temperatura se elevaba mientras se acercaba a ellos.

En ese caso, ¿a qué se debía este silencio?

El Secretario del Gabinete aceleró el paso, como impulsado por la inquietud fluyendo de él.

Ya había venido aquí antes, así que no dudo al momento de dirigirse al crisol en dónde debían haber estado trabajando los herreros.

Vio a los herreros, todas las caras le eran familiares.

Incapaz de contenerse, suspiró aliviado. Sin embargo, cuando se percató de las miradas de preocupación en las caras de los herreros y de la dirección a la que todos miraban, la inquietud que se había apoderado de su corazón pareció volver a la vida.

"¿Pasa algo malo?"

Cuando preguntó, los ojos de los herreros se iluminaron, como si hubiera llegado su salvador.

"Se ha encerrado allí y se niega a salir."

Aparte de sus gigantescos crisoles, esta fundición también contenía un taller personal para el uso del Maestro Forjador, aunque por derecho propio era más una fundición en miniatura. El Maestro Forjador era un trabajador dedicado, y cuando se hacía cargo de proyectos importante, muy a menudo se encerraba a sí mismo en su interior y no salía por varios días.

Ése era un suceso bastante común. Los discípulos del Maestro Forjador y los otros herreros no deberían de tener esas expresiones de angustia.

"...Pero no es extraño, ¿verdad?"

"Es verdad que se encierra bastante a menudo... pero no se oyen los sonidos del martillo. Y ya ha pasado medio día — no, casi un día entero.'

"...¿Tal vez únicamente está elaborando los planes para el diseño?"

"Eso nunca ha sucedido antes."

El Secretario del Gabinete acarició su barba.

No sentía que esto fuera particularmente sorprendente. Sin embargo, si todos los forjadores sentían lo mismo, entonces probablemente debía ser una emergencia.

"¿Entonces por qué no abren la puerta? ¿Está cerrada?"

"No, no está cerrada. Sin embargo, cada vez que el Maestro Forjador se retira a ese cuarto, odia que la gente abra esa puerta."

"Ya veo. ...Así que quieren que la abra yo, ¿estoy en lo cierto?"

Era algo difícil para los discípulos del Maestro Forjador. Pero alguien de rango equivalente podría tener una mejor oportunidad de no incurrir en la ira del Maestro Forjador.

Saqué la pajita más corta. Bueno, no hay remedio.

"Entiendo. Entonces, déjenme hacerlo. Ustedes deberían marcharse primero. Simplemente tómenlo como si yo mismo hubiera insistido en ingresar y no se verán envueltos."

Luego de las gracias de los herreros, el Secretario del Gabinete avanzó y llamó a la puerta.

Sin embargo, no hubo respuesta, sin importan cuántas veces tocaba.

Temiendo lo peor, abrió la puerta con todas sus fuerzas.

Era la misma habitación familiar. Sorprendentemente no hacía calor, aun cuando estaba sólo a una puerta de distancia del gran crisol. Eso se debía al acondicionamiento mágico del aire. Cuando desvió la mirada, vio una llama carmesí ardiendo en las profundidades del crisol.

Y entonces, vio a alguien frente al fuego.

¿Qué?, ahí está, ¿verdad? Justo cuando el Secretario del Gabinete estaba por suspirar aliviado, una vez más, contuvo el aliento.

Eso fue porque pudo sentir algo extraño e inexplicable en el aire. ¿Por qué el Maestro Forjador estaba en silencio? De acuerdo a los herreros de afuera, debía de haber reaccionado de inmediato a la intromisión.

"Oye."

Esas palabras fueron poco más que aliento exhalado, pero el hombre debería de haberlas oído. Sin embargo no hubo respuesta de parte del Maestro Forjador.

"¡Oye!"

Ahora el Secretario del Gabinete estaba nervioso y gritó, pero como esperaba, el Maestro Forjador no reaccionó.

Jadeando profusamente, se acercó al lado del Maestro Forjador.

"—¡Oye!"

"¿Qué?"

Una respuesta al fin. El secretario del gabinete, casi se derrumbó a causa de la fuerza que avandonaba sus extremidades.

"¿Qué? ¿Qué? No hagas que—"

Las palabras del Secretario del Gabinete se perdieron.

¿Por qué el Maestro Forjador no se daba la vuelta para mirarlo?

Preocupado por su amigo, el Secretario del Gabinete dio un rodeo para mirarlo a la cara.

Se veía diferente de lo habitual — como si fuera un animal acosado. Más importante aún, tenía una expresión espantosa en la cara, como si estuviera listo para masacrar a su propia gente.

"...¿Qué pasó?"

La cara del Maestro Forjador finalmente se movió en respuesta a las palabras que se le habían escapado por sí solas. No, sus globos oculares se movieron, volviéndose a mirar al rostro del Secretario del Gabinete.

"¿Qué pasó? ¿Qué... pasó? ¡Hmph!"

La mano del Maestro Forjador se movió. Tomó sus tenazas, sacó un lingote de metal ardiente de las llamas del crisol, y luego se lo arrojó al Secretario del Gabinete.

"¡Uwaaaaah!"

El Secretario del Gabinete se apartó con desesperación, y el lingote aterrizó en el suelo con un ruido sordo.

"¡Bastardo! ¡¿Estás intentando matarme?!"

No podía tolerar esto, ni siquiera de un amigo.

El Maestro Forjador sin embargo, sonrió fríamente.

"¿Matarte? Bueno, podrías pensar eso."

Luego, estiró la mano y tomó el lingote. Los herreros típicamente usaban guantes resistentes al calor, pero lo sorprendente era que el Maestro Forjador no estaba usándolos. Tampoco estaba usando ningún objeto mágico que le otorgara tal efecto.

Había tomado el lingote de metal calentado con la mano desnuda.

Tan imprudente y ridícula fue la acción, que el Secretario del Gabinete imaginó poder oler y oír el chisporrotear de la carne del Maestro Forjador. El Maestro Forjador prácticamente escupió sus palabras ante los ojos abiertos del Secretario del Gabinete.

"¡No se calentó!"

"¿Qué, qué fue lo que dijiste?"

"¡Esta maldita cosa no se ha calentado para nada!"

Antes de darse cuenta, el Secretario del Gabinete había cogido el lingote arrojado hacia él. Por un momento, imaginó que estaba emitiendo un calor abrazador, pero no estaba caliente en absoluto. De hecho, estaba sorprendentemente frío.

¿Qué, qué es esto?

Esa pregunta carecía de sentido. Dentro de todo el conociendo que el Secretario del Gabinete poseía, sólo había una cosa que correspondía con la descripción de un metal que se mantenía frío incluso cuando era calentado. Por lo tanto, la pregunta no era más que una formalidad.

De hecho, las siguientes palabras del Maestro Forjador confirmaron sus sospechas.

"¡Es el lingote que ese maldito no-muerto me dio! ¡Lo he calentado todo un día y se mantiene frío! ¡Lo he martillado y no cambia de forma! ¡Ni siquiera puedo dejar una marca en él! ¡¿Cómo demonios se supone que voy a hacer una armadura con eso?!"

"¿No, no crees que te dio un metal que ni siquiera él podía trabajar?"

"Me gustaría pensar eso también. ¡Pero mira, está esta espada hecha del mismo material! ¡Con ella puedo dejarle una marca al lingote! ¡¿Qué demonios significa eso de 'el artesano más experimentado'?! ¡No soy más que un idiota que lo único que puede hacer es quedarse mirando estúpidamente un trozo de metal desconocido!"

El Secretario del Gabinete se esforzó por pensar en cómo reconfortar al alterado Maestro Forjador.

"Entonces, entonces, ¿qué tal si le preguntas cómo trabajarlo a ese ser no-muerto?—"

"¿Aquellos que preguntan cuando no saben son más sabios que aquellos que no lo hacen? Algo como eso, ¿cierto? Es verdad. Los Enanos de antaño tienen razón. Pero — ¿qué valor tiene mi experiencia? Mira estas manos."

Extendió las manos con fuerza. Era un par de manos de artesano; gruesas, pesadas y llenas de cicatrices de antiguas quemaduras. Cualquier artesano se enorgullecería de tales manos.

"He trabajado el metal desde que era un estúpido discípulo. Lo he hecho por más tiempo que cualquiera, hasta ahora. Debido a eso, es natural ser elogiado como el artesano más sobresaliente por mis compañeros. ¡Y la razón de eso es porque he trabajado más duro que cualquier otro!"

La cara del Maestro Forjador estaba retorcida.

"He dedicado mi vida a la herrería. No pienso que haya imposibles, y siempre he creído que a cualquier metal se le puede dar cualquier forma. —¡Qué ridículo que soy! ¡Jaja! ¡¿Qué he estado usando para engañarme?! ¡No era más que una pequeña rana en un pozo! Y pensar que me atreví a llamarme a mí mismo genio. Fui tan tonto."

"No, todo lo que tienes que hacer es comenzar a aprender de nuevo, ¿verdad?"

"Así es. Sí, tienes razón. Aunque me duele oírlo..."

El Maestro Forjador se aferró fuertemente al lingote en su mano.

El hecho de que la cara del Maestro Forjador se había quedado por completo en blanco preocupaba al Secretario del Gabinete.

"Está bien. Tienes razón. Todo lo que tengo que hacer es comenzar a aprender de nuevo. Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?"

"Qué estoy... tú... Ah, olvídalo. Ese rey no-muerto ha dejado la ciudad. Mañana celebraremos una reunión del Consejo, y vine a decírtelo. Y también, no interfieras con los herreros rúnicos."

"Así que es eso... lo entiendo. Entonces, te veré mañana."

El Secretario del Gabinete seguía sintiéndose inquieto, pero no se atrevió a mostrarlo.

La fatiga del cuerpo se traducía en la fatiga del espíritu. El Maestro Forjador probablemente se recuperaría luego de una buena noche de descanso. Después de obligarse a aceptar esa explicación, el Secretario del Gabinete regresó a casa.

Sin embargo, al día siguiente, se enteró de que el Maestro Forjador había desaparecido con el lingote.

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